Читать книгу Segundas oportunidades (Una semana contigo 2) - Monica Murphy - Страница 13
Drew
ОглавлениеEstoy en clase, aunque no quiero. Cogí menos asignaturas después de la cagada suprema del semestre anterior. ¿Por qué arriesgarme a suspender o a dejar las clases otra vez? Tendré que compensarlo en las vacaciones de verano haciendo algunos cursos extra, pero no me importa. ¿Dónde más podría ir?
A casa no, por supuesto.
Al menos mientras estoy en el campus me siento normal. Puedo olvidarme de mi padre, de Adele y de lo que me dijo. No he hablado con ella desde que la llamé para que me lo contara todo. Casi no he hablado con mi padre tampoco. Sabe que me pasa algo, pero no me presiona. Yo también sé que me pasa algo y tampoco me presiono. ¿Para qué? ¿De verdad quiero averiguar lo que me ocurre?
No.
Paso el día como un robot, conectándome y desconectándome. Cuanto más tiempo estoy solo, más me meto en mi cabeza. Recordar que le prometí a Jace que iría a la fiesta de cumpleaños de Logan este sábado me causa pánico. Pero tengo que hacerlo. La doctora Harris dijo que necesito volver a actuar como una persona de verdad y tiene razón.
Pero me asusta mucho.
Estoy en la clase de Comunicación, que es muy grande. También está la chica junto a la que me siento todos los días. Es menuda, con el cabello largo y rubio y me recuerda tanto a Fable que casi es doloroso verla.
Pero soy masoquista. Me gusta sentarme a su lado. Fingir que es otra persona, contener la respiración cuando gira la cabeza en mi dirección, siempre dispuesto a sorprenderme al ver que Fable está sentada junto a mí. Ocuparme de la decepción cuando me doy cuenta de la verdad. Ella no es quien quiero que sea. Nadie lo será.
El profesor está hablando, pero no le escucho. Saco una hoja de papel y empiezo a escribir. Una carta que nunca daré a cierta persona. Pero necesito expresar mis sentimientos por ella o voy a explotar. En cuanto el bolígrafo toca el papel, las palabras fluyen solas y no tengo ningún control sobre ellas.
Gran error fue el dejarte y no sé cómo hacer lo correcto.
El arrepentimiento que me invade todos los días,
Lentamente se acumula y me hace odiarme por
Añorarte. Por hacerte daño. Y quiero que sepas que…
Te extraño, que
Irremediablemente te quiero y
Ninguna otra persona puede cambiar el hecho de que
Ambos, tú y yo, estamos hechos el uno para el otro.
Me quedo embobado ante el estúpido poema que la chica a la que amo nunca leerá. Dibujo pequeños garabatos a su alrededor. Una F en cursiva, como me enseñaron a escribir en primaria. La inicial de su nombre. Fable. Una historia. Un mito. Un cuento de hadas. Ella es mi historia. Quiero vivir, respirar y morir por ella, y Fable no tiene ni idea de lo mucho que invade mis pensamientos hasta el punto de no pensar en nada más. Preferiría sentarme en clase y escribirle poemas de amor con mensajes secretos antes que prestar atención a lo que realmente está pasando en mi vida.
¡Vaya puto lío estoy hecho!
Fabulosa es la chica
A la que quiero
Besar hasta
La eternidad.
Ella es mi todo.
Pero no soy lo suficientemente valiente para decírselo. Observo este nuevo fragmento que he escrito para ella y el disgusto me embarga. No soy lo bastante bueno para ella. Ni siquiera puedo decirle a la cara lo que de verdad siento por ella.
—¿Eres escritor?
Alzo la vista para encontrar a mi pseudo-Fable sonriéndome y frunzo el ceño. Su cara no es la correcta. Tiene los ojos marrones y no es tan guapa, aunque sí es atractiva. No sé cómo pensé que se parecía a Fable.
—¿Qué has dicho? —pregunto.
Inclina la cabeza hacia el trozo de papel que he escrito.
—No prestas atención a la clase. ¿Estás escribiendo un poema?
Deslizo la mano sobre el papel para tapar las palabras y le estudio el rostro deseando que se parezca más a Fable, pero no ocurre. La chica no se parece en nada a ella. Y la odio por eso.
—Estoy tomando apuntes.
Sonríe.
—No te preocupes. No diré nada si no lo estás haciendo.
—Pero sí lo estoy haciendo —insisto a la defensiva porque estas palabras no son para nadie más. Son para mí y para la chica que nunca las verá.
—No es necesario perder los papeles ni ponerse a la defensiva —susurra. Entorna los ojos como si pudiera ver en mi interior, a través de mí, y me siento tentado de salir corriendo.
No digo nada. ¿Cómo puedo defenderme contra eso cuando dice la verdad?
—Oye, ¿no eres Drew Callahan? —Inclina la cabeza con una expresión de interés repentino—. ¿El quaterback Míster Gran Chute?
Su voz está cargada de sarcasmo. Decepcioné a toda la universidad al final de la temporada encadenando un espectacular fallo tras otro. Me derrumbé y nadie lo sabe. Veo el desdén en su mirada, lo siento irradiar desde su cuerpo y sé que piensa que soy un hazmerreír.
Arrastro la mochila a mis pies, guardo en ella el trozo de papel y el libro, me levanto de la silla y me la coloco en la espalda.
—Ese ya no existe —murmuro y huyo de la clase.
Pero no me importa. Sigo caminando hasta que estoy fuera y respiro el aire frío e intenso. El sol me ilumina y la gente se choca contra mí mientras me abro paso entre la multitud. Escucho a alguien decir mi nombre, pero lo ignoro. Todo el mundo parece conocerme, pero yo no sé quiénes son.
Esa es mi puta historia, aunque no quiero que sea así.
Siento la vibración del teléfono en los vaqueros y lo cojo. Es mi padre. Normalmente dejo que salte el buzón de voz, pero por alguna estúpida razón masoquista estoy de humor para hablar con él, así que respondo.
—Drew. —Suena sorprendido.
—¿Qué pasa? —Mi voz es aparentemente normal. Debería haber sido actor. Es increíble lo bueno que soy fingiendo mi vida.
—Esperaba poder ir a verte. —Se aclara la garganta y percibo lo incómodo que está incluso por teléfono—. Hay algunas… cosas de las que tengo que hablarte.
Se me hace un nudo en el estómago y siento que voy a vomitar. Suena serio, tan serio que da miedo.
—¿Como qué?
—Bueno, preferiría hablarlo en persona, pero… puede que sea mejor que te lo diga ya. —Respira profundamente y yo también—. Adele y yo nos vamos a divorciar.
Siento como si me hubieran golpeado la cabeza y hubiera pajaritos piando en círculos sobre mí sacados de un dibujo animado. Miro a mi alrededor, veo un banco y me siento en el borde con la mochila golpeándome y haciendo que me doble del dolor.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Preferiría ir allí y hablar contigo. ¿Estás libre este fin de semana?
—Claro. —Me acuerdo de la fiesta de Logan—. Bueno, tengo algo que hacer el sábado por la noche, pero puedo cancelarlo.
—No quiero interferir en tus planes.
A mi padre normalmente no le importan mis planes, así que su respuesta es bastante desconcertante. No es él mismo. ¿Está deprimido por el divorcio? ¿Lo ve como algo bueno o malo? Automáticamente culpo a Adele de todo.
—No vas a interferir, papá. Créeme. Es solo una estúpida fiesta.
La doctora Harris se enfadará conmigo, pero no me importa. Tengo que estar aquí para papá. Especialmente si por fin va a terminar con Adele.
No debería estar contento. Debería sentirme apenado por él, pero es lo mejor. Ella es una víbora asquerosa y yo quiero su veneno fuera de mi vida y fuera de la vida de mi padre. Además, y esto es muy egoísta por mi parte, no quiero que se sepa nuestro secreto.
Aunque ni siquiera sé si el secreto es cierto. Y eso es lo que más me asusta. ¿Qué es cierto y qué no? Ya no estoy seguro.
—¿Qué tal si voy el viernes, me quedo esa noche contigo y vuelvo a casa el sábado? Así puedes hacer lo que tengas que hacer el sábado por la noche —sugiere mi padre.
—Puedes quedarte todo el fin de semana si quieres.
Quiero que lo haga. Lo echo de menos. Solíamos estar muy unidos. Antes de que tuviera quince años y mi madrastra decidiera que era más interesante de lo que alguna vez lo fue papá.
Has crecido mucho, Andrew. Eres tan guapo, tan grande y fuerte…
Cierro los ojos y aparto su insinuante voz de mi cabeza.
—Ya veremos —dice mi padre.
Eso es todo lo que puedo pedir, así que accedo. Y cuando colgamos, me siento un poco más ligero. Por una vez mi cabeza no está tan confusa, me siento esperanzado.
Me agarro a esa sensación durante el resto del día.