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Drew

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Chillan y gritan mi nombre en cuanto entro a la sala privada de The District, el nuevo restaurante donde celebramos la fiesta de Logan. Todos mis compañeros de equipo ya están como una cuba y solo son las diez. Lo veo en las miradas desenfocadas y en las mejillas coloradas, y también lo escucho en las voces demasiado altas.

Pero, oye, al menos están contentos de verme. Imaginé que me habría convertido en el enemigo. El gilipollas que perdió la oportunidad en el último partido. Estuvimos cerca, tan cerca que cada uno de nosotros empezó a saborear el débil brillo de la victoria.

Entonces conocí a una chica, nos fuimos a casa juntos y dejé que todo lo que sucedió allí me volviera loco. Estúpido.

Logan se acerca y me da un abrazo con palmadita en el hombro. Apesta a alcohol y lo aparto, sobresaltado cuando Jace aparece a mi lado colocando una cerveza en mi mano y diciéndome que beba.

Obedientemente, hago lo que me dice, preparado para olvidarme de todo durante al menos unas horas. La visita de mi padre se puso tensa cuando insultó a Fable. Una locura, si tenemos en cuenta que ya no estamos juntos, pero no iba a quedarme ahí y dejar que echara mierda sobre ella. A decir verdad, está por encima de nosotros y me niego a dejar que la arrastre por el lodo, aunque solo sea en mi presencia.

Después del fiasco de almuerzo, tuvo que ocuparse constantemente de las continuas llamadas y mensajes de Adele. No necesitaba ese recordatorio, así que me mantuve alejado. Lo que significa que hemos estado muy apartados durante la visita hasta que finalmente esta mañana me ha dicho que tenía que volver a casa a atender «negocios».

Gilipolleces. Negocios era un código para referirse a Adele. No le dije nada, simplemente asentí con la cabeza, lo dejé marchar y le prometí que nos veríamos pronto.

Sí, claro. No creo que esa alegre reunión sea pronto.

—Te has estado escondiendo —dice Logan mientras se sienta a mi lado con una bebida en la mano. Le cuelga la cabeza como si no pudiera mantenerla erguida y yo sacudo la mía, soltando una risita mientras le doy un sorbo a la cerveza. Sierra Nevada, la cerveza preferida de esta ciudad, es prácticamente la única que puedo beber. El resto sabe fatal.

—He estado por ahí —replico encogiéndome de hombros—, pasando desapercibido. He cogido menos asignaturas este semestre. Necesitaba un descanso.

—Lo entiendo, tío. Lo entiendo. Y oye, no dejes que el entrenador te líe. No tuviste la culpa de nuestra espectacular derrota al final de la temporada. —La expresión de Logan es seria. Tan seria como puede si tenemos en cuenta lo borracho que está—. Todos la cagamos, ¿sabes?

Doy otro largo trago de cerveza. Lo necesito, ya que la conversación ha tomado un rumbo que me importa.

—¿Tú crees? —Me pregunto si me toma el pelo.

—Absolutamente. —Asiente con la cabeza todavía balanceándose—. Me alegro de que estés aquí, tío. Nunca sales con nosotros. Siento que soy especial o algo contigo apareciendo en mi cumpleaños y toda esa mierda. No todos los días un idiota como yo cumple veintiuno.

Nos reímos.

—Tienes razón. Eres un completo idiota.

En realidad no. Logan es un tío decente. Y, además, no podía quedarme sentado en casa a solas con mis pensamientos durante más tiempo. Me estaba volviendo loco.

Logan sonríe.

—Tienes que salir más con nosotros. Espera a ver a nuestras camareras de esta noche. Están jodidamente buenas. Todos conocen a una de ellas, una grupi rubia con un culo increíble. La otra es alta y morena. Parece modelo.

Una sensación de incomodidad me atraviesa ante la descripción de la rubia, pero la ignoro. ¿Qué tiene de extraño? Hay muchas grupis rubias del equipo por ahí.

—Guapas, ¿no? —digo para fingir interés.

—Guapas no es la palabra para empezar a describirlas. Son completamente diferentes y están absolutamente buenas. —Logan inclina la cabeza hacia atrás y se da un golpe con el respaldo de la silla—. Necesito echar un polvo —dice mirando al techo—. No he tenido sexo desde hace veintiún años. Creo que esta noche es perfecta para celebrarlo echando un polvo.

—Me sorprende que no haya chicas aquí.

Mis compañeros de equipo son famosos por hacer fiestas locas con chicas medio desnudas. Es parte de la razón por la que nunca voy, porque las mujeres medio desnudas acercándose me asustaban muchísimo.

Todavía me hacen sentir incómodo porque siempre, siempre, quieren algo que no puedo darles. Como por ejemplo mi atención o mi tiempo. Olvida esa mierda. Solo hay una chica medio desnuda a la que recibiría con los brazos abiertos si viniera hacia mí ahora mismo.

Y ella me odia.

—Oh, las chicas llegan más tarde. —Logan sonríe y cierra los ojos—. De hecho, iremos a verlas. Prométeme que vendrás con nosotros.

—Eh… —Parece una pesadilla.

Logan abre de golpe los ojos.

—Prométemelo. Voy a gritar y a montar un espectáculo si no lo prometes.

—Vale, vale, iré.

No tengo ni idea de lo que acabo de aceptar, pero no puede ser malo, a juzgar por la amplia sonrisa de Logan. Además, probablemente gritará y montará una escena sin importar lo que diga.

Una chica alta y de cabello oscuro entra en la sala privada dibujando una sonrisa con sus labios rojos mientras empieza a servirnos las bebidas desde la pesada bandeja que lleva. Se me acerca después de vaciar la bandeja y su mirada marrón oscuro conecta con la mía.

—Ah, una cara nueva. Veo que ya tienes una cerveza, pero ¿necesitas algo más? ¿Algo para comer, otra bebida?

—Sírvele un trago —dice Logan sin articular bien la voz ya—, tequila.

Me mira expectante, pero le habla a Logan.

—¿Solo un trago, cumpleañero?

—Tráenos una ronda de ocho.

¿Qué demonios?

—No voy a tomarme un montón de chupitos contigo. Me da igual que sea tu cumpleaños.

—No seas aguafiestas. —Logan hace un gesto con la mano—. Ocho chupitos de Patrón, guapa. Oye, ¿qué haces luego? ¿Quieres venirte con nosotros cuando llevemos la fiesta a la próxima parada?

Se ríe y sacude la cabeza.

—Lo siento, trabajo hasta la una. Aunque gracias por la oferta. —Su mirada se encuentra con la mía una vez más—. Entonces, ¿otra cerveza?

—Claro. —Me encojo de hombros. Me tomaré un chupito y otra cerveza y luego se acabó. Estar borracho significa perder el control y no me gusta.

Se da la vuelta y se abre paso por la sala, lo que le hace ganarse más de una mirada de deseo y silbidos por lo bajo. En cuanto se va, empiezan a hablar de ella. Su culo, sus tetas, su bonita cara.

—Tiene una boca hecha para chupar pollas —dice Jace con toda la autoridad del mundo.

Asiento con la cabeza sintiéndome como un gilipollas por hacerlo. Pon a un montón de chicos juntos, dales alcohol y nos volvemos unos completos imbéciles.

—Espera a ver a la otra —comenta Logan—. Hablando de bocas hechas para chupar pollas. Y según lo que he oído, ha hecho eso y más con unos cuantos bastardos afortunados que hay aquí esta noche.

Las risas resuenan por la sala. Logan lo dice lo bastante alto y me doy cuenta. Sé que hablan de Fable. Lo admitió cuando estuvimos juntos. Que se lio con unos cuantos de mis compañeros de equipo, aunque dijo que nunca llegó demasiado lejos.

¿Mintió solo para guardar las apariencias y no quedar como una guarra? No creo que sea una guarra.

Creías que era una guarra cuando la contrataste para que fingiera ser tu novia. Por eso la elegiste.

Aparto de mi cabeza la irritante voz y me termino la cerveza. El alcohol hace su magia, deslizándose por mis venas, zumbando por mi cabeza. La señorita alta, morena y guapa vuelve a aparecer relativamente rápido y me pasa una cerveza fría con una sonrisa antes de colocar en línea los ocho chupitos de Patrón frente a Logan con una pequeña floritura.

Él coge inmediatamente un chupito rebosante de alcohol y lo levanta en mi dirección.

—Vamos, Callahan.

Cojo uno, unos cuantos tíos cogen uno también y chocamos los chupitos, homenajeando a Logan antes de bebérnoslos de forma simultánea. El tequila me quema la garganta y hago una mueca. Me río cuando Logan me pone otro chupito en la mano y me tomo ese también.

En unos minutos dejo de sentir dolor. Que le den a mis problemas, estoy bien. Me he ventilado tres chupitos y dos cervezas y nada puede hacerme daño. Nada.

Hasta que la chica a la que amo más que a nada en el mundo irrumpe en la sala como si todas mis fantasías cobraran vida.

Segundas oportunidades (Una semana contigo 2)

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