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4. Perspectivas de futuro

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Como hemos podido comprobar, la IA se ha instalado en nuestras vidas y, bien miradas las cosas, no podía ser de otra forma. Estamos ante una tecnología con múltiples posibilidades de aplicación en una gran variedad de sectores y, de hecho, a día de hoy ya podemos hablar de las soluciones que ofrece en materia de sanidad, transporte, armamento, agricultura, finanzas, seguridad y un largo etcétera. Por lo demás, la importancia actual de la IA puede verificarse fácilmente si atendemos al aumento de la demanda de expertos en el sector y a una inversión que crecerá de manera exponencial en los próximos años.

Con el objetivo de medir el impacto económico de la IA resulta muy útil hacer una referencia a los datos recogidos en el Artificial Intelligence Index Report 2019, informe anual independiente elaborado por el Human-Centered Artificial Intelligence Institute de la Universidad de Stanford44. De acuerdo con el mismo, la inversión privada global en IA durante el año 2019 fue de más de 70.000 millones de dólares. La inversión en start ups, que en el año 2010 era de 1.300 millones de dólares, se situó en 37.400 millones durante el 2019, con una tasa media de crecimiento anual de la financiación de más del 48% entre 2010 y 2018.

Por sectores, los vehículos autónomos recibieron la mayor parte de la inversión mundial durante el 2019 con 7.700 millones de dólares (9.9% del total), seguidos de la investigación en medicamentos, cáncer y terapias (4.700 millones, 6.1%), reconocimiento facial (4.700 millones, 6.0%), contenidos audiovisuales (3.600 millones, 4.5%) y detección del fraude financiero (3.100 millones, 3.9%).

En cualquier caso, el verdadero potencial de la IA todavía está por llegar. Como pone de relieve la Comisión Europea al inicio del Libro Blanco: “La inteligencia artificial se está desarrollando rápido. Cambiará nuestras vidas, pues mejorará la atención sanitaria (por ejemplo, incrementando la precisión de los diagnósticos y permitiendo una mejor prevención de las enfermedades), aumentará la eficiencia de la agricultura, contribuirá a la mitigación del cambio climático y a la correspondiente adaptación, mejorará la eficiencia de los sistemas de producción a través de un mantenimiento predictivo, aumentará la seguridad de los europeos y nos aportará otros muchos cambios que de momento solo podemos intuir”45.

Si proyectamos nuestra mirada al futuro, de acuerdo con el Informe elaborado en 2019 por “IDC Research España” y “T-Systems”, filial de servicios digitales del grupo “Deutsche Telekom”, el mercado europeo de sistemas de IA alcanzará en 2022 los 12.000 millones de euros, con un crecimiento anual del 40 por ciento46. Por otra parte, el documento “Por qué la inteligencia artificial es el futuro del crecimiento?”, elaborado por “Accenture” (2016), destaca expresamente que “la IA es un nuevo factor de producción y tiene el potencial de introducir nuevas fuentes de crecimiento, cambiando la forma en que se realiza el trabajo y reforzando el papel de las personas para impulsar el desarrollo de los negocios”.

La investigación de la consultora sobre el impacto de la IA en la economía de doce países revela que aquella podría duplicar las tasas de crecimiento económico anual en 2035 al modificarse el concepto actual de trabajo y crearse una nueva relación entre el hombre y la máquina. La gráfica que se ofrece a continuación muestra una comparativa entre la potencial situación económica en 2035 bajo las condiciones actuales (color naranja) y en un escenario hipotético en el que la IA se implantase completamente (color azul).


Al mismo tiempo, el documento citado prevé que el impacto de las tecnologías de la IA en las empresas aumente la productividad laboral hasta en un 40 por ciento y permita a las personas hacer un uso más eficiente de su tiempo. Dicho de otra forma, las innovadoras tecnologías de la IA aumentarán significativamente la productividad de la mano de obra en las economías desarrolladas y posibilitaran que los seres humanos puedan dedicarse a lo que mejor saben hacer: crear, imaginar e innovar cosas nuevas. La gráfica elaborada muestra el incremento del porcentaje de productividad que se produciría en 2035 en un hipotético escenario en el que la IA fuese incorporada plenamente frente al porcentaje esperado bajo las condiciones actuales.


En este escenario, ya se ha señalado que posiblemente estemos en la era de la IA47. Los gobiernos de todo el mundo han destacado su importancia para el progreso y la competitividad de sus países, y muchos han publicado estrategias nacionales para fomentar el desarrollo y la aplicación de esta tecnología. Sin ir más lejos, la necesidad de una mayor inversión en IA en los próximos años ha sido puesta de manifiesto por la Comisión Europea en el Libro Blanco48, que fija como objetivo atraer a la UE más de 20.000 millones de euros de inversión total anual a lo largo de la próxima década49.

Así las cosas, podemos concluir que la IA avanza imparable. Tal y como destaca la Comisión Europea en la Comunicación “Inteligencia Artificial para Europa”, “al igual que hicieran la máquina de vapor o la electricidad en épocas anteriores, la IA está transformando nuestro mundo, nuestra sociedad y nuestra industria. El crecimiento de la capacidad informática y la disponibilidad de datos, así como los avances en los algoritmos, han convertido la IA en una de las tecnologías más estratégicas del siglo XXI”50.

No cabe duda de que la IA será una de las grandes protagonistas del futuro. El reto consistirá en diseñar un marco ético y jurídico adecuado que permita aprovechar todas sus oportunidades y minimizar sus riesgos.

La propiedad intelectual de las obras creadas por inteligencia artificial

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