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Los orígenes

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“Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”.

Eduardo Galeano

El origen de la Psicomotricidad se remota a 1905, año en el cual el médico neurólogo francés E. Dupré, al observar las características de niños débiles mentales, pone de relieve las relaciones entre las anomalías neurológicas y psíquicas con las motrices, describiendo el primer cuadro clínico específico: la debilidad motriz; según la cual todo débil mental posee igualmente alteraciones y retraso en su motricidad.

En la primera parte del siglo pasado se observa una gran influencia neurológica en el concepto de psicomotricidad. Esto viene determinado por los avances que se producen en el ámbito de la patología cortical, de la neuropsiquiatría y la neurofisiología. El ser humano no es concebido como un todo, sino que está compuesto por dos entes totalmente independientes que son el cuerpo y el alma, hecho que traduce el dualismo filosófico que desde Platón a Descartes ha predominado en la concepción occidental del hombre.

La característica fundamental de la segunda parte del siglo XX sigue siendo la influencia del dualismo que se infiltra en la paidopsiquiatría y hace que no aparezcan todavía signos propiamente psicomotores y que cualquier problema sea englobado en un síndrome general.

La figura más destacada de este periodo es Heuyer (1936), quien establece la estrecha relación que existe entre el desarrollo de la motricidad, la inteli­gencia y la afectividad, es decir, por primera vez aparece una concepción glo­bal del ser. Heuyer estudió cómo los trastornos de las funciones motrices van acompañados de los trastornos de carácter, llegando a establecer programas de tratamiento para resolver estos problemas, anticipando lo que sería la reeduca­ción psicomotriz.

Otros dos grandes aportes de este periodo vienen determinados por la psicología del desarrollo y del psicoanálisis.

Luego, Henri Wallon y los aportes de la psicobiología dan cuenta de la importancia del desarrollo emocional del niño, basándose en la unidad psicobiológica del individuo, donde psiquismo y motricidad representan la expresión de las relaciones del individuo y del medio. De allí la importancia del movimiento en el desarrollo psíquico del niño y en la construcción del esquema corporal que no es dado inicialmente, no es una entidad biológica, es una construcción.

Wallon profundiza en las relaciones del tono (tono muscular) como telón de fondo de todo acto motor y trama en la que se teje la emoción, es decir la expresión más primitiva de la actividad específicamente humana, que es la actividad de relación. Dentro de este fenómeno tónico concede preponderancia a la función postural de comunicación, esencial en el niño pequeño. Función mediante la cual el niño da y recibe.

Paralelamente, Jean Piaget dice que esa actividad motriz es el punto de partida del desarrollo de la inteligencia, llegando a afirmar en la construcción de la inteligencia y sobre todo en la génesis de las nociones (cantidad, espacio, tiempo, etc.), que el movimiento es el propio, el mismo psiquismo, ya que en los primeros años esta inteligencia es sensoriomotriz, pues el conocimiento corporal tiene relación no sólo con el propio cuerpo, sino que también hace referencia constante al cuerpo del otro.

Tomando estos importantísimos aportes, Julián de Ajuriaguerra y su equipo suman elementos del psicoanálisis y desarrollan el papel de la función tónica no sólo como telón de fondo de la acción corporal, sino también como medio de relación con el otro.

Analiza las relaciones entre el tono y el movimiento, asociando el desarrollo del gesto con el lenguaje, y se transforma en el verdadero artífice de los principios clínicos de la Psicomotricidad, al describir inicialmente los síndromes psicomotores.

En ese interín se establecen los primeros métodos de tratamiento clínico. En tal sentido no debemos dejar de mencionar a E. Guilmain, quien tomando los postulados wallonianos y las concordancias psicomotoras, crea el primer método de evaluación psicomotora (1935).

Por eso, el tercer cuarto del siglo pasado se caracteriza por el proceso autónomo que se inicia en el ámbito de la Psicomotricidad y por la búsqueda de su propia identi­dad, destacando la figura fundamental de Ajuriaguerra y la de Diatkine. Estos autores consiguen aislar los distintos trastornos psicomotores, relacio­narlos con otros síndromes y establecer con una base científica, los distintos tratamientos que se podían llevar a cabo con estos niños.

A partir de estos trabajos aparece en Francia, en el año 1960, la primera Carta de Reeducación Psicomotriz, que aportó la fundamentación teórica del examen psicomotor así como una serie de métodos y técnicas de tratamiento de los diversos trastornos motrices. Todos estos aportes constituyen la base de la disciplina, ya que se empiezan a tratar las disfunciones, se especifican objetivos y se establecen tratamientos.

Han tenido una importancia esencial la figura de Mme. Giselle Soubiran, discípula de Ajuriaguerra, especialista en métodos de evaluación psicomotriz y luego creadora del Instituto Superior de Reeducación Psicomotriz (ISRP), la primera formación profesional en Psicomotricidad en Francia (1967). O las contribuciones de René Zazzo y otros discípulos de Wallon como Irene Lezine, Liliane Lurcat, Tran Thong, continuadores de sus investigaciones, o los aportes de la Psicología Humanística, del Enfoque Centrado en la Persona de Carl Rogers o de la Bionergética de Wilheim Reich.

Se agregan también Louis Picq y Pierre Vayer, Huguette Bucher, Jean Le Boulch (con su método derivado de la Educación Física al que denomina Psicocinética); Bernard Acoutourier (Práctica Psicomotriz), André Lapierre (Psicomotricidad Relacional primero y Análisis Corporal de la Relación luego), Françoise Desobeau, Jean Bergés (con sus test de imitación del gestos y sus técnicas de relajación) y tantos otros, todos ellos investigadores y científicos provenientes de los campos de la Educación, la Reeducación y la Terapia, quienes crean y recrean distintos métodos, técnicas, aplicaciones clínicas y pedagógicas relacionadas con la Psicomotricidad.

También ha tenido notable influencia la presencia de psicomotricistas uruguayos, que con su formación desde hace más de treinta años dejan su huella en cada visita que realizan. Entre ellos el Lic. Juan Mila, las Lic. Claudia Ravera, Ana Cerutti, Mariela Pescelli, Cristina de León, solo por mencionar a algunos de ellos.

En la actualidad existen en distintos países de Europa, América y Medio Oriente, formaciones de postgrado (masters, diplomados, experticias, etc.). Entre ellos España, Francia, Italia, Bélgica, Portugal, Suiza, Alemania, Dinamarca, Brasil, Chile, México, Paraguay y Líbano.

La construcción del Yo corporal

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