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Prólogo
ОглавлениеDavid Álvarez Martín
No es cierto que la República Dominicana viva de espaldas al Caribe, como se acostumbraba afirmar par de décadas atrás. Muchos son los vínculos que constantemente se establecen entre empresarios dominicanos y de las islas, como del Estado Dominicano y los Estados caribeños. El turismo se mueve de una a otra de nuestras costas, mediante líneas aéreas y cruceros, la migración de dominicanos a muchos de los territorios francófonos, anglófonos y de tradición holandesa es cada día más notoria y representa en muchos de esos países minorías significativas. Tenemos la ciudad más importante en la costa del Mar Caribe y nuestras fronteras con los pueblos caribeños es terrestre y marítima. Somos caribeños, pensamos como caribeños y cada vez más nos insertamos en la totalidad del Caribe en su expresión más amplia.
En las ciencias sociales dominicanas tenemos dos grandes textos del Caribe y su historia de más de cinco siglos: Juan Bosch y El Caribe frontera imperial. De Cristóbal Colón a Fidel Castro, publicada en 1970, y más reciente, de Frank Moya Pons, su Historia del Caribe. Merece destacarse los aportes de Emilio Cordero Michel y de Miguel Ceara Hatton. Se suma a ello el impulso brindando por Roberto Cassá a la investigación y publicación de obras que vinculan a República Dominicana con otras sociedades del Caribe desde el Archivo General de la Nación. Y en ese despertar dominicano del interés por el Caribe tenemos dos aportes sobresalientes de Mukien Sang Ben, por un lado su extensa producción de artículos sobre el tema caribeño, que el lector descubrirá en esta obra, y por otro lado la creación y dirección de dos programas académicos en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM) sobre el Caribe: el doctorado en Historia del Caribe y la maestría en Estudios Caribeños, además de varias cátedras sobre temas relacionados con el Caribe en la misma universidad. Nuestra autora no solo contribuye con el tema caribeño como investigadora de primer nivel, sino que está forjando la siguiente generación de investigadores en dicho tema. Con los aportes de Bosch, Moya, Cordero, Ceara y Sang (y en el caso de ella como historiadora y docente) la República Dominicana gana privilegiadamente un alto puesto en el estudio de nuestra realidad caribeña. El doctorado fruto de su iniciativa es único en el área.
En torno al tema del Caribe, que en diversas facetas Mukien trata en este libro, se abren problemas y cuestiones que ocuparán a muchos estudiosos por el resto del siglo XXI. Desde la complejidad de su mundo y la común herencia africana, hasta cuestiones más recientes como la economía turística y las enfermedades transmitidas por vectores que afectan a nuestros pueblos cíclicamente. El cambio climático global afecta terriblemente esta zona y lo hará -según estudios recientes- de formas no imaginadas, con tormentas de dimensiones mayores que las conocidas o pérdida de territorios por ascenso del nivel del mar. Las migraciones intracaribeñas y hacia otras latitudes del Primer Mundo, a la vez que migrantes de otras regiones del mundo que vienen a vivir al Caribe, es una constante en los poco más de cinco siglos de inserción de la zona con el resto del mundo.
Pocas regiones del planeta tienen patrones comunes en el desarrollo de sus procesos productivos, políticos, sociales y culturales como el Caribe, aún con el aislamiento impuesto por sus metrópolis de unas sociedades y otras, y esos ritmos de cambios se descubren a los ojos de Mukien en oposición a suposiciones de diferenciación fruto de historiografías aldeanas. Lejos de detallar una cacofonía de hechos y creaciones en los diversos espacios caribeños, nuestra autora nos devela una profunda sinfonía que brinda identidad y fuerza a los pueblos que habitan en torno a este mar maravilloso.
No es posible entender nuestra historia dominicana, nuestra relación con Haití, nuestros conflictos con España y hasta las intervenciones de Estados Unidos en nuestro proceso histórico, si no lo hacemos desde la perspectiva caribeña. Y no exclusivamente el Caribe insular, ya que casi toda Centroamérica, Venezuela y Colombia, y gran parte de México, son caribeños. Si nos atenemos a la presencia africana como signo de identidad caribeña llegaríamos a las Guayanas, norte de Brasil, Bahamas y hasta New Orleans en Estados Unidos. Surgen cuestiones como si el Golfo de México es o no Caribe. Para Mukien, y lo descubrirán leyendo este libro, el Caribe tiene tantos ángulos para explorar, pero una unidad que amerita ser destacada y expresada en la diversidad de las ciencias sociales y las humanidades. Mención debo hacer del esfuerzo de nuestra autora en la Cátedra de Literatura Caribeña en la PUCMM que ha invitado a grandes especialistas en el tema.
Confío en que la lectura de los diversos textos de esta obra motive a los más jóvenes a fortalecer su conocimiento del rico entorno en donde la sociedad dominicana se va construyendo, enfrentado grandes retos y descubriendo el talento de su gente. Somos dominicanos y dominicanas en cuanto somos caribeños, no es un añadido, es el núcleo de nuestra identidad. La dominicanidad es caribeña o no es. Para los menos jóvenes este texto es un aliento para ir enfrentando viejos prejuicios y superando las visiones de la historiografía criolla deformada por el exagerado hispanismo, y un anti-haitianismo sin fundamentos históricos que únicamente ha servido para favorecer el prejuicio contra nuestra negritud y mulataje, producto de nuestro siglo XVII. Para todos los lectores esta es una invitación a profundizar en la clave interpretativa del ser caribeño que resulta ser -en mi opinión- el develamiento más hondo de nuestra alma nacional que se hermana con todos los pueblos que son bañados por este deslumbrante mar o que nos vincula a la potente fuerza de la herencia africana común que debemos descubrir con rigor y pasión.