Читать книгу Logro mis objetivos…, pero ¿hago lo correcto? - Miquel Bastons Prat - Страница 6

Cristina es una recién graduada en ADE que trabaja en una entidad financiera situada en un barrio periférico de la ciudad de Barcelona. Los clientes que acuden a su oficina son en su mayoría obreros poco cualificados, pensionistas, y, muchos de ellos, personas con problemas de integración social. También tiene clientes de clase media, con titulación superior, un buen trabajo y asentados económicamente; y algunos, incluso, con patrimonio y poder adquisitivo alto.

La entidad financiera, como muchas otras empresas, establece periódicamente unos objetivos de ventas a cada oficina de productos financieros (préstamos, hipotecas, seguros, etc.) u otros productos de consumo que la entidad financia (televisores, teléfonos móviles, coches, etc.). Como le anunciaron en diferentes sesiones de formación, los márgenes financieros en la Banca son muy reducidos, y ahora de lo que se trataba era de conseguir margen vendiendo productos de consuno. La retribución de los empleados tiene una parte variable ligada al logro de esos objetivos.

La oficina destaca –y ha obtenido diferentes reconocimientos– por los resultados obtenidos y Cristina destaca por su “productividad” dentro de esta oficina. Es buena vendedora porque sabe ganarse la confianza de los clientes. Debido a ello, no le resulta difícil “colocar” los productos financieros o de consumo que le va marcando la dirección territorial, a pesar de que algunas prácticas le inspiran cierta duda. Por ejemplo, contrata préstamos (a un interés más bien alto) aprovechado que le piden anticipos a cuenta de la pensión o les convence de “la gran oportunidad” para adquirir un teléfono móvil de última generación “pagando muy poco al mes”. A cambio de un anticipo, ha conseguido contratar un seguro de viajes a una señora que apenas viaja, ni que decir de los coches o teléfonos móviles de alta gama que ha vendido a personas que apenas llegan a final de mes… Es muy competente logrando objetivos.

Yo había sido profesor de “Ética Empresarial” de Cristina. Un día vino a verme y me comentó: “Consigo los objetivos que me marcan (y los consiguientes premios económicos), pero … no sé si hago ‘lo correcto’. Cuando reflexiono sobre mi trabajo, y sobre mi vida, siempre topo con esa cuestión dentro de mi cabeza”.

Yo le dije que acababa de hacerse “la gran pregunta” de la Ética (y de la vida); que acababa de situar sus problemas en otro nivel; y le pregunté si estaba dispuesta a iniciar un viaje a un nuevo mundo, si estaba dispuesta a “pararse a pensar”, a mirar sus decisiones no navegando por la superficie, y si estaba dispuesta a ir al fondo. Me dijo que sí. E iniciamos el viaje …

–Cris: Bueno, no crea, tampoco tenía muy claro dónde me metía ni qué significaba eso de “ir al fondo”. Y, discúlpeme, pero durante los estudios eso de la Ética siempre me pareció muy bonito, pero poco “real” en las empresas y en el trabajo.

–A: Sí, no eres la única en pensar eso; muchos lo piensan, hasta que se encuentran con “el problema”. Entonces descubren que el asunto de la Ética es más real y serio de lo que creía, como lo has descubierto tú.