Читать книгу Magia y fantasía en la obra de Manuel Scorza - Ofelia Huamanchumo de la Cuba - Страница 8

1.2 Crítica al ciclo novelesco

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Frente a la publicación de la primera novela de Scorza, Redoble por Rancas (1970), hubo una recepción bastante escéptica en la crítica nacional, hecho que se percibe desde los títulos en los periódicos5, a pesar del número impresionante de lectores a nivel internacional. Solo se publicarán algunas entrevistas al autor, con comentarios sobre su obra a partir del parentesco con corrientes literarias afines conocidas en ese entonces, como el indigenismo y el mágico realismo, a lo que Scorza responderá:

Me parece que se encuentran nexos de una manera superficial. Existe en cambio una diferencia esencial: García Márquez utiliza el mito para transformar la realidad en mito. Yo utilizo el mito para mostrar la realidad. Todos los mitos míos al final se resuelven en una situación rigurosamente realista (Lévano 1972: 34).

Importante es recalcar, como ya lo he señalado, que fueron factores extraliterarios los que provocaron aquel silenciamiento arbitrario de la crítica especializada en el Perú; sin embargo, en el extranjero llamará significativamente la atención el hecho de que Scorza lograra con la literatura una función social concreta; pues gracias a la protesta de su primera novela, el gobierno peruano liberará a un campesino encarcelado injustamente tras los hechos a los que se hace referencia en Redoble por Rancas (el ciudadano aparece en la novela como el personaje Héctor Chacón, el Nictálope)6.

A esto se suma la publicación de su segunda novela Historia de Garabombo, el Invisible (1972), luego de lo cual comenzarán a llegar al Perú las primeras noticias sobre la excelente recepción de la obra de Scorza en Francia, lugar de residencia del autor. Se traducen así trozos de diarios extranjeros7:

Atención: Este libro admirable [Redoble por Rancas] es peligroso. Peligroso para los gratos sueños de la burguesía come-medallas, peligroso para los nostálgicos del salón literario, peligroso para todos los que olvidan la miseria a la hora del scotch, peligroso para quienes son terriblemente buenos, terriblemente simpáticos, terriblemente irresponsables... Así comienza el artículo que ‘Magazine litteráire’ (N° 73, marzo 1973, París) publica a propósito de la conmoción que entre los críticos y los lectores franceses ha provocado Redoble por Rancas. Esta novela del peruano Manuel Scorza ha sido, en el curso de pocos meses, editada también en italiano, checo, rumano y finlandés (Arriola Grande 1973: 5).

En el reducido espacio que la crítica especializada nacional le dará a la obra scorziana, se insiste por un lado en la idea de que “nuevos vientos soplan sobre el viejo indigenismo” (Echevarría 1974: 183); y por otro lado, se recalca el mérito de este autor de ser “el primero que utiliza lo fantástico para crear una imagen testimonial de la realidad” (Losada 1976: 108). En este último ensayo se señala ya la existencia de una doble perspectiva en lo narrado: la de la conciencia popular, llena de elementos fantásticos, y la dirigida al lector, con ironía. Incluso se clasifica lo fantástico en cuatro tipos: como elemento natural, como recurso técnico, como quiebra del orden natural y como explicación racional de lo evidentemente irracional (108-109). Se recalcará también que “las novelas de Scorza son algo lejano a la tradición indigenista”, pues “el mundo ‘mestizado’ de los campesinos y mineros de Scorza difiere de los indios ‘puros’ de Arguedas” (Escajadillo 1994: 109)8. Este último crítico se cuenta entre los más rigurosos en torno a la obra de Scorza, es él quien ya en 1978 hará un llamado a “estudiar las modalidades y funciones de lo fantástico y lo mágico en la narrativa de Scorza” (1986: 178)9. En general, la crítica se concentrará en ese aspecto. Así, otro crítico reconoce también que “solo abordando el fenómeno mágico como un campo expresivo a partir del cual se puedan desentrañar las grandes contradicciones que agitan el suelo latinoamericano [...] se podrá acceder con cierta seguridad a la lectura de obras como Redoble por Rancas” (1977: 110).

Es en la década siguiente, luego del fallecimiento del escritor en 1983, cuando la crítica inicia una especie de apertura a la investigación de la obra de Scorza. Casi un año después del trágico suceso se realizó un congreso en Bordeaux: Manuel Scorza. L’homme et son oeuvre (1985). Entre otros puntos se evalúa la importancia del mito en las novelas y se llega a conclusiones como “hay magia, pero teatral, no antropológica”10. Por otro lado, será de especial importancia el artículo de Mabel Moraña, quien atribuye una función ideológica a la utilización de la fantasía por Scorza. Según esta autora, los elementos fantásticos, la configuración mítica y los elementos sobrenaturales incluidos en el discurso de la novela resultan sostenibles en tanto satisfacen el nivel pragmático de explicar la realidad, a lo cual agrega:

La fantasía opera así tanto en el nivel consciente como inconsciente de los personajes. Invierten la realidad en el sentido de que da preeminencia al irracionalismo y a las versiones míticas de la historia, sin constituir un cuerpo conceptual sistemático, sino un sistema de signos encubiertos, poéticos que aparentan inaugurar una realidad nueva cuando en verdad solamente organizan versiones simbólicas, interpretativas, del nivel empírico cotidiano (1983: 191).

Otro de los pocos estudios significativos es presentado por Dario Puccini, quien llamará a Scorza “el cronista de la epopeya india” y centrará su propuesta en las relaciones de la fantasía con el género épico y la crónica. Así formulará:

Aun el sugestivo concepto de ‘mágico realismo’ —una formulación en muchos aspectos contradictoria, pero afortunada y operativa de la poética— resulta en Scorza decisivo, ya que este teje magia y fantasía sobre un fondo de datos ciertos ofrecidos por la crónica. Se entiende que en aquellos puntos donde la crónica desmiente a la fantasía (mejor dicho, al mito), como a veces sucede, la fórmula pierde efectividad y lleva al fracaso o por lo menos, a la parálisis de la narración, que ilusoriamente se apoyaba por completo en semejante esquema (1986: 64).

A este autor le serán refutadas algunas ideas por el crítico Escajadillo, quien estará en desacuerdo con la idea de que Scorza había aprendido todo o casi todo de la obra de Arguedas: cómo tratar la delicada realidad indígena o cómo mostrar en formas sutiles el mundo de los indios (1994: 109).

Es así como lentamente se irá desarrollando el debate en torno a la obra de Scorza, pues se iniciarán los cuestionamientos sobre la distancia que guarda el ciclo novelesco con la cosmovisión andina. Por su parte, Cornejo Polar afirmará:

El universo de creencias míticas que despliega el ciclo de Scorza no representa la expresión de contenidos míticos efectivamente vividos por el pueblo quechua del centro, salvo en los casos de las referencias al mito del Inkarri, sino de construcciones libres elaboradas por el narrador a partir de la dinámica general de este tipo de racionalidad (1984: 556-557).

Cuando aumentan las opiniones que intentan comprobar que la obra de Scorza se desvía sustancialmente de las formas clásicas de las novelas indigenistas, se abre un nuevo camino para la crítica scorziana. Tomás Escajadillo lleva a cabo un recuento sobre los planteamientos de la crítica respecto a la obra de Scorza y hace nuevos llamados a los intelectuales nacionales a debatir (1991b: 17).

El gran ciclo novelesco adquirirá por su parte poco a poco nuevas lecturas, como en el caso del estudio de las perspectivas narrativas de la primera novela del ciclo, hecha por Friedhelm Schmidt:

El análisis de las perspectivas narrativas en Redoble por Rancas ha probado que Manuel Scorza no relata los acontecimientos —como el mismo afirmara en la noticia introductoria de la novela y en varias entrevistas— desde el punto de vista de los protagonistas indígenas. El orden jerárquico de las mismas y la perspectiva irónica del escritor evidencian la superioridad de su conciencia política e histórica en comparación a la de los comuneros. La utilización de otras perspectivas narrativas entonces funciona como legitimación de su propia perspectiva en varios niveles: (a) legitimación ante el referente (narración en primera persona); (b) legitimación ante el lector (da la impresión que conoce los hechos por propia experiencia y a través de relatos de protagonistas); (c) legitimación ante la Historia: el escritor cuenta la historia de los oprimidos tomando en cuenta el punto de vista de ellos y constituye así la Historia percibida desde abajo (ironía); (d) legitimación de la perspectiva narrativa y del concepto político del escribir en el nivel del discurso (1991: 243).

En este estudio se pretendía probar la tesis sobre el carácter de literatura heterogénea de Redoble por Rancas mediante el análisis de ejemplos significativos de las perspectivas narrativas y la identificación de técnicas cinematográficas en la obra; sin embargo, se afirma que Scorza excluye los elementos culturales andinos no comprensibles para los lectores occidentales (1991, 240), sin mencionar cómo ni cuáles, y haciendo solo referencia general a la introducción de formas de la literatura fantástica respectivamente carnavalesca (1991, 244), pero también sin mayores detalles. Schmidt proporciona, no obstante, la conclusión de considerar que Scorza no relata los acontecimientos desde el punto de vista de los protagonistas, planteamiento que confrontaré en este libro.

Un paso importante en la crítica scorziana será dado también por la publicación del libro La estrategia mítica de Manuel Scorza de Roland Forgues, en el que se pretenderá examinar la doble dimensión del mito en el ciclo novelesco “como revelación de la realidad concreta y mito como conciencia que aspira a superarla” (1991: 13). Este crítico concluye en que el conjunto de las novelas de Scorza se encuentran involucradas en un modo de sentir y de pensar bastante alejado de la cosmovisión quechua (1991: 147). En un artículo reciente Forgues ha subrayado la idea de que la importancia del elemento fantástico o mágico religioso en Scorza responde mucho más a la voluntad interpretativa que descriptiva del autor (2007: 20). En el presente estudio me concentraré en el plano descriptivo, que es a fin de cuentas el que posibilita la lectura de ese otro segundo plano interpretativo.

Un artículo significativo entre las investigaciones con respecto al tema de los elementos fantásticos es el de Roberto Ferro, para quien las novelas de Scorza:

[...] representan, por un proceso de transposición hiperbólica y de metaforización, cada uno de los elementos presentes en la historia de los enfrentamientos campesinos de los pueblos andinos del centro del Perú, apelando no a su perspectiva sino a tópicos literarios de larga tradición en la literatura occidental. [...] La supuesta configuración mítica de los relatos y los elementos sobrenaturales incluidos en las tramas novelescas tienen como función la sistematización de creencias, es decir, apuntan a explicar la realidad pero no en los términos de los protagonistas, sino de acuerdo con el universo de representaciones de quienes son los destinatarios (1999: 24).

No obstante, no coincido con su afirmación rotunda de que esas fabulaciones no son más que un conjunto de motivos de la literatura occidental. En este libro demostraré que hay además otros valores por la forma como han sido trabajados; así lo ha afirmado también Dunia Gras en su estudio introductorio a Redoble por Rancas. Para esta autora existen en la primera novela del ciclo scorziano elementos y referencias que revelan el fenómeno de la heterogeneidad de una obra como la de Scorza (2002: 120). Gras cita algunos ejemplos que relacionan elementos fantásticos de las novelas con cuestiones de la cosmovisión indígena: sueños premonitorios, prácticas adivinatorias, brujería, etc., sustentados en datos antropológicos (2002: 108-114).

La segunda novela del ciclo scorziano Historia de Garabombo, el invisible ha merecido también la atención de la crítica en torno al tema de los fantástico; se le ha llegado a relacionar con términos discutibles, como lo “neofantástico” (Brown Abrisqueta 2007: 65-69). Esta autora hace una acotación sencilla al tema, al manifestar que la técnica de mantener informado al lector mediante elementos fantásticos es una capacidad del autor-narrador, quien otorga la oportunidad a los personajes de exponer sus puntos de vista respecto de algunas situaciones para luego recuperar él mismo la voz como narrador omnisciente en su afán de contar ciertos aspectos.

Sobre el tema concreto que me ocupa en torno a La guerra silenciosa de Scorza se encuentran principalmente los artículos de Juan González Soto. En uno de ellos el crítico reafirma que el conjunto de fabulaciones míticas desplegadas en la obra no pertenece al mundo quechua (1999: 149); sin embargo, el mito sí es mostrado como portador de un rol decisivo en las historias que se cuentan. No pertenecen a la evaluación estética los alcances de la influencia del mito en la protesta que supone la obra, sin embargo, este puede ser estudiado como instrumento narrativo que desencadena los episodios. En un siguiente artículo González Soto pone atención en estudiar las manifestaciones de la magia y la fantasía, y hace referencia a los tres mitos —contrariamente a la afirmación de Cornejo Polar en cita anterior, quien considera que solo aparece uno— que se muestran en La guerra silenciosa, dato que me servirá de base en este estudio. González Soto observa que en las novelas de Scorza conviven en un único plano, el narrativo, dos bien diferenciados: el real y el mágico, y que ahí radica una de las mayores sorpresas del ciclo, pues el narrador incluye dentro del ámbito mágico todo lo fantástico. A todo ello, no obstante, no atribuye mayor función que la de “quizá para sugerir que los oprimidos igualmente habitan en el engaño si son protagonistas de la fantasía del escritor como si lo son de la magia, en la fabulosa forma del mito” (2000: 226-228). En torno al tema mismo del mito, en un artículo sobre El Jinete Insomne este crítico insiste en subrayar la propuesta scorziana de mostrar la pervivencia de toda una cosmovisión y de un pasado mítico a través de los episodios relacionados con mitos como el del canto Apu Inka Atawallpaman, por ejemplo (2004: 10); por otro lado, en otro artículo suyo sobre Cantar de Agapito Robles llega a conclusiones más generales, como considerar que Manuel Scorza ha conseguido introducir en el ciclo novelesco un nivel de lectura superior: el ciclo narrativo mismo, como un cosmos mítico. Lo justifica no solo por la existencia en él de personajes poseedores de la magia y los sortilegios de sus poderes, sino porque considera que la adecuada interpretación de esa constelación de personajes mítico-novelescos llevaría a una conclusión idéntica a la que se daría al pretender analizar un mito verdadero perteneciente a una sociedad dada (2006: 9).

Magia y fantasía en la obra de Manuel Scorza

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