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Clara Salz. EFA

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Hace unos años Liliana Ganimi me invitó a escribir una reseña acerca de algún libro que yo eligiera para el espacio La Función del lector y elegí El curioso incidente del perro a medianoche. Es un bestseller y actualmente está en cartel en una obra de teatro. El protagonista de este libro por sus descripciones podría ser un niño al que diagnosticaron TGD y abordado con métodos conductuales, ahora es un joven con capacidades especiales. Se presenta así, se llama Cristopher y dice: “Me sé todos los países del mundo y sus capitales”. También puede recitar la teoría de la relatividad. Su maestra le enseñó que, dibujando una boca para bajo en una cara significaba triste, como él se sintió cuando encontró al perro de su vecina muerto y luego le enseñó que dibujando una boca para arriba significaba contento. Efectivamente, así se trabaja desde las terapias cognitivas conductuales, con tarjetas. Guarda ese dibujo en una hoja y lo saca cada vez que no entiende lo que alguien le está diciendo. Anticipa que la novela que va a escribir no va a ser un libro gracioso, ya que él no sabe contar chistes ni hacer juegos de palabras porque no los entiende. No le gustan las novelas propiamente dichas porque son mentiras de cosas que no ocurrieron, eso lo asusta. Su libro será de verdad, no sabe mentir y considera que la palabra metáfora es una mentira, ya que no puede armar imágenes en su cabeza de frases. De allí que la gente le provoca confusión, no le gustan los abrazos, tampoco mirar a la gente a la cara. Considera que cuando la gente mira al hablar a otra persona trata de captar lo que él está pensando y él de esto es incapaz y escribe: “Es como estar en una habitación con un espejo en un solo sentido”. Por eso no le gusta que el padre lo mire. El escritor del libro, Mark Haddon, describe acertadamente, con mucha ternura, situaciones difíciles en un mundo al cual este adolescente le teme. Del texto se desprenden los logros del protagonista, pero de esos trastornos y de esa rigidez, no sale, se adapta. Concluí la reseña diciendo que quizás un buen encuentro con un analista puede ayudar a ubicar a un sujeto en otra posición.

Estas descripciones en relación con el autismo como lo inflexible de la palabra, las repeticiones monótonas, las ecolalias, la gran memoria, el desinterés por las personas, la falta de lazo social, entre otras, si bien son precisas, su abordaje se reduce muchas veces a lo reeducativo y adaptativo. Estas manifestaciones afectan al lenguaje, al movimiento, pero no necesariamente deberían estar incluidas dentro del autismo porque se excluye así el caso por caso. Ellas responden a fallas en relación con el anudamiento RSI, a la dit-mension, dimensiones del decir que como seres hablantes habitamos. Y la diferencia con otros discursos dice Norberto Ferreyra en La dimensión clínica del psicoanálisis es que “(…) el discurso del psicoanálisis lleva en el lazo social que sostiene las posibilidades mismas de su interrogación y su subversión”.

Es desde el discurso del psicoanálisis y enmarcado en la experiencia del análisis que podemos ubicar operaciones lógicas, no cronológicas, de la constitución de un sujeto en la dirección de la cura, lógica de las operaciones constituyentes en transferencia. Lacan, en el Seminario X: La angustia, dice que “(…) el elemento de fascinación en la función de la mirada, donde toda subsistencia subjetiva parece perderse, absorberse, salir del mundo, parece enigmático. Pero he aquí, sin embargo, el punto de irradiación que nos permite cuestionar lo que nos revela la función del deseo en el campo visual”. En la experiencia del espejo, ¿qué vemos?, flores donde no las hay, imagen de un objeto que no está ahí. Por el espejo cóncavo aparece entonces otro lugar. Si partimos del esquema óptico considerado como un tiempo mítico, las flores están desparramadas, la mirada del Otro va a intervenir en el campo especular y permitirá que esa imagen se divida en una imagen real y una imagen virtual. La mirada fuera del espejo, restada, que constituye al niño más allá de ese lugar, que tiene para la madre, contando con el nombre del padre, permite así la alienación respecto de la imagen no sea completa. Hablamos de funciones, no de personas. Si el niño no puede apropiarse respecto de su propia imagen, queda fascinado, hipnotizado, alienado en la especularidad. En los casos graves la imagen virtual se pega a la imagen real, todo es superficie. El objeto, por ejemplo, pegado al cuerpo, pegarse, pegarse a sí mismo, o al cuerpo del analista, a la pared, dan cuenta de que no hay otro, ni un sí mismo, es necesaria una función de corte que instituya uno y otro, y una conexión entre ellos. El corte produce espacio y es la operación que hace a la lógica de la separación, se desprende un resto, el a. El corte es el que engendra la superficie, es ese corte sin el cual, en el Seminario X: La angustia va a decir Lacan “(…) el significante, su funcionamiento, su entrada, su surco en lo real es impensable (…)”. ¿Cómo despegar lo pegado, lo que se yuxtapone, lo adherido al cuerpo, en un análisis?

La pregunta del padre de un paciente: “¿Podrá aprender a leer si le leemos una vez y lo repite textualmente? Lo mismo lo que ve, lo que oye, se le pega”. Esa fue la pregunta que lo llevó a consultar a una psicoanalista luego de tres años de tratamiento conductivo conductual. El niño en ese momento tenía cinco años. Los primeros encuentros: de espalda a la analista mirando juguetes sin tocar. Al tiempo se relacionaba con algunos juguetes, pero evadía la mirada. Por una afonía mía, suspendo las consultas y me olvido de avisar a sus padres. Viene el niño, saludo afónicamente, me pregunta: “¿Te sentís bien?”. La afonía incluyó una falta en el otro, una distancia que posibilitó una palabra dirigida a otro y una pregunta. En otro momento descubre una casita y un timbre, lo hace sonar varias veces, sin palabras, sin gestos, digo: “Adelante”. Me mira, se sonríe, primer cruce de miradas. Vaciará la casita y con la puerta del consultorio, luego la de la casita, armará un adentro y un afuera. Al tiempo dice: “Tengo tantas cosas en la cabeza —me mira y pregunta—: ¿Y si las dibujo?”. Fue su primer desprendimiento del goce del cuerpo que puso en juego en el dibujo.

Unas operaciones que producen efectos de anudamiento, afectar lo adhesivo, lo que se yuxtapone, de la masa sonora a un eco que resuene. Trabajar sobre el espacio del consultorio, con ritmos, producir escansiones. El tono de voz afecta la infinitud de lo continuo e inmutable. Extraer letras, palabras, con el libro leído y memorizado, extraer un significante, sustituirlo, preguntar, jugar con los tonos, no es sin la presencia y el deseo del analista.

Este fue un tratamiento de un tiempo de trabajo prolongado, con un viaje familiar fuera del país. Continuó su tratamiento por Skype, pero con una indicación, sin imagen, solo con la voz. Luego del viaje, continuó el tratamiento y luego hubo un impasse de tres años. Volvió a la consulta hace unas semanas con una pregunta y un recuerdo. La pregunta fue con relación a la elección de su carrera. Dudaba entre estas tres orientaciones, cuál elegir: lenguaje audiovisual, tecnología o producción audiovisual. El psicoanálisis supone un sujeto por advenir.

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ESPACIO DE PREGUNTAS

Emiliano Verona: Me parece que el hilo conductor de los cuatro trabajos es el tema de la contingencia, fue nombrado por Liza Alberdi. Aída Canan hablaba de la verdad y no es sin la contingencia que se llega. Fue nombrada por Paula Naccarato cuando hablaba de un tercer tiempo y fue nombrada por Clara Salz cuando hablaba del buen encuentro con un analista y de cómo despegar algo que está adherido al cuerpo que es por la contingencia, que tenemos que aprovechar, para que algo pase. Me parece que eso es lo más importante y me parece que es importantísimo que lo tengamos en cuenta porque de otra manera nos quedaríamos en un universo proustiano en el cual no hay lugar a la contingencia, como si el tiempo no pasara y cuando caemos en la cuenta el tiempo se nos pasó. Entonces me parece que el tema de la contingencia es importantísimo.

Diego Fernández: Liza Alberdi, quería preguntarte: vos en un momento hablás del fracaso del discurso, quería preguntarte cuál era la idea del discurso fracasando o a qué te referías con eso. Me resonó y quería preguntártelo, ya que tengo la oportunidad.

Patricia Mora: Un comentario para el trabajo de Clara Salz. Vos decías que en lo que se pega del cuerpo tiene que haber un corte y después pasaste al ejemplo de este niño. La pregunta es con relación a la contingencia, esto que ocurrió, ese corte, ¿podría ser sin angustia?

Clara Salz: Yo hablo en el trabajo de los efectos de anudamientos, entonces lo pensé en estos momentos instituyentes. Corte en el punto de lo que se yuxtapone, los movimientos corporales continuos sin una orientación, todo esto condensado fueron las operaciones que considero como operaciones que en principio arman un espacio con un tiempo, que es ese tiempo de ver. Vos me preguntás si es sin angustia, no, no es sin angustia, la única cuestión es que en este paciente, la angustia vino en otro tiempo, apareció en otro tiempo, cuando empieza a descompletar a este Otro. Porque justamente la angustia va a ir al lugar en principio del vacío, del vacío a la falta y cuando falta la falta es angustia.

Liza Alberdi: Emiliano, lo que podría decir es que acuerdo con lo que decís de la contingencia y que, en este pasaje del no busco, encuentro y no encuentro tanto como busco, me parece que está el analista incauto, ahí, a la espera de esa contingencia. Diego, no sé si dije fracaso del discurso, creí haber dicho en el filo del discurso con relación al corte y al giro discursivo en el punto de la imposibilidad, que entiendo al menos en este momento, que en ese filo es donde se da la experiencia del encuentro posible con lo real. Desanudamiento-anudamiento en ese giro del inconsciente. Creo haber dicho el filo.

Stella Maris Nieto: Me pareció escuchar en los casos que presentan, en esas viñetas, la importancia crucial del tiempo, tiempo que posibilita el corte y el corte es el que va a armar la superficie y en los ejemplos que mencionaron cada una, a su manera, dio cuenta de esa cuestión. No sé si quieren volver a decir, me pareció muy claro en los ejemplos que trajeron.

Aída Canan: Sí, lo que decís, Stella, junto con lo que decía Emiliano en el sentido de que también hay un tiempo para la contingencia en los análisis, en la pequeña viñeta que traía se trata de alguien que no es la primera vez que habla de esta mentira en la que estuvo inmerso, siempre creyendo que su padre, con el padre que vivía, era su padre biológico. Hay un tiempo del análisis, hay una contingencia donde él puede decir esto porque hay algo de esa muerte, porque a él le cambian el nombre. Lleva el nombre de su madre y el segundo marido de la madre lo adopta. Y es algo que él sabe, porque ocurrió cuando tenía seis años, pero no se enteró. No se enteró sino por la vía del análisis, efectivamente lo que vos decís es un tiempo en el análisis y la contingencia que pudiera decirlo, aparece ahí ese orden de verdad al que me refería.

Paula Naccarato: Con relación a esta paciente que traigo, es una paciente muy compleja porque los síntomas que trae son absolutamente corporales, pero con ninguna relación al inconsciente. Entonces el hecho de ir trabajando con ella para que algo pueda hacer un equívoco para que una acentuación como la que traigo pueda cambiar algo en relación con la asociación hacia dónde va, son pequeñas cuestiones que van surgiendo en el análisis y que permiten que haya una cadena asociativa diferente, que, por ahí ella, en algún momento, pueda empezar a preguntarse si esos síntomas están en relación con algo de su historia, pero por ahora no está ocurriendo. A mí me interroga esto, no solamente con esta paciente, sino con algunos otros, porque lo que viene sucediendo es que vienen pacientes sin relación con el inconsciente. Eso es un tiempo que tiene que ir produciéndose a partir de las intervenciones que uno pueda ir haciendo para que algo circule diferente.

Clara Salz: En los tiempos constitutivos, creo, lo dije en el trabajo, de lo que se trata es de los tiempos lógicos, no cronológicos y ahí dije la edad y la vuelta en la adolescencia que aquí se pudo operar. Además, hay un tiempo de construcción en un análisis, lo de la contingencia, también el olvido del analista es contingente.

Verónica Cohen: Quería decir algo sobre la cuestión de lo contingente. Lo contingente es necesario, porque se trata de que en la repetición aparezca lo nuevo y que el mechón que hay que agarrar es eso nuevo que aparece. ¿Para qué? Porque ahí está la pregunta de las jornadas que quería volver a hacer que es ¿qué se produce en psicoanálisis? Está claro al final del trabajo de Clara que lo que se produce es un sujeto. Quería saber si están de acuerdo y si ustedes en la línea de su trabajo lo pueden definir de otro modo.

Intervención: Quería seguir en la línea que planteó Verónica. Porque la contingencia se produce solamente en un análisis, no hay otra temporalidad en otro discurso, equivalente a la contingencia que se produce en un análisis. Esta temporalidad es producto del discurso analítico, porque tiene la particularidad de que solamente se puede aprovechar si ha habido repetición. Si no, un fallido puede ser “me tropecé”, “me olvidé”, si no está la repetición, esa contingencia no se puede tomar. Por eso me parece que Aída traía que ya había habido una mentira previa, pero resulta que en la repetición se produce algo que rompe la cadena significante, esa es la contingencia, la ruptura de la cadena y aparece algo nuevo, ahí sí lo podemos tomar. Por eso digo: ¿Qué se produce en psicoanálisis? Esta temporalidad es producto del discurso analítico.

Intervención: Me parece que en lo que traía Paula Naccarato cuando decía “sin relación con el inconsciente”, en Freud lo podemos leer en las neurosis actuales. El solo hecho de decir “sin relación con el inconsciente” habla de una no división y de la falta de la división. Me parece que, en lo que planteaba Verónica Cohen, se produce un sujeto, lo que se produce es una división. El análisis divide. Y si lo consideramos desde los cuatro discursos, en el discurso del analista lo que se produce es un S1 y lo interesante es que el sujeto queda menos fascinado con el S1 que hasta ese momento comanda su decir y otra vez produce una división.

Clara Salz: Paula Naccarato, hablabas también de los diagnósticos, así como en mi trabajo también, me parece que se superclasifica, se superdiagnostica la infancia y la adultez también, eso viene de un discurso donde se considera al individuo como uno y no dividido, no en su división, entonces si es uno se puede clasificar porque no hay división.

¿Qué se produce en psicoanálisis?

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