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Capítulo 1 ¿Por qué las plantaciones?

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Pueblo mío

cuando

lejos de los días pasados

renazca una cabeza bien puesta sobre

tus hombros

reanuda

la palabra

despide a los traidores

y a los amos

recobrarás el pan y la tierra bendita

tierra restituida

cuando

cuando dejes de ser un juguete sombrío

en el carnaval de los otros

o en los campos ajenos

el espantapájaros desechado

mañana

cuando mañana pueblo mío

la derrota del mercenario

termine en fiesta

la vergüenza de occidente se quedará

en el corazón de la caña

pueblo despierta del mal sueño

pueblo de abismo remotos

pueblo de pesadillas dominantes

pueblo noctámbulo amante del trueno furioso

mañana estarás muy alto muy dulce muy

crecido

y a la marejada tormentosa de las tierras

sucederá el arado saludable con otra tempestad.

Aimé Césaire, Lejos de los días pasados

El tema de las plantaciones es recurrente en el Caribe insular, especialmente el inglés y el francés. Tanto ha calado en la identidad de estos pueblos que aparece de manera reiterada en el discurso histórico y político, y ha sido motivo para inspirar grandes novelas y hermosos poemas, como esa que adorna el inicio de este capítulo, escrito por el gran poeta-escritor oriundo de Martinica, Aimé Césaire.

Participaba por primera vez, hace casi treinta años, en una reunión de la Asociación de Estudios Caribeños celebrada en Saint Thomas. Me llamó mucho la atención que para los historiadores de las diferentes islas del Caribe inglés y francés el tema de las plantaciones era una constante en sus reflexiones e investigaciones, que todas sus participaciones eran en torno a esa problemática. La condición de esclavo y explotado trabajador ha calado profundamente en sus identidades y sus imaginarios colectivos. El tema, aunque me llamó la atención, quedó pendiente en mis preocupaciones intelectuales.

Desde hace ya casi una década estoy dedicada al mundo del Caribe, insular y continental. Para aprender y conocer mejor una realidad a la que pertenezco, pero, como casi todos los dominicanos, desconocida y marginada, he estado hurgando por todas partes sobre el tema. La vida me regaló la oportunidad de dirigir el Centro de Estudios Caribeños en mi Alma Mater, la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, razón por la cual inicié una columna en el periódico El Caribe, que ha sido la mejor forma de aprender sobre el Caribe, abordarlo desde diferentes perspectivas y dar a conocerlo al gran público.

En mis lecturas e indagaciones he vuelto a constatar, como hace treinta años, que las plantaciones azucareras continúan marcando a los estudiosos del tema. ¿Por qué?, me pregunté entonces y me pregunto hoy. Intenté contestar a esa gran pregunta. Busqué respuestas a través de las interpretaciones de varios investigadores. En este capítulo presentamos las diferentes opiniones de los historiadores que han abordado el tema de las plantaciones, comparándolos, para lo cual buscamos sus puntos comunes y sus puntos divergentes. Los autores que trabajamos en este capítulo son Frank Moya Pons, Manuel Uc Sánchez, Pablo Mariñez, Gonzalo Martínez, Humberto García Muñíz, Germán Márquez, Gabriela Maglia Vercese, Wenceslao Vega, Emilio Pantojas y Consuelo Naranjo. Existen muchos otros historiadores, economistas y sociólogos que también han trabajado el tema, pero a veces hay que dar término a las cosas para poder proseguir. No queriendo esto decir que la búsqueda de interpretaciones sobre las plantaciones se haya finalizado, simplemente está detenida.

Al indagar, lo primero que llegó a mi memoria fue el epílogo del libro de Frank Moya Pons en su obra Historia del Caribe1 publicada en español en 2008. Con el sugerente título ¿Por qué la plantación? Moya nos ofrece una explicación completa sobre sus consideraciones al respecto:

Este libro trata principalmente de la evolución de la plantación azucarera como la fuerza integradora predominante en la historia económica del Caribe. Hemos escogido este foco porque la unidad funcional del Caribe se percibe mejor al considerar el sistema de la plantación como la estructura económica subyacentes entre sí, a pesar de las diferencias ecológicas y políticas de las islas.

Podríamos haber escrito una historia del Caribe diferente utilizando otro tipo de análisis, pero si es que existe una corriente que fluye de manera ininterrumpida y produce la unidad histórica de la región, esa es la evolución del sistema de plantaciones.

La historia de la plantación azucarera sirve para explicar tanto las continuidades económicas en las colonias como su evolución demográfica. También explica, más claramente que otros fenómenos, por qué las potencias europeas se involucraron tan profundamente en las guerras en el Caribe y cómo sus colonias caribeñas se integraron al extenso mundo de la economía atlántica.

El impacto que la historia del Caribe ejerció en ambos lados del Atlántico puede explicarse mejor desde la perspectiva de las plantaciones azucareras y del sistema esclavista que las acompañó por casi cuatro siglos. Las conexiones económicas que unieron al Caribe con África, Europa y Norteamérica, antes y después de la revolución industrial, son cruciales para entender el surgimiento del capitalismo como sistema económico mundial.2

Moya afirma en esta pequeña pero muy sustanciosa reflexión expuesta en el Epílogo de la obra, que ninguna otra institución colonial desempeñó papel tan crucial como el de la plantación azucarera a fin de integrar el Caribe en la economía mundial. Un elemento importante es que plantea que el azúcar no fue el único producto que se cultivaba en las plantaciones, pero fue sin duda el más significativo. Más aún “fue el más importante y el que mantuvo a las Antillas en la mirada y el puño de las potencias metropolitanas. La plantación, junto con el sistema esclavista, dominó la historia del caribe por más de 400 años”.3

Las plantaciones azucareras, expone el amigo historiador, constituyó una unidad orgánica, a pesar de que las colonias tenían metrópolis distintas. Sin embargo, cada realidad tuvo sus particularidades, produciéndose una notable diferenciación en el plano político, social y cultural que todavía, en el siglo XXI, es visible, especialmente en las llamadas Indias Occidentales.

Moya Pons no coincide con aquellos que aseguran que el Caribe es una región fragmentada, pues considera que esta fragmentación es solo desde una perspectiva sociopolítica y cultural, ya que sus estructuras productivas, así como su economía, eran homogéneas. Sin embargo, sostiene que debemos reconocer “que dentro del marco unificador de las plantaciones azucareras surgieron distintas sociedades criollas que con el tiempo se convirtieron en nuevas naciones. Es también dentro de este contexto histórico que la actual fragmentación del Caribe puede ser mejor entendida y aceptada”4.

La homogeneidad no fue eterna. Comenzó a fragmentarse con los sucesos mundiales. Afirma Moya que se inició en 1930. ¿Por qué razón? sería la pregunta lógica. El autor se responde y responde: por un hecho que marcó a todo el mundo: la Gran Depresión, que creó serias dificultades en las economías de todo el mundo. A partir de ese momento, dice, el Caribe no fue el mismo, dejó de ser lo que era antes. Otros factores externos que acrecentaron la fragmentación fue sin duda la Segunda Guerra Mundial, proceso que permitió que Estados Unidos se hiciera dominante en Occidente, provocando “una marcada americanización de la región, incluyendo a las antiguas colonias francesas, británicas, holandesas y danesas”5.

Esta situación provocó que el modelo de las plantaciones azucareras entrara en una crisis tan profunda que nunca más pudieron recuperarse. Solamente Cuba, afirma el historiador, lo mantuvo, el cual perduró incluso bajo el socialismo.

La ruptura del modelo de plantación trajo grandes cambios. En efecto, la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial trajeron consigo la creación y desarrollo de los sindicatos y las organizaciones obreras, así como el surgimiento de los partidos políticos locales que demandaban la descolonización, pero, sobre todo, la independencia. La ideología nacionalista entró con fuerza, especialmente en las clases medias y los sectores intelectuales. Otro factor que afectó mortalmente el modelo fue la política de sustitución de importaciones, a fin de desarrollar la industria local. Los vientos de democratización llegaron y los sectores más radicales demandaban, exigían más bien, reformas agrarias que permitieran una nueva relación social y económica con el campesinado.

Las conclusiones, muy interesantes, por cierto, que nos ofrece Moya sobre la quiebra del modelo y sus implicaciones políticas y económicas explican la realidad del Caribe hoy. Veamos:

El sistema de plantaciones fue uno de los componentes principales de lo que se le llama hoy sistema económico mundial. Las plantaciones caribeñas fueron también un elemento fundamental en la conformación de la nueva economía atlántica surgió luego que los europeos invadieron a América en los siglos XVI y XVII. Desde una perspectiva mundial, el desarrollo del capitalismo no podría entenderse completamente sin el sistema de plantación azucarera, así como tampoco podría explicarse totalmente la independencia de los Estados Unidos sin el papel que jugaron las plantaciones azucareras caribeñas.

El Caribe funciona hoy como un complejo archipiélago de nacionalidades y culturas con economías diversificadas conectadas estrechamente tanto a las potencias industriales del norte del Atlántico como a los países de Sudamérica y Asia. […] Fue a partir de la llegada de Colón al Caribe cuando los europeos comenzaron a darse cuenta de la unidad planetaria y a actuar en consecuencia. Esta es otra de las razones de por qué la historia del Caribe es relevante para comprender hoy el mundo moderno. Hasta que la humanidad puso un hombre en la luna, ningún otro descubrimiento ha tenido consecuencias tan importantes y duraderas como la invasión europea del Caribe y la conversión de esta región en uno de los pivotes de la economía planetaria. Hacer que la historia sea evidente ha sido el principal propósito de este libro.6

La lectura de la Historia del Caribe de Frank Moya, y muy especialmente su conclusión sobre las plantaciones, me motivaron a conocer mejor sobre el tema. Busqué por donde pude. Hurgué en las principales revistas y libros digitales (¡una gran ayuda para los investigadores!) y también por las vías tradicionales de las obras impresas. Lo que se presenta a continuación es una relación de las lecturas que iba haciendo según caían en mis manos y a medida que me surgían nuevas preguntas y nuevas inquietudes. Estas lecturas fueron presentándose en forma de artículos. Durante la fase de estructuración de los artículos en forma de libros incorporé nuevas lecturas.

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