Читать книгу Ansiado rescate - Mónica Elena Couceiro - Страница 14

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Ana permanecía callada bebiendo su taza de café mientras escuchaba el relato pormenorizado de todo lo que había ocurrido en la vida de Clara desde que había abandonado el Instituto para trasladarse a Galway.

Escuchó palabra por palabra con la máxima atención posible tratando de imaginarse cada escena que su amiga debió vivir, azorada por el relato de los Thomas acerca de los seres oscuros que debió enfrentar.

Por suerte, siempre acompañada por Alfredo y el doctor Collins, quien en verdad no era otro que su abuelo, el gran Dellos elfo jefe de toda Bellitania.

Ante cada escena peligrosa Ana abría sus ojos como tratando de introducirse en ella y así, sintiéndose partícipe de la misma poder entender lo que su amiga debió haber tenido que soportar.

Sintió azorada el terror en su fuero interno, pero orgullosa de la valentía demostrada por Clara y el coraje al decidir abandonar todo lo conocido para enfrentar un futuro incierto, aunque ahora sabía que la decisión había sido la correcta.

A pesar de extrañarla profundamente, el relato de los Thomas aminoraba su melancolía sabiendo que se encontraba felizmente acompañada por su familia y por el amor de Alfredo que tanto bien le había hecho enseñándole a confiar.

—Si no hubiese recibido la carta y la cruz, sinceramente no creería una sola palabra de lo que me están contando. Espero no se ofendan por mis palabras, pero estoy siendo absolutamente sincera.

—Por supuesto no nos ofendemos querida; entendemos perfectamente todo lo que debe estar pasando por tu cabeza, y agradecemos que te encuentres aquí con nosotros y fundamentalmente que, a pesar de toda esta locura que estás escuchando, hayas decidido creer en nuestro relato. Te aseguro que lo valoramos muchísimo y estoy segura que Clara también cuando le contemos este encuentro.

—Por otra parte, queremos que te quedes absolutamente tranquila ya que se encuentra muy bien preparándose para desempeñar el papel de futura elfa protectora en reemplazo de ama Agnes.

—Y eso… ¿qué significa realmente? ¿Qué alcance tiene?, y ¿qué es lo que se espera de ella?

—Como te hemos explicado, ama Agnes es la actual elfa protectora de Bellitania, y antes que ella lo fue su madre Belice quien, por una treta maliciosa de alguien importante, debió abandonar su puesto antes de tiempo no sin antes preparar a su hija para reemplazarla.

—Esto es una tradición en nuestra tierra, las elfas protectoras delegan en sus hijas su mandato cuando llega la hora de su merecido retiro. Por ello Agnes fue preparada años atrás para desempeñar esta función.

—Y ¿por qué Clara debe tomar su lugar, acaso Agnes no ha tenido hijas?

La pareja se miró entristecida siendo Marta quien tomó la palabra para explicar con mayor claridad.

—Mira querida Ana, sé que es muy difícil de entender, pero trataré de ser lo más explícita posible. Tu sabes que nuestro apellido es Thomas y que nuestros nombres son Fermín (dijo señalado a su esposo) y yo soy Marta. Pues nuestros nombres bellitanos son Homos y el mío Salex.

—Si bien yo soy completamente humana, con el tiempo descubrieron un mecanismo por el cual los humanos podemos cruzar al plano bellitano sin peligro. Ello fue estudiado con éxito para poder llevar a Eloísa, la madre de Clara, a territorio seguro.

A esa altura del relato los ojos de Ana parecían querer salirse de las orbitas ante tanta información desconocida y tan difícil de asimilar, hecho que no escapó a la percepción de la pareja.

—Me parece querida que iré por más café mientras prosigues tu relato con la señorita Ana, creo que lo está necesitando – dijo Fermín partiendo rumbo a la cocina.

—Pero… Clara siempre me dijo que su madre había muerto mientras ella estaba estudiando, y que había llegado tarde para verla con vida, por lo que solo pudo ir a visitar su sepultura. ¿Cómo es posible? ¿Por qué me mintió?

—No te mintió querida, Clara siempre creyó que eso fue lo que ocurrió porque fuimos nosotros (Fermín y yo) los que armamos todo esto para poder llevar a Eloísa con nosotros a un lugar seguro, y poder prodigarle todos los cuidados necesarios en Bellitania.

—¿Fraguaron su muerte?…

—Era la única opción que teníamos para que nadie sospechase de la desaparición de Eloísa. Fermín es médico y manejó todo el tema.

—Pero… ¿no pensaron en el dolor que le causarían a Clara con ello? Ella siempre me relató lo mal que se había sentido por no haber podido llegar a tiempo teniendo que vivir con ese remordimiento.

—Lamentablemente tuvimos que elegir el mal menor para poder restituir a Eloísa a un lugar seguro y brindarle todo el cariño que necesitaba para tratar de encarar su recuperación. De todos modos, estamos convencidos que esta dependerá de que pueda volver a reencontrarse con Sarlo.

—¿Quién es Sarlo? – preguntó Ana, cada vez más perdida.

—Perdón querida, Sarlo no es otro más que Iván, el padre de Clara – A esa altura del relato ingresó Fermín con más café que fue bebido intensamente por Ana, como intentando dar más sosiego a la angustia que sentía por no poder dimensionar en su totalidad lo que había vivido y debía aún seguir viviendo su amiga.

—Pues bien, retomemos el tema. Sarlo, el padre de Clara vivía inmensamente feliz con su esposa y su hija…

—Pero…– dijo Ana interrumpiendo, – ¿cómo fue que Sarlo, siendo bellitano vivía en este mundo junto a una familia como todos los humanos?

Los Thomas relataron pormenorizadamente la forma por la cual Sarlo o Iván, había llegado a este mundo conocido, y los motivos para hacerlo, y cómo sin quererlo, se había enamorado de Eloísa, – quien de hecho es mi hermana – agregó Marta.

Aclarado el tema, prosiguió con el relato.

—Un día, las fuerzas del ama Agnes comenzaron a flaquear y fue entonces que los elfos eruditos del reino decidieron que la única forma en que podrían salvarle la vida era consiguiendo la flor de la arcadiola que nacía entre las raíces de los grandes árboles de las tierras altas. Era la última alternativa hasta esperar que Clara tuviese la edad suficiente para trasladarse a Bellitania y tomar el lugar de Agnes.

—Pero… sigo sin entender la desaparición del padre de Clara de sus vidas.

—Es que, un día Sarlo recibió en su casa la visita de su padre Dellos, quien le explicó lo difícil de la situación de Agnes, siendo entonces que él decidió partir para dirigir la expedición que tuvo por objetivo la búsqueda de la arcadiola.

—Pero… ¿Por qué no les avisó?

—Por una simple y justificada razón. Sarlo jamás le había contado la verdadera historia a su esposa Eloísa. Nunca encontró el valor necesario para relatarle quién era, y por ende no supo explicarle que alguna vez, el más preciado tesoro que ambos tenían, Clara, iba a tener que trasladarse definitivamente a Bellitania.

—Pero… ¿cómo nunca se lo dijo a su esposa?

—Llámalo cobardía si quieres; nosotros preferimos aceptar y comprender que no supo encontrar las palabras ni el momento para explicarle algo que, a ti, sin tener ningún sentimiento involucrado te está costando tanto entender.

Al escuchar esas palabras, Ana supo que no tenía ningún derecho de criticar a nadie desde el lugar en el que se encontraba.

—Él pensó que podría regresar con su familia antes de que se diesen cuenta, ya que entre Bellitania y el plano humano, si bien los tiempos son paralelos, no transcurren a una misma velocidad. Pero todo se complicó, la travesía fue extremadamente peligrosa y prolongada, cobrándose la vida de valientes elfos, y entre ellos Marco, el lugarteniente de Sarlo y prometido de Agnes. Esto explica los motivos por los cuales no ha tenido hijos, ya que su corazón jamás ha dejado de llorarlo.

—Por último, para lograr que los que sobrevivieron a la expedición pudiesen regresar con la arcadiola, Sarlo tuvo que hacer un último y terrible sacrificio, quedar retenido forzadamente por la maldita Deargue Due, unos de los seres oscuros más temibles quien exigió tomar su vida a cambio de dejar ir al resto de elfos.

—Desde ese entonces no hemos sabido nada de él, solo esperamos que se encuentre aún con vida. Enterarse de esta verdad ha sido el motivo por el cual Clara decidió quedarse en Bellitania para convertirse en la elfa más bravía, con el objetivo no solo de ocupar el lugar del ama Agnes, sino lograr lo que más desea: rescatar a su padre de las garras de esa maldita y reunir nuevamente a sus padres. Solo espera que no sea demasiado tarde.

Ana estaba estupefacta con la mirada perdida en un contexto imaginario donde, como escenarios fantasmagóricos, circulaban seres desconocidos acechados por enormes peligros, y en el medio su amiga tratando de vencerlos para volver a unir a su familia.

—¿Qué puedo hacer yo? ¿En qué puedo ayudar?

—Lamentamos decirle que lo que necesitamos es que mantenga todo esto en secreto, sabiendo que significa tener que ocultar la verdad de todo a sus superiores. No podemos permitir que se sospeche que Clara está viva. Los hechos deben permanecer como han creído hasta ahora.

—Entiendo – dijo Ana. – Nadie sabrá lo que hemos conversado. Le diré al doctor Hopkins que he dejado las pertenencias de Clara con una familia conocida de ella cuya dirección me fue dada por el portero del edificio. Eso será suficiente no se preocupen.

Ana tomó sus cosas, y acercándose a la puerta de salida les dijo: – hay algo que no entiendo.

—¿Si? – dijeron los Thomas al unísono.

—¿Por qué ustedes siguen aún aquí?

Mirándose a los ojos decidieron que era necesario contarle todo, y que podían confiar en ella:

—Porque creemos que aún el peligro no ha acabado.

—¿A qué se refieren?

—A que tú sabes demasiadas cosas, y tanto Clara como nosotros tememos que puedan venir por ti.

En esos momentos la cartera de Ana cayó al piso y casi se desvanece, por lo que Fermín la retuvo fuertemente entre sus brazos.

—Ven pequeña – le dijo Marta, –sentémonos unos minutos más –. Así Ana dejándose conducir nuevamente al sillón se desplomó aterrada por lo que acababa de escuchar.

—Tienes que prometernos, y prometer a Clara que nunca te apartarás de tu cruz celta, y que siempre confiarás en sus palabras. Nunca te sientas tentada a desoírlas por más que creas que esté equivocada. ¡Debes hacerle caso sin ninguna duda!

—Pero… ¿por qué yo correría peligro?

—Porque fuiste su amiga, su confidente, por lo que has vivido con la doctora Andrews; porque has tenido encuentros con seres oscuros.

—¿Yo? ¿Cuándo?

—Recuerdas tu experiencia con el encapuchado cuando ibas a llevar las muestras al laboratorio?

—¡Sí! lo recuerdo; pero jamás me ha pasado nada desde que Clara se ha ido.

—¡No importa! Sabemos que siguen por aquí.

—¿Por aquí?, pero… ¿por qué?

—¡Por ti mi niña! eres el último eslabón que les queda por desarticular. No queremos asustarte, pero, debes estar alerta y no dudes en comunicarte con nosotros.

—Pero, ¿cómo haré para comunicarme con ustedes?

—No será necesario querida, así como Clara fue nuestra prioridad, ahora lo eres tú. Siempre estaremos cuando nos necesites, no lo dudes. Solo debes prometernos que siempre, pero siempre, llevarás la cruz contigo como la tienes ahora.

Ana abrió el cuello de su camisa sacando la cruz celta, y sin dudarlo, la volteó para leer que tenía escrito “confía”. Y así abrazándose fuertemente con la pareja salió del departamento acompañada por ellos hasta el ascensor.

Jamás se alejaría de ella, tranquilizándose al saber que los Thomas estarían siempre que los necesitase. Sin embargo, no pudo evitar sentir un escalofrío atravesando su espina al recordar esas terribles palabras “ahora pueden venir por ti”.

Ansiado rescate

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