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Primera respuesta

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Entré al apartamento de Fa. Un lugar muy acogedor. Fue muy emocionante vernos, ya que las dos estábamos en momentos de la vida muy diferentes a aquellos en que nos conocimos. Me contó un poco de cómo había llegado a ser canalizadora de los ángeles y había dejado por un tiempo de ser abogada —su profesión—. Y yo todavía un poco descubriendo quién era, y preguntándome por qué me había pasado lo de mi exnovio a mí.

Así que nos dispusimos a hacer la comunicación. Ella me comentó que podía sentirme un poquito rara, porque ellos debían bajar a mi frecuencia para poder comunicarse más fácil, pero me señaló que era normal. Iniciamos con una meditación y de pronto el ambiente cambió, era posible sentir la atmósfera. La presión del ambiente era más grande pero no sofocaba ni molestaba. Era una sensación rara.

En ese momento pude sentir a dos seres. Todo mi cuerpo empezó a picar.

—Tus angelitos te dicen que hay procesos que no has cerrado, y debes hacer unas tareas. También que debes cuidar tus pensamientos y dejar de tener miedo, porque ellos te están acompañando todo el tiempo. Tus angelitos tienen una sola misión, y es protegerte y acompañarte para que logres lo que viniste a hacer en la Tierra.

—¿Cómo así que tengo temas abiertos?

—Cuando hay ciclos abiertos, o temas que uno no ha dejado atrás, muchas situaciones se repiten hasta que uno aprenda.

En ese momento lo entendí como cuando jugaba Nintendo, hasta que no aprendes a no caerte en el hueco y mueres, vuelves a empezar el mundo, hasta que lo logres.

—Me dicen que es exactamente así, como lo estás comparando con el Nintendo.

—¿Cómo así? ¿Pueden leerme la mente?

—Claro. Los pensamientos son energía y ellos son energía. ¿Quieres saber sus colores y nombres?

—Claro.

—Hay una que es más amarillito con rosado, y el otro es azulito. Pero me dicen que tú sabes sus nombres, así que no tengo que dártelos.

—¿Yo? ¿Cómo voy a saber eso? Nunca los he visto.

—El hecho de que no los veas no quiere decir que no existan. Y dicen que les preguntes en el sueño.

Me quedé mirándola. Qué rayos era toda esta información tan rara.

Me dejaron algunas tareas, una de ellas relacionada con hacer un recuento de mi vida, de las relaciones de pareja que había tenido, y de las situaciones particulares que me hubieran marcado, escribiendo todo lo que se viniera a mi cabeza, sin filtro. Después debía hacer una lista de lo aprendido, dar gracias, quemar lo escrito, y sacar las cenizas de mi apartamento.

Al finalizar la lectura, el ambiente cambió nuevamente y volvió todo a la normalidad.

Le di las gracias a Fa por el mensaje, y quedamos de vernos en mi apartamento para hacer allí una limpieza energética, o una armonización de espacios, como ella la llama.

Salí de allí, y me subí a Coquito de nuevo, sentía que tenía mucha información en mi cabeza. De hecho, sentí como si una puerta se hubiera abierto o me hubiera quitado vendas de los ojos, ya que empecé a ver el mundo diferente. Tuve que estar sola esa noche, pues podía sentir más el oxígeno que circulaba en la atmósfera, y veía las caras de las personas con mayor detalle.

Una vez llegué a mi apartamento, me senté en mi cojín junto a la ventana. Reflexioné sobre el tema del miedo, que habían mencionado mis ángeles. Era verdad, siempre sentía miedo por todo. Cuando estaba con mi exnovio, tenía miedo a los caballos, a la velocidad, a estar sola, a los aviones, a caminar por la calle sola, etc. Miedos que ni siquiera tenía antes ni sabía de dónde habían surgido.

Lo curioso era que ahora que sabía que mis dos angelitos estaban conmigo todo el tiempo, ya no me sentía sola. Decidí hablar- les, para lo cual les puse apodos, al azul “el Loco” y a la amarilla “Mona”. Con esto, reflexioné sobre lo que me dijo Fa en la consulta, sobre que su misión “es protegerte y acompañarte para que logres lo que viniste a hacer en la Tierra”. Me causó mucha risa el tema, cómo así que en la Tierra, como si hubiera algo diferente de la Tierra. Y ¿qué vine a hacer a la Tierra? ¿Cuidarme para qué?

Decidí esperar al sábado para hacer las tareas, ya que se me había indicado que debía estar todo el día a solas con ellos dos.

Me fui a dormir con esta nueva información.

El viernes fue un día muy normal, me levanté a la misma hora a hacer ejercicio, y me fui a trabajar. En la noche decidí no hacer nada, pero sí le avisé a mis papás que el sábado iba a apagar el celular porque iba a hacer una limpieza energética. Obvio, pensaron que había enloquecido.

El sábado me desperté tarde, hice el desayuno, unos pancakes

saludables con avena.

Dispuse el espacio para escribir mi historia. Prendí un incienso, me senté en el sofá café, tomé mi esfero negro y empecé a escribir.

En Rem: Fuego (Tomo I)

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