Читать книгу El alegre canto de la perdiz - Paulina Chiziane - Страница 14
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DELFINA ESTÁ ACUCLILLADA ANTE LAS AGUAS, EN LA confluencia entre el río Bons Sinais y el mar Índico. Tratando de descifrar los misterios de la noche en el agitarse de las olas. Había despertado con el canto del primer gallo y hacia allí se había dirigido para ver el sol naciendo e iluminar su mente. Trae la expresión concentrada y la mente llena de inquietudes. En sus sueños de los últimos tiempos un paisaje de montes se revela con todo su poder, y para los macuas, lómwès, chuabos,10 soñar con los montes Namuli es soñar con el destino. Es una llamada de llegada o de partida. Principio o fin. Porque los montes Namuli son magia. Poesía. Profecía. En el corazón de Delfina el suspiro de ansiedad. Llegó mi hora, del principio y del fin. ¿Será hoy? ¿Será ahora?
Permanece allí hasta mucho después de nacido el Sol, como un monumento en la plaza. Mendiga postrada en la esquina de una calle, esperando la sentencia del destino. Exhausta de tanto marchar por los caminos del desierto. Aprendió con cuántas espinas se hace un dolor. Conoce el tamaño del rostro por las lágrimas que caen de los ojos a la boca. Conoce la partitura de la música del llanto. La dimensión de un grito, por el número de veces que clamó por Maria das Dores vagando en los confines del universo. O en lo profundo de la tierra. Conoce el número de granos de sal en cada lágrima. ¿Sabores? Conoce solo el amargo vinagre y el alcohol. El viejo corazón de borracha sueña con alegrías sin fin el día en que Maria vuelva.
Hace años que espera el regreso de Maria en el lomo de las olas. Contando el tiempo que vivirá entre el limbo y la añoranza. Pero la cura de sus congojas reside más allá del horizonte, y para alcanzarla tendrá que vencer el tumulto de las olas mansas que brillan al sol como espejos. Piensa en partir hacia Gúruè, ciudad de los montes Namuli cubiertos de anturios. La carretera es buena. El viaje es largo, trescientos cincuenta kilómetros, para dialogar con los dioses de los montes, en directo, sobre el paradero de la hija perdida. Delira.
“Yo tenía una hija. O tengo, ya no sé. Era una muchacha, linda. Nació en 1953, pero parece que todavía ayer jugaba a ser mamá cuidando de los hermanos más pequeños como si fueran muñecas. Partió en 1974, como una nube, y se esfumó en el inmenso palmar, ya no la encuentro. La busqué palmo a palmo. Cotejé las multitudes, una a una.
”Ah, Maria das Dores, te busqué. En la cresta de las olas. En las colinas e islas celestes vagando en la atmósfera. En los granos de arena. No te encontré. Me fuiste arrebatada por el pico de una cigüeña, hacia lo alto de los montes, no te encuentro. Hoy, vísperas del nuevo siglo, todavía estoy aquí, clamando por ti.
”Quiero saber de ti. Hacia dónde partiste. Hace veinticinco años que sueño contigo y te veo en toda la gente que pasa. Te veo jugando. Creciendo. Con uniforme escolar. Me acuerdo de los días en que mirabas hacia la luna, mientras peinabas tus cabellos abundantes como ovillos de seda.
”Mis noches están cubiertas de montes últimamente. Siento
que estaré contigo pronto, en el más allá o en este mundo. Estoy cansada de oír mi historia, fosilizada en moldes de barro por las coplas del pueblo. Estoy cansada de la justicia popular que me acusa y me condena continuamente.
”Soy de las que hibernan de día, para cantar con los murciélagos la sinfonía de la noche, soy hechicera. Tuve todos los hombres del mundo. Dos maridos, muchos amantes, cuatro hijos, un prostíbulo y mucho dinero. José, tu padre negro, fue la institución conyugal con que me afirmé a los ojos de la sociedad. Soares, tu padrastro blanco, fue mi institución financiera. Simba, ese bello negro, fue mi institución sexual, mi otro yo de grandezas imaginarias, que me dejó para ser tu marido.
”Reiné. Aterroricé. El único tormento que sufrí en esta vida maldita fue el dolor de haberte perdido. Me vengué de todo. Robé el amor de los hombres, dejando frío en las camas de las otras mujeres. Destruí familias. Arrastré muchas vírgenes al abismo e hice fortuna en mi prostíbulo. Tomé todas las pociones mágicas contra la pobreza y aparté todas las arrugas de mi rostro. Bailé desnuda en las noches de luna e hipnoticé a los hombres de la tierra entera, cumpliendo mi supremo destino. Soy yo, tu madre, quien te colocó en las manos una herencia de espinas, y erigí una horca contra mi cuello.
”Por culpa de mi madre, que me hizo negra y me educó en aceptar la tiranía como destino de pobres y a mirar con desprecio a mi propia raza. Por culpa de Simba, mi amante y tu marido, que me alimentó de embrujos y fantasías destructivas. Por culpa de la naturaleza que me dio belleza sobre todas las mujeres. Por culpa de José, pobre y negro, que me alimentaba de harina y pescado seco, mientras yo, Delfina, quería bacalao y aceitunas. La culpa es de Soares, que me elevó a los cielos y me soltó en el aire. La culpa fue mía, por haber deseado ser lo que jamás podría ser. La culpa es del mundo, que me enseñó a odiar.
”Ah, Dios mío, trae de vuelta a mi Maria das Dores. ¡Dioses míos, mis espíritus protectores, llévenme al Namuli, mi monte, mi cuna, vientre de mi madre!”
Nota
10 Macuas y chuabos son grupos étnicos de Mozambique, distribuidos principalmente por los territorios de las provincias Cabo Delgado, Niassa y Zambézia. Los macuas son uno de los grupos más extendidos. Se ha afirmado que muchos macuas llegaron a Cuba como esclavos.