Читать книгу Detrás de escena - Naomi Striemer - Страница 25
La invitación
ОглавлениеTomamos algunas fotos contra la pared blanca de nuestra sala de estar, escribimos una biografía y mandamos el paquete. Pensamos que sería seguro mandar copias a todos los sellos discográficos importantes de Canadá, además de a Trans Continental, en Orlando. Había experimentado el interés de sellos discográficos cristianos en pequeña escala hacía unos años, pero había tomado la decisión de que podía tener una mayor influencia en la música pop.
Pasaron unas semanas antes de que comenzara a suceder: cartas en el correo de los sellos discográficos más grandes. “Gracias por tu interés. En este momento no estamos buscando artistas en tu género, y vamos a tener que pasar”. Todas las respuestas habían llegado. Todos me habían rechazado, con la excepción de Trans Continental, de la que no habíamos recibido nada.
–Papá, creo que deberías llamarlos –le sugerí, finalmente.
–Bueno, puede ser más de lo mismo. Pero, quizá valga la pena ver si recibieron tu demo.
Nuevamente, desapareció con el teléfono. Yo esperaba, con el estómago lleno de nudos. Esta era mi última oportunidad; y honestamente, la única que realmente quería. Era la compañía de mis sueños.
Podía ver la emoción en el rostro de mi padre mientras bajaba las escaleras. Algo bueno había sucedido. Mi madre y yo nos acercamos, animándolo a contarnos las noticias.
–¡Recibieron el paquete! ¡Les gusta el demo! ¡Creen que eres genial! ¡Y nos invitaron a ir a Orlando a encontrarnos con ellos, para un gran concierto a beneficio que estarán haciendo el fin de semana que viene!
¡Comencé a gritar de alegría, saltando de emoción por la toda habitación! ¡Esto era real!
Y entonces mi mamá nos bajó a la realidad:
–No podemos ir a Florida. No tenemos dinero suficiente para el viaje.
Y con esa frase, la celebración llegó a un abrupto final. ¿A qué se refería con que no teníamos suficiente dinero? ¡Este era el mayor sueño de mi vida! Iba a ir a Florida de un modo u otro.
Durante los siguientes días, trabajé en mi papá. Sabía que él estaba en el límite, que realmente quería ir. Mi mamá estaba bajándonos a la realidad de un fuerte golpe. La casa nueva había salido cara, y mis objetivos profesionales habían estado distrayendo a mi papá del trabajo y las ganancias. Simplemente, no teníamos el dinero. Pero, cuando los sueños y las oportunidades que aparecen una vez en la vida se juntan, ¿cómo no tomar el riesgo?
Era la noche anterior al día en que teníamos que viajar. Lo había intentado todo, y no parecía que fuéramos a viajar. Estaba afligida y no podía dormir. “¿Cómo puede ser tan cruel la vida?”, me preguntaba a mí misma. Las cosas que había planificado llevar estaban apiladas en un rincón. “¿No hay nada más que pueda hacer?”
Tenía que dar todo de mí e intentarlo una vez más. Escribí:
“Querido papá:
“Soy consciente de que no tenemos mucho dinero en este momento, pero nunca va a haber un momento ideal para hacer esto. Uno no recibe muchas oportunidades en la vida, y me están ofreciendo una en este momento. Es una experiencia de una vez en la vida, y lo único que quiero en todo el mundo. Por favor, no permitas que el dinero se interponga entre mí y mis sueños. Esto podría cambiar todo. ¿Qué vas a hacer? ¿Quedarte aquí y vivir en esta granja para siempre, sabiendo que nunca aprovechaste la oportunidad de dar a tu hija todo lo que siempre quiso en la vida? ¿O tomarla, y ver qué sucede y cómo cambia nuestras vidas para siempre? Soy la última hija de esta familia, y esta es tu última oportunidad de hacer algo grande. No dejes que pase de largo.
“Siempre pensé en ti como un visionario, alguien que aprovecha oportunidades y sueña en grande. Estoy esperando que tomes esta oportunidad conmigo, o perderé todo mi respeto por quien pensé que eras, y me daré cuenta de que eres como todo los demás, sin pasión.
“Estaré esperando con todo empacado, lista para ir a Florida mañana”.
Doblé la carta y la pasé por debajo de la puerta del dormitorio de mis padres. Había hecho todo lo que estaba en mi poder. Hice una oración. Sabía que ahora estaba fuera de mis manos.