Читать книгу Soy mujer - Patrick Bennett - Страница 10

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Se hizo un silencio sepulcral de lo más incómodo, y durante ese instante pude fijarme en su espacio personal, donde había una cama con apariencia confortable de matrimonio, que cubría la típica funda nórdica colorida de cuadros de Ikea. Además descubrí que las paredes estaban recubiertas de fotografías que rodeaban un mapamundi, por lo que supuse que le gustaba viajar a todas partes del planeta.

No había ni ropa tirada por el suelo, ni aspecto de suciedad por ningún rincón; estaba claro que era un chico ordenado y responsable.

—Me gustas, Sam —así se rompió ese silencio que duró un segundo, pero que dio la sensación de haber durado mucho más.

—¿Cómo?

—Eso, que me gustas desde el primer día que llegaste tambaleándote a la empresa sobre tus tacones. Me pareciste muy interesante y ahora creo que estoy empezando a sentir algo más fuerte por ti.

—Lo siento Paul, ya sabes que ahora mismo no...

—Lo sé, lo sé. No lo repitas más veces por favor, Sam, pero creo que si no estuvieras sintiendo algo parecido no habrías venido hoy hasta aquí.

—Que haya venido hoy no quiere decir que quiera acostarme contigo Paul, estás muy equivocado.

Me di la vuelta, cogí mi cazadora del perchero y me fui bastante mosqueada por la conversación. Notaba que la cabeza me daba vueltas y se me hizo un nudo en el estómago que no me dejaba respirar, pero al cerrar la puerta detrás de mí, al instante noté una sensación de arrepentimiento que me ardía por dentro.

Al día siguiente llegué a la puerta de la empresa pensando en hablar con Paul, porque creía que ninguno de los dos habíamos estado demasiado acertados la noche anterior, y también para disculparme por haberle dejado colgado con la cena.

Cuando entré al edificio noté cómo la gran mayoría de la gente clavaba sus ojos en mi. ¿Tan cabreado estaba como para ponerme a parir con toda la plantilla? No me lo podía creer, así que corrí a buscarle a su puesto.

De camino me encontré con Jack, que me dio la enhorabuena efusivamente.

—Buenos días Sam, tengo grandes noticias. Tu diseño será el que decore el logotipo de la marca en el día internacional de la mujer —me felicitó con un apretón de manos— ya se lo he comentado a Alex y al resto del equipo ayer, pero a ti te lo quería decir en persona.

—Muchas gracias Jack de verdad, no te imaginas la ilusión que me hace.

En el momento que me despedí de Jack noté que varias personas susurraban a mi alrededor, y no sé por qué, pero me daba la sensación de que estaban hablando de mí.

No le di demasiada importancia a lo ocurrido y fui a buscar a Paul a su mesa, pero no estaba. Me quedé esperando un rato y cuando llegó no me dejó siquiera articular palabra.

—Ven conmigo —me ordenó cogiéndome del brazo y llevándome al rincón de la máquina de café— tengo que contarte algo que no va a gustarte nada.

—¿Qué pasa Paul? Yo quería hablar contigo por lo de ayer…

—Eso no importa, tienes que saber que Alex está difundiendo por todas partes rumores bastante desagradables sobre ti.

—¿Qué dices? ¿Qué tipo de rumores?

—Por el momento, solo me he enterado de que ha estado difundiendo que has conseguido que tu diseño sea el elegido ya sabes… Haciéndole algún que otro favor a Jack

—No me lo puedo creer, ¿cómo ha sido capaz de hacerme eso?

—No lo sé, supongo que le ha herido demasiado el orgullo que le haya ganado una mujer.

No quise contarle nada de lo que ocurrió el día anterior con Alex y su novia en el restaurante, y lo que nos dijo más tarde, así que simplemente asentí.

Fui a buscar rápidamente a Lola para contarle lo que estaba pasando, y cuando se enteró se puso hecha una furia.

—¿Pero qué se ha creído ese imbécil? Encima de engañar a su novia, ahora intenta hacernos la vida imposible, yo alucino.

Decidí ir a hablar con Jack acerca del tema, antes de que se enterara por otras fuentes, para pedirle que hiciera algo al respecto; no podía trabajar a gusto con ese ambiente. Más tarde ya me ocuparía de decirle cuatro cosas a Alex.

Jack estaba sentado en su mesa hablando por teléfono cuando llegué a su despacho, y me hizo un gesto con la mano para que pasase y me sentara.

—Al director de marketing le ha entusiasmado tu idea, y piensa que a los consumidores les encantará—dijo sonriendo— por cierto, quiero que sepas que tengo ojos y oídos por todo el edificio, y no tienes que preocuparte por nada; ya me he encargado del tema.

Me quedé estupefacta sin saber qué responder, ¿iban a despedir a Alex? No quería imaginarme cuáles serían las consecuencias del lío que había formado, pero la verdad es que Jack me había quitado un enorme peso de encima.

Asentí sonriendo y él prosiguió.

—No es la primera vez que me encuentro con algún rumor de este tipo en el trabajo, algunas personas son capaces de hacer cualquier cosa por trepar sin importarles las consecuencias de sus actos. Tú tranquila, tienes mucho futuro aquí.

—Muchas gracias Jack, me alegro de que pienses eso.

Cuando salí del despacho tenía la sensación de pesar unos cuantos kilos menos, y decidí acercarme a la barandilla de cristal que daba a la planta baja para respirar profundamente.

—¡Es ella! ¡Ella es la buscona que se acuesta con su jefe para conseguir proyectos!

De repente mi boca se abrió y mis ojos no podían creer lo que estaban viendo, era Alex señalándome con el dedo y gritando cosas horribles sobre mi, mientras Paul le acompañaba a la puerta de salida a empujones.

Fui corriendo hacia las escaleras para bajar y evitar que por defenderme, Paul pusiera en riesgo su empleo; pero mientras llegaba a la puerta vi a Lola corriendo hacia Alex y sin miramientos le asestó un puñetazo en toda la nariz por la que empezó a sangrar bastante.

—Tenía muchas ganas de hacerlo desde hace días —dijo ella muy enfadada— a mi amiga no se le hacen estas cosas.

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