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II.

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Si como se ha dicho, la conceptualización de lo real por parte de Lacan, es su respuesta sintomática al descubrimiento freudiano, veamos muy sucintamente ciertas huellas freudianas al respecto.

En principio, hallamos en Freud diferentes rupturas de las categorías kantianas de espacio y tiempo. Pese a las críticas en su momento por parte de Lacan al esquema freudiano del aparato psíquico en el texto “El yo y el ello”, que Oscar Masotta lo denominó “un llamado a la topología de Lacan”. (2)

Los tres freudianos de “Inhibición, síntoma y angustia” hallarán su preciso lugar en el Seminario 22. El primero, como intrusión de lo imaginario en lo simbólico; el segundo, con la represión de la pulsión y la “extraterritorialidad”; y el tercero, tomando la referencia de “Lo siniestro”.

La cuestión del yo y el cuerpo atraviesa la dimensión de la superficie en su estatuto de narcisismo, refiriéndose a las experiencias dolorosas como modalidad de “tener un cuerpo”, ordenando el caos autoerótico, sin suprimirlo.

Por su parte la urvergrängt, va a dar cuenta de lo real como imposible, y la realidad psíquica y el Edipo como cuarto, que anuda real, simbólico e imaginario.

La represión primaria articulada a la identificación primaria, escupe un nombre, dando cuenta de la nominación real. Ambos conceptos freudianos son articulables por Lacan, para dar cuenta de la institución del sujeto.

Por su parte, los llamados restos sintomáticos, dan cuenta de un nombre de lo imposible en el final de análisis, y responden a las fijaciones tempranas pero no nombradas como fixierung (fijación) sino como niederschrift (transcripciones), tal como las de la “Carta 52”. Estas fijaciones (niederschrift) son primeras transcripciones de las percepciones. No hacen cadena S1 – S2. Su estatuto es de letra.

Sostienen, en términos freudianos, las condiciones del spielerei (jugueteo de significantes, sin articulación y que no están destinados a comunicar nada a nadie).

Ese es el verdadero estatuto del sueño, y su referencia es la escritura china como materia prima. En Freud, el sueño no quiere comunicar nada a nadie, su spielerei es una ganancia de placer “autística”.

Se trata radicalmente de la diferencia entre lo escrito y lo dicho.

En esta perspectiva, la referencia de los restos sintomáticos es la letra.

Otra importante referencia, es lo que Freud en el texto “Recordar, repetir y reelaborar” va a denominar: piezas de vida real (stick realen lebens).

Estas piezas, que se presentan en el tratamiento, no son recuerdos efectos del retorno de lo reprimido, y son la causa del agieren (actuar en transferencia). Pueden tener el estatuto de transferencia negativa, y si el analista realiza un forzamiento simbólico de las mismas, la respuesta será la reacción terapéutica negativa.

Las referencias de esas “piezas”, no son ninguno de los que Freud agrupa en la “Psicopatología de la vida cotidiana”, ni el sueño, ni las fantasías, ya que no dan cuenta de un conflicto de instancias. Sino el deja vu, el deja raconte, el retorno de los restos visuales y auditivos del texto “Construcciones en psicoanálisis”, los instantes traumáticos de la “Conferencia 32” de Freud.

Pueden ser abordados desde “La negación” y el deja raconte del fenómeno alucinatorio del “Hombre de los lobos”.

Los “instantes traumáticos” a los que refieren, no son escenas traumáticas, sino que dan cuenta de los efectos de lalengua en el cuerpo.

Estas “piezas”, anticipan el concepto del “ello freudiano” y nombran un real diverso a aquel enmarcado por el retorno de lo reprimido. No es un real como imposible, como carencia de material simbólico, como atestigua por ejemplo el ombligo de los sueños.

En estas referencias freudianas, a la conceptualización de lo real por parte de Lacan, puedo mencionar el historial del Hombre de las ratas como paradigmático, aunque no exhaustivo. Aunque es un historial publicado en 1909, por lo tanto anterior al gran giro de 1920, hallamos en estado práctico, numerosas producciones que anticipan los desarrollos posteriores y que han nutrido la última enseñanza de Lacan.

La represión de la pulsión, como beneficio primario, el modo de defensa llamado regresión como desligadura pulsional, el síntoma en su dimensión de extraterritorialidad, la “conciencia” como zona erógena, el yo como síntoma, la prohibición mortificante del superyó, el inconsciente económico y la dimensión compulsiva, la irrupción de la angustia ante la conmoción de la nominación imaginaria. La transferencia dando cuenta de la doble perspectiva del objeto (anal el de la demanda, escópico el del deseo), el masoquismo del fantasma con el significante ratten como fustigador.

Leyendo a Freud desde un diván lacaniano

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