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9 de febrero


La tapita de la plastilina

“El segundo es: ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo’. No hay otro mandamiento más importante que estos” (Marcos 12:31, NVI).

En una mudanza que nos tocó vivir, pudimos llevar muy pocas cosas. Tuvimos que vender la mayor parte de los juguetes de mis hijas. Mi hijita menor, Melissa, tenía tres años, así que le fue muy difícil separarse de sus cositas. Finalmente, cuando llegó la hora de armar las maletas, cada una tenía dos muñequitas, un osito de peluche, un par de rompecabezas... en fin, no era mucho. Pero habíamos guardado, nuevecitos, dos tarritos de plastilina.

Cuando llegamos a nuestro nuevo destino, un día Meli me acompañó a comprar vegetales, aferrada a su tarrito de plastilina. En el medio de la compra, se le cayó la tapita de plástico en un desagüe. Tanta pena le dio desprenderse de su pequeña tapita, que se puso a llorar. Yo di por perdida la tapita enseguida, pero Meli no paraba de llorar. ¡Los desagües tenían casi un metro de profundidad y encima tenían una reja pesadísima encima!

En ese momento, una de las vendedoras de vegetales se conmovió y le dijo: “No te preocupes, la vamos a sacar”. Y esta bondadosa señora se las ingenió para probar varios métodos diferentes. Finalmente, ató dos ramas, y en la punta de una de ellas pusimos plastilina. Cuando la tapita salió, después de unos veinte minutos, ¡Melissa estaba feliz! Y yo, muy agradecida a la señora de los vegetales por su ayuda.

¿Sabes? Ese pequeño gesto de bondad me marcó profundamente. ¿Valía la pena tanto esfuerzo por una tapita de plastilina? Para esta amorosa señora, sí, valía la pena. Valía la pena gastar tiempo, valía la pena esforzarse, idear nuevos métodos. Valía la pena demostrar bondad para con una niñita de tres años, desolada por la pérdida de su tapita.

Hoy quiero invitarte a pensar, ¿qué esfuerzo vale la pena para ti hacer, para ser bondadoso con los demás? ¿Te detendrías a ayudar a un niño pequeño? ¿Te molestarías en salvar un pajarito? ¿“Perderías tiempo” en consolar a alguien que llora? ¿Te quedarías sin recreo para explicarle matemáticas a un compañerito que no entiende?

Recuerda las palabras de Jesús: “A mí lo hicisteis”. Cuando ayudas con amor, cuando demuestras tu bondad, lo estás haciendo al mismo Jesús. Que él esté contigo hoy, mientras muestras bondad a todos aquellos con quienes te encuentres. Cinthya

Un rayito de luz para cada día

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