Читать книгу Ansiado rescate - Mónica Elena Couceiro - Страница 6
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ОглавлениеMuy lejos de allí, y sin saber que estaba haciendo lo mismo que su padre, Clara estaba en la veranda de la terraza de su cuarto mirando hacia donde ella creía que debían estar las tierras oscuras, más allá del gran mar que tan valientemente había cruzado su padre para tratar de salvar la vida de su hermana Agnes.
¡Cuán equivocada había vivido, y qué poco había disfrutado de la familia maravillosa que supo tener de niña! Vivió hasta ese momento con un gran resentimiento hacia su padre por creer que las había abandonado y con enorme dolor en su alma por no haber llegado a ver con vida a su madre… hasta que todo había quedado claro ante sus ojos.
Luego de un tiempo supo entender y perdonar ese dolor a quienes, con buenas intenciones, habían simulado la muerte de Eloísa para poder llevarla sana y salva a Bellitania pudiendo así ocuparse de su recuperación.
Vivían en su interior una mezcla de sentimientos encontrados, de dolor por los años de felicidad perdidos y de esperanza por volver a reencontrarse con su padre y traerlo de regreso para unirlo a su madre Eloísa quien seguía perdida en sus recuerdos.
Clara la visitaba todos los días encontrándola siempre en el banco debajo de los grandes robles del bosque, con su cabellera perfectamente ordenada en un recogido alto del que escapaban algunos cabellos grises mecidos por el viento. Siempre sentada con sus manos entrelazadas sobre su regazo vestida con su túnica blanca inmaculada y los ojos perdidos en el horizonte, como esperando ver llegar a su amado en cualquier momento.
Los ojos de Eloísa se iluminaban por unos instantes todos los días mientras acariciaba su rostro llamándola “mi pequeña”, para luego perderse nuevamente en sus recuerdos donde solo ella podía estar. Esos pequeños momentos en los que observaba a su madre día tras día, le mostraban con total convicción que la decisión de quedarse en Bellitania había sido la correcta. Eran el motor que la mantenía con la esperanza de encontrar a su padre y traerlo de nuevo al lado de su familia, para que el sueño de recuperar la felicidad que había conocido de niña pudiese ser cumplido.
Estaba volviendo por el camino del bosque cuando encontró a Alfredo quien la había estado observando en silencio desde un lugar alejado para no interferir en un momento tan íntimo de su amada.
—¿Cómo estás mi bella señora?
—¡Ya te he dicho mil veces que no me llames así! – le respondió Clara simulando enojo.
—Eres preciosa cuando te enojas, aunque sea de mentira como ahora – dijo tomando su rostro entre sus manos para besarla suavemente en los labios.
—¡No tienes remedio Alfredo! – riendo ambos al unísono y tomados de la mano siguieron caminando por el bosque que circundaba el castillo de Agnes.
—Me duele mucho ver la tristeza con que observas a tu madre; es como si haberte enterado que está sana y salva no fuese suficiente para aminorar el dolor que sufriste cuando creías que la habías perdido.
—Es muy difícil de explicar Alfredo ya que tengo sensaciones encontradas. Por un lado, me siento inmensamente feliz por haberla recuperado, pero por otro…
—¿Por otro qué mi amor?
—Por otro, la felicidad de tenerla es tan fugaz que me duele el corazón toda vez que la veo sumirse en sus recuerdos nuevamente. Es como si no la hubiese recuperado realmente.
—Pero sabes que sí lo has hecho. Tu madre está aquí entre nosotros y está sana.
—¿Estás seguro Alfredo? ¿Está verdaderamente entre nosotros? ¿Acaso sabe quién soy?
—Por unos instantes sabes que sí, que te reconoce y te acaricia como lo hacía cuando eras una niña.
—Es verdad, pero… sus ojos, ¡por Dios sus ojos!
—Sus ojos ¿qué mi amor?
—Sus ojos muestran tanta tristeza y dolor que me cuesta mantener su mirada. Si bien es cierto que me reconoce por unos instantes, pensé que, con el paso de los días, el tiempo en que lo hace iría creciendo de a poco, pero en realidad siempre es lo mismo; me ve, me acaricia, pero mi presencia no es suficiente para desear mantenerse conmigo por más tiempo. Y eso me duele mucho.
—¿Por qué te duele tanto Clara?
—Es muy duro para una hija saber que no eres lo suficientemente importante en la vida de tu madre como para que quiera seguir viviendo.
—No seas tan dura contigo Clara.
—No lo soy Alfredo, solo soy realista. Recuerda que aún soy una científica y la evidencia muestra que mi presencia no alcanza para que mi madre tenga ganas de vivir. No lo fue antes mientras estábamos juntas y tampoco lo es ahora. Por eso debo hallar a mi padre si es que aún está con vida, y traerlo de nuevo a Bellitania, para que ella nuevamente vuelva a vivir.
—Pero… ¿y tú? ¿dónde quedas tú? ¿dónde quedan tus deseos y necesidades?
—Recuperar a mi padre, pedirle disculpas por haberlo odiado durante tanto tiempo de una manera tan injusta creyendo de él lo peor, lograr su perdón y devolverlo a su tierra, a mi madre y a toda su familia, es mi mayor deseo y mi mayor necesidad.
Notó que Alfredo se separaba de ella mirándola con ojos incrédulos mezclados con gran tristeza y decepción. Entonces, rápidamente y sin dudarlo agregó:
—Obviamente que esto no lo podré lograr si tú no estás a mi lado.
—¿Solo por eso?, ¿porque me necesitas en esta nueva empresa que implica una peligrosa aventura que tienta tus motivaciones más profundas?
—¡No solo por eso, tonto! Te necesito, no por esta empresa, sino simplemente porque ¡TE AMO! –dijo tomándolo de la mano.
—Y ni esto, ni nada que decida emprender de ahora en adelante, peligroso o no, tendrá sentido si tú no estás para siempre a mi lado.
Esas fueron las palabras que sosegaron el corazón de Alfredo; era lo que necesitaba escuchar para saber que estaba ante el único ser con el que quería compartir su vida y planear un futuro posible. La única elfa/mujer que había despertado en él la necesidad de proyectar un futuro en común para completar su vida y prepararse para lo que vendría.
—Como te dije el día que llegaste aquí y decidiste quedarte, te lo repito una vez más: ¡CUENTA CONMIGO PARA SIEMPRE!