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I. A MODO DE INTRODUCCIÓN: ¿CÓMO ENTENDER LA GLOBALIZACIÓN EN ESTE CAPÍTULO?

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A pesar de su relevancia, desarrollo e impacto en todos los ámbitos, aún en la actualidad no hay un acuerdo unívoco sobre la definición de la globalización. Dependiendo de los autores, o de los elementos en los que se ponga énfasis –económicos, políticos, sociales o culturales–la globalización ha sido entendida bajo diferentes perspectivas, desde donde se le reconocen tanto innumerables beneficios como perjuicios. De acuerdo con Reich (1998), “no hay un consenso claro si el término globalización se emplea como una época histórica, un proceso, una teoría o un nuevo paradigma” (p. 3). De hecho, pareciera ser que hay más precisión con respecto a lo que no es la globalización que sobre su real significado.

No obstante, dentro de las numerosas acepciones existentes para este término se destacan los elementos que hacen referencia a la multiplicidad de vínculos e interconexiones que trascienden las fronteras nacionales (McGrew, 1992) y que redefinen la relación entre la territorialidad y la autoridad (Cerny, 1997), en tanto adquieren gran importancia las unidades subnacionales y supranacionales, con realce del nivel local y regional (Lawrence, 1996). Asimismo, en la comprensión del significado de la globalización debe subrayarse su entendimiento como proceso y su carácter multidimensional que integra elementos políticos, económicos, sociales, culturales e ideológicos (Maesso, s. f.).

Para Reich (1998), hay al menos cuatro definiciones potenciales de globalización: una histórica, una sociológica, una tecnológica y una económica1. En cuanto época histórica, puede ser definida como un periodo2 que inició a mediados de los setenta (aunque interpretaciones historicistas alternativas ubican su génesis a finales de esta década y comienzos de los ochenta) y que fue producto de la reconfiguración estructural del sistema internacional una vez finalizó la Guerra Fría. La derrota del bloque comunista y el triunfo de los Estados Unidos como hegemón del sistema internacional dieron paso a un nuevo orden mundial que enaltecía la democracia y consolidaba la economía neoliberal. Este modelo económico, que no encontró competidor a comienzos de los noventa, exigía transformaciones que implicaban un Estado minimalista, debilitaban el poder del gobierno central en tanto requería una descentralización que promoviera la libre movilidad de la tierra, el trabajo y el capital a nivel mundial y privilegiaba la libre dinámica del mercado (Eckstein, 2004).

Siguiendo con este orden de ideas, sociológicamente la globalización puede ser definida a partir de la predominancia de los valores americanos, producida por la difusión y convergencia en torno a los principios del capitalismo y la democracia liberal. Esta hegemonía promovió la homogeneización de ciertas prácticas de negocios en el sector privado y la asimilación de instituciones políticas y económicas en el sector público, encaminadas a reducir el tamaño del aparato estatal. Por su parte, la globalización como revolución tecnológica sostiene que se está generando una transformación desde el capitalismo industrial hacia una concepción posindustrial de las relaciones económicas, donde los avances tecnológicos han impulsado un único mercado global.

Finalmente, y siendo la visión en la que mayoritariamente se basa el presente texto, la globalización entendida a partir de la confluencia de fenómenos económicos se caracteriza por la difusión mundial de un sistema de producción, distribución y ventas que reformula la división internacional del trabajo. Estos eventos, aunque no del todo novedosos, sí se diferencian de los anteriores por el volumen, amplitud, rapidez y vinculación sistemática con la que se vienen presentando (Reich, 1998).

En el presente capítulo, elaborado haciendo uso del método descriptivo3 y del estudio de caso4, se reflexiona sobre cómo, a pesar de las amenazas producidas por la globalización neoliberal, y específicamente derivadas de los tratados de libre comercio (TLC), también se generaron oportunidades para la movilización social en América Latina, y, de manera puntual, se examina el rol desplegado por el colectivo femenino costarricense: Mujeres contra el TLC. Este análisis tiene entonces por objetivo contribuir al conocimiento académico sobre la movilización defensiva contra la globalización neoliberal en el ámbito latinoamericano, acercándose a una acción colectiva ejercida en Costa Rica, donde hay una larga tradición que sale en defensa del Estado de bienestar, para así dar cuenta de cómo las mujeres han sido protagonistas no solo del análisis de los TLC sino de la resistencia activa frente a sus impactos.

Para ello, el capítulo ha sido estructurado en cinco apartados. Al inicio se indaga sobre el impacto de la globalización en América Latina; posteriormente se hace referencia a las oportunidades y amenazas que aquella genera para la movilización defensiva en la región; de manera subsiguiente se realiza un acercamiento a este tipo de activismo contra los tratados de libre comercio, y luego se da paso al abordaje del DR-Cafta y a la resistencia ejercida por las Mujeres contra el TLC. Por último, se presentan las principales conclusiones derivadas de la reflexión adelantada a lo largo del texto.

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