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Una pequeña ventana de información

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En un lugar llamado Tierra…

Por los siguientes tres meses me dediqué a leer los libros cuyos títulos había anotado, empezando por El poder está dentro de ti, Verónica decide morir, hasta Inteligencia emocional. Uno de ellos, Deja de ser tú, me explicaba cómo las personas se vuelven adictas al sufrimiento, les gusta quejarse todo el día, de todo lo que les sucede, sea bueno o malo, ya que al cerebro le queda más fácil seguir haciendo lo que ha venido realizando por años. Salirse de la zona de confort y poner el cerebro a hacer algo diferente era todo un reto. Al finalizar el libro, hacía una breve introducción a la meditación, y mostraba en cuatro semanas cómo iniciar en la meditación.

En ese momento pensé en la meditación como una forma de hacer que mi cerebro se quedara callado, y que se me pasara definitivamente la tusa. Ya que no quería seguir pensando en mi exnovio. Quería estar bien, pero sabía, por lo que había leído, que dependía solo de mí.

Inicié los primeros días con una meditación muy básica, primero tratando de sentarme en mi cojín junto a la ventana, encender un incienso, y oír por 20 minutos todos los ruidos a mi alrededor, desde lo carros, hasta lo que hablaban los vecinos. Fue muy interesante la primera semana. Aunque era difícil parar al cerebro y hacer que se callara y dejara de decirme que era una bobada lo que estaba haciendo y que más bien debía llamar a mi ex a enfrentarlo. Fui mejorando con la práctica hasta llegar a la segunda semana, en la cual ya me pedían que después de oír lo externo empezara a sentir cada parte de mi cuerpo.

A reconocerme.

La segunda semana fue más difícil, no estaba acostumbrada a sentirme, y me quedaba muy difícil sentir y oír los latidos de mi corazón, aunque sabía que estaba allí. Pero seguí practicando.

Mientras hacía los ejercicios de mi meditación y practicaba muy juiciosa, empezaron a ocurrir cosas muy raras. Con mi trabajo debía viajar mucho para dictar capacitaciones. Debí entonces viajar a un pueblo. Ese día subí al avión y cuando empezó a andar por la pista quedé completamente dormida. Me pareció raro que el miedo que sentía por los aviones hubiese desaparecido por completo. Toda la vida me había encantado viajar en avión, pero después de cuatro años con mi exnovio, de la nada le había cogido mucho miedo, tal vez porque a él le daban horror los aviones. Me impresionó que cuando desperté en el aire, miré por la ventana y vi el cielo diferente. Los colores eran más nítidos, las nubes eran perfectas y el sol era más brillante. Fascinada por los tonos, tomé muchas fotos, sentía como si nunca hubiera visto algo tan hermoso en mi vida. Comí delicioso y después tomé la revista de la aerolínea para ojearla un poco. De pronto vi un anuncio que me llamó mucho la atención. Una publicidad de una universidad en los Estados Unidos, para hacer una maestría en administración de empresas en la Universidad de la Florida, en la cual no tenía que dejar de trabajar dos años, sino que debía viajar cada tres meses a tomar clases por dos semanas. Me pareció muy curioso, ya que varias veces había deseado hacer una maestría pero no quería dejar de trabajar, y mil veces mientras estuve con mi exnovio, quisimos aplicar y nunca salió nada. Las cosas pasan por algo, pensé. Así que guardé los datos de la publicidad para aplicar.

Mientras volvía a la ciudad después de trabajar, decidí que debía hacer una lista de todas aquellas cosas que me producían temor. Ya no quería sentir miedo a estar sola, ni a los perros, a las alturas, a lo desconocido, a la oscuridad, a la velocidad, etc. Quería sentirme libre de los temores, así como lo estaba experimentando con el avión.

Apenas llegué a mi apartamento, hice una lista de miedos y al lado planeé una estrategia de cómo iba a hacer para enfrentar cada uno. No importaba cuánto tiempo me gastara en derrotar- los, lo iba a lograr.

Pensé también que necesitaría ayuda extra para lograr mi objetivo. No quería ir a un psicólogo, porque sentía que siempre daba con aquellos a los que les encanta mantenerlo a uno en constante depresión para que tuviera que volver cada semana, con los problemas adicionales que le generan, y que a veces ni siquiera existen. Vi entonces que tenía un libro llamado pnl para Dummis. Lo miré un rato pero me di cuenta que necesitaba de alguien que realmente lo hubiera aplicado para que me enseñara, ya que se veía complicado en la práctica.

—Loquito y Mona, les pido encuentren a alguien que me enseñe a aplicar pnl —dije a mis ángeles.

Mientras ellos se tomaban su tiempo para llevar a cabo mi solicitud, procedí a hacer mi lista de miedos:

1. Tengo miedo a salir de mi casa por los ladrones.

2. Tengo miedo a coger un taxi en la calle.

3. Tengo miedo a estar sola, porque todos tienen pareja.

4. Tengo miedo a estar con alguien y perderme.

5. Tengo miedo a la electricidad.

6. Tengo miedo a decir lo que pienso y que las personas reaccionen mal.

7. Tengo miedo a no poder controlar mis pensamientos y sentimientos.

8. Tengo miedo a equivocarme.

9. Miedo a los aviones.

Me quedé unos largos minutos mirando mi lista, sin tener muy claro qué debía hacer para derrotar dichos miedos. No estaba segura de por dónde empezar. Pero sí noté que varios de ellos tenían que ver con mi identidad como mujer, la cual hace ya un tiempo tenía en continuo cuestionamiento, ya que no entendía por qué a una persona como yo, que amaba las historias de amor, al mismo tiempo le ocurrían situaciones desastrosas.

Decidí guardar mi lista, mientras se me ocurrieran maravillosas ideas de cómo derrotarlos. En esos momentos me escribió mi amigo Alfi.

—Hola, Pily, estamos en la T, ¿vienes?

—Hola, mi Alfi, ya les caigo en un rato.

Guardé la carta y los esferos. Me arreglé y salí de mi apartamento. Muy dispuesta a escapar de mi encierro, pero en medio de mis miedos, decidí llevar el carro, solamente por si quería escapar tuviera cómo devolverme a mi apartamento rápido y seguro.

Cuando bajé al parqueadero, sentí una presión muy fuerte en el pecho, como si alguien me estuviera presionando muy duro. Me monté al carro y la presión fue mayor.

En ese momento recordé que Fa me había dicho “Confía en las corazonadas, son ellos los que te hablan”. Así que dije en voz alta: “Si no tengo que salir, mándenme una señal clara porque ya voy de salida. Voy a bajar hasta el cajero automático a sacar dinero, por si lo que quieren es que no lleve el carro. Saco dinero y me devuelvo y dejo el carro. Pero si no es eso háganmelo saber”. Así que fui en el carro hasta el cajero automático. Metí la tarjeta y la máquina me dijo “clave incorrecta”, me pareció raro, así que metí otra y me dijo “fondos insuficientes”, inserté otra y me dijo “fuera de servicio”. Hice lo mismo con cuatro tarjetas más y sucedió lo mismo. En ese momento entendí. Era una señal. No debía salir esa noche.

Muy tranquila, me devolví a mi apartamento. Había entendido dos cosas esa noche. La primera, que definitivamente estaba acompañada, no estaba muy segura de cuál era la razón por la que no me dejaron salir, pero me sentí mejor al seguir lo indicado. Y la segunda, que existía algo o alguien que me estaba cuidando desde una dimensión, aunque todavía no era fácil de entender.

Sabía, además, que muchas veces había sentido las corazonadas y no había puesto atención, de hecho algunas veces presionaba las situaciones para que las cosas ocurrieran tal y como mi capricho quería, y al final terminaba saliendo algo mal. Muchas veces me quejaba de la congestión vehicular y de un vuelo que se demoraba, sin saber que, en realidad, todo pasa por algo y hay alguien que nos cuida. Y que si nos retrasamos al llegar a un lugar o algo inesperado sucede es porque de alguna forma estamos siendo cuidados por una fuerza energética.

Dormí delicioso esa noche.

Al levantarme me sentí muy tranquila por haber seguido u oído mi instinto o corazón. Me hice desayuno y mientras oía un poco de jazz, prendí algunas velas de olor a chocolate blanco y fresas. Desayuné con toda la tranquilidad, me sentía tranquila, segura, y ya no sentía vacío o miedo. Lo cual me pareció un poco raro.

Saqué mi lista de miedos y me dije: El miedo a estar sola es producto de mi mente, porque si siempre están mis ángeles nunca estoy sola. Decidí que debía entender por qué se estaban produciendo o qué había ocasionado los demás miedos.

Recordé haber leído un libro llamado Despertando a través de un curso de milagros, el cual decía que “la única razón por la cual los temores se mantienen es porque tratamos de no verlos”. Así que, como todavía no sabía cómo derrotarlos, escribí al lado de cada uno cómo se había producido o, por lo menos, lo que creía que había sido la causa.

Lista de miedos y tareas para derrotarlos:

1. Tengo miedo a salir de mi casa por los ladrones. Creencia: creo que vivimos en un país muy inseguro, y roban a todo el que sale a la calle. Dos veces me han robado a mí.

Deducción lógica: vivimos en un lugar inseguro y hay que tener miedo y estar prevenido.

Me quedé pensando en las dos veces que me habían robado, y en lo que había pasado ese día. Me di cuenta que desde que salí de la casa ya iba mirando a todas partes prevenida, buscando al ladrón. En ese momento pensé “¿buscando?” o sea que… ¿yo busqué al ladrón? Me pregunté si yo lo había entonces atraído. Mi cerebro hizo una conexión muy extraña: creencia, pensamiento, acción, atracción.

Me di cuenta de que mis pensamientos, y por ende mis acciones, estaban condicionadas por una creencia, y que habían producido como resultado un hecho que yo había atraído.

Hice lo mismo con los demás miedos, identifiqué la creencia, pensamiento (experiencia), acción, y qué resultado había tenido hasta el momento.

2. Tengo miedo a coger un taxi en la calle.

Creencia: todos los taxis son inseguros y roban a la gente. Pensamiento: no me han robado a mí pero sí a mu- chas personas. Acción: llamo un taxi desde mi celular, si no hay, voy con miedo a buscar un taxi en la calle. Me subo paranoica pensando que en cualquier momento algo pasará. Miro al taxista y si percibo que hace algún movimiento extraño, deduzco que sucederá lo peor. Al final… un recorrido espantoso en el taxi.

Conclusión: yo lo atraigo.

3. Tengo miedo a estar sola, porque todos tienen pareja. Creencia: los seres humanos nacimos para estar en pareja, el que está solo es raro o tiene problemas.

Pensamiento o experiencia: el miedo a estar sola me ha creado inseguridades, todo el tiempo pensaba que me iban a dejar, lo cual me daba mucho miedo.

Acción: celos e inseguridades que, al final, terminaban por hacer que me dejaran sola. Efecto contrario a lo que quería.

Conclusión lógica: yo lo atraje.

4. Tengo miedo a estar con alguien, una pareja y perderme. Creencia: tener una pareja implica ceder en libertad, dejar de lado las cosas que me gusta hacer y olvidarme de mis metas, implica descuidarme hasta el punto de no reconocerme. Es decir, perderme.

Pensamiento o experiencia: vinculado al miedo anterior, cada vez que tengo una pareja, dejo todo de lado por complacerlo, por la inseguridad del abandono, termino por dejar de lado mis metas, gustos y razones de vivir. Al final termino dejando todo por él y seguidamente viene el abandono, y me toca volver a reencontrarme.

Acción: dejo todo botado por la persona con la que estoy en pareja, pensando que haciendo todo lo que a él le gusta y quiere, voy a hacer que se quede conmigo por siempre.

Conclusión: muy seguramente, si hubo abandono fue porque la persona se aburrió de estar con alguien que hace todo lo que él quiere, que además es insegura. Es decir, yo lo atraje.

Pensé que había sido muy hipócrita conmigo misma en mu- chas de mis relaciones de pareja, no hacía lo que a mí me gustaba, ni buscaba a alguien que me complementara o acompañara en mi camino, sino que la pareja la tenía vinculada a estar con alguien satisfaciendo sus necesidades y gustos, dejándome abandonada a mí misma, y ¿si yo misma me abandonaba, cómo pretendía que la otra persona no hiciera lo mismo conmigo? Causa-efecto.

Me encantó llegar a esta conclusión. Porque mil veces sentí que no tenía control sobre la relación, y la verdad tenía 100% de control sobre lo que quería que fuera mi relación y mi vida.

Continué.

5. Tengo miedo a la electricidad y al gas.

Creencia: hay una posibilidad muy grande de que algo explote en algún momento.

Pensamiento o experiencia: a todo el mundo lo ha cogido la corriente o ha tenía algún evento de quema con electricidad o gas.

Acción: miedo a acercarme a cosas que tengan gas y electricidad.

En muchas ocasiones tenía tanto miedo al calentador de gas que duraba sin agua caliente en el apartamento durante días, porque no era capaz de conectarlo o prenderlo. Me pareció una acción muy tonta, así que decidí hacer algo al respecto.

Conclusión: creencia sin fundamento. Debía tener cuidado pero no miedo.

6. Tengo miedo a decir lo que pienso y que las personas reaccionen mal.

Creencia: a la gente no le gusta que les digan que están equivocados o que hay alguien que no está de acuerdo con ellos. Pensamiento o experiencia: Cuando estaba en el colegio, había un niño que se llamaba Mateo, el cual le hacía bullying a los niños más pequeños; decidí interceder por ellos y me quejé ante las directivas del colegio. Los compañeros le tenían tanto miedo que no me apoyaron, así que quedé sola enfrentándolo. Varias veces me ocurrió lo mismo, y tuvo implicaciones graves de rechazo de varios compañeros.

Acción: después de varias experiencias no volví a interceder por nadie, ni a decirle a los demás cuando actúan mal o me afectan con sus acciones.

Conclusión: en esa época me faltaba información en el tema. Cada persona está en su propia lucha y en su propio autoconocimiento y aprendizaje, y yo no debía tomar como personal los comentarios y reacciones de los demás. Debía leer y obtener herramientas para contrarrestar mi experiencia y cambiar mi creencia.

7. Tengo miedo a no poder controlar mis pensamientos y sentimientos.

Creencia: los pensamientos y sentimientos son como millones de carros o personas sin control que avanzan atropellándose unos a otros. Salen de todas partes y es imposible controlarlos.

Pensamiento o experiencia: mi cerebro anda a mil revoluciones por minuto, y la capacidad que tengo para imaginarme cosas que no son, por ejemplo, cuando tengo pareja, es a nivel de premio Óscar.

Acción: dejo que los pensamientos y sentimientos me controlen a mí.

Conclusión: necesitaba más información para lograr controlar mis pensamientos y sentimientos.

8. Tengo miedo a equivocarme. Creencia: es malo equivocarse.

Pensamiento o experiencia: cada vez que me equivoco o cometo un error hay consecuencias negativas para mí

o para alguien más.

Acción: miedo e inseguridad a tomar decisiones. Conclusión: necesitaba más información y una percepción diferente de los errores.

9. Miedo a los aviones.

Creencia: este miedo no era mío.

El último lo eliminé de la lista, ya que me di cuenta que era un miedo que no formaba parte de mí, sino que siendo de alguien más lo había asumido como mío, así que lo eliminé de mi vida.

Había leído en un libro que hay muchas creencias inconscientes, y que si no se hacen conscientes, ellas nos controlan.

Así que, después de finalizada mi lista de miedos, asociada a creencias, experiencias y acciones, decidí que debía buscar más información para trabajar algunos temas de la lista. Iniciaría con cuatro temas centrales:

1. ¿Cómo creer en mí y ser segura?

2. ¿Cómo tener relaciones más tranquilas y duraderas?

3. ¿Cómo controlar pensamientos y sentimientos?

4. ¿Cómo cambiar mis creencias sobre los errores?

Al finalizar la lista me di cuenta que eran las 4 de la tarde, no había almorzado. Pedí a mis angelitos que me ayudarán a encontrar la información que necesitaba para resolver mis cuatro preguntas.

Decidí dejar allí el tema para descansar. Procedí a hacer un rico almuerzo, con mis dotes mínimos de culinaria, ya que ese don no me fue otorgado, es decir, almorcé un sándwich de jamón y queso, y me fui a ver una película en mi sofá de color café.

En Rem: Fuego (Tomo I)

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