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Concentración

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Concentrarte te ayuda a controlar las distracciones hasta disiparlas. Es el estado en el que la mente se centra en un objeto, en una cosa, una palabra, una imagen, una idea. La mente se dispersa por falta de disciplina mental, falta de claridad y de voluntad para lograrlo, o falta de visión y pasión por aquello que uno quiere. A veces, se trata de poner límites a nuestras distracciones e interrupciones. Puede ayudarnos a desarrollar nuestra capacidad de concentrarnos, el hecho de crear pensamientos positivos conectados con lo que nos motiva y lo que queremos, y usarlos como afirmaciones que fortalezcan la concentración. Podemos crear una lista de pensamientos que sean como llaves que nos sirvan para abrir el caudal de positividad interior. Por ejemplo: yo puedo; no me dejo influir; soy amor; todo fue como tuvo que ser, lo acepto y lo suelto.

La meditación es una práctica fundamental para desarrollar la concentración y ser capaces de pensar lo que queremos pensar, evitando los pensamientos repetitivos, inútiles o negativos. Meditar te ayuda a silenciar las voces innecesarias, y así desarrollar la capacidad de estar centrado y concentrarte.

Si nos centramos en algo que nos gusta, es más fácil concentrarnos. La experiencia nos demuestra que necesitamos disciplina para lograr lo que queremos y llegar a donde anhelamos. Un atleta necesita disciplina para mantenerse en forma, y así alcanzar las metas que se propone. Un equipo debe entrenarse con disciplina para jugar con excelencia el día del partido. Cuando uno ama su propósito y sus metas, disfruta de la práctica y vive la disciplina con naturalidad. Primero necesitamos tener una visión clara de lo que queremos, y que nos motive. La motivación por satisfacer los objetivos que nos hemos propuesto nos ayudará en incorporar la disciplina como parte necesaria del proceso, y la concentración surgirá entonces de manera natural.

Aprender a disciplinar tu mente para controlar tus pensamientos te permitirá gobernarlos y te facilitará crear actitudes saludables. Asumirás la responsabilidad de recrear tu destino con voluntad y perseverancia, en vez de sentirte víctima y quejarte por estar atrapado en una situación que te provoca malestar. El hábito de quejarte puedes sustituirlo por el hábito de agradecer. Para sustituir un hábito por otro necesitas voluntad y disciplina. Estas te ayudan a mantener el foco y la concentración en lo que quieres.

Lo que suele ocurrir, cuando nos proponemos incorporar una práctica, transformar un hábito o esforzarnos por un objetivo, es que aparece el auto-boicot. Uno mismo boicotea sus propósitos. La disciplina nos ayuda a superar a nuestro saboteador y crítico interior que sabotea nuestras intenciones. Son las dudas y los temores que nos frenan y bloquean. Con claridad y voluntad podemos superarlos, y así lograr nuestro propósito. Para lograrlo, necesitamos disposición mental.

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