Читать книгу Malte vive en mi jardín - Pilar Orlando - Страница 18
XI. No he vuelto a escribir una línea
ОглавлениеPues muy mal. Lo he hecho casi todo mal. No he vuelto a escribir una línea desde el lunes. Y hoy es sábado.
Ha sido una semana regular. Solo he salido un día, el jueves, a comer. Los demás días he estado en casa leyendo, viendo pelis y series y jugando al solitario. Y por las noches, ¡a follar! Creo que mis noches son más importantes que mis días. El día lo paso. Las noches las vivo.
He pensado bastante estos días jugando al solitario. Me he sentido solitaria. Algo que no sé cuánto me gusta. Hay veces, cuando estoy leyendo, que no quiero interrupciones. Aunque lleve siete horas leyendo, estoy en un mundo que no deja sitio, que no deja lugar a nadie más.
Pero entonces me siento culpable. Soy una madre que no escucha a sus hijos, una esposa que no atiende a su marido. Culpable, culpable. Mierda de doctrina.
La semana empezó mal y siguió regular. He decidido dejar de colaborar en todo lo que implique un cierto riesgo, económico o de gestión. Esto es un paso más. Hay que saber aceptar las pérdidas. Cuando me di un golpe con el coche contra un bordillo porque no pude frenar a tiempo, supe que debía dejar de conducir. No pasó nada. Pero fue un aviso. Muy claro. Admití lo que había. No es fácil reconocer nuevas limitaciones.
A veces pienso en mi pasado. Y no me puedo creer que yo sea esta persona. Nunca me imaginé con cincuenta y cuatro años. Soy, si no vieja, muy mayor. No sé si importan los años, yo creo que sí, pero más importa lo vivido. Yo he vivido cuatro vidas. Y eso es mucho trabajo.
Estamos en casa mi marido y yo. Él duerme la siesta en el sofá, con el perro. Yo lo miro. Me gusta. Es algo muy simple y placentero; disfruto. Algo tan simple como ver a tu amado haciendo la siesta. Lujo. Se ha tapado con una manta de piel. Con el perro encima, parece un pervertido. Me gusta.
Estoy muy cansada. Siempre cansada. Escribo solo con dos dedos y tardo mucho. Hago mucho esfuerzo. ¿A quién le interesa mi esfuerzo? A nadie. Porque todos hacemos esfuerzos. El mío no es más importante que el de los demás. Probablemente, este esfuerzo colectivo es el que nos lleva a la desesperación.
Tener esclerosis múltiple no es una tontería. Pero ¿hay algo en la vida que sea una tontería?
Tener esclerosis múltiple proporciona un rango. Yo ya tengo un motivo, científicamente probado, para quejarme. ¿Y los demás? No tienen etiquetas, de qué se van a quejar. Bueno, quizás es cierto, una enfermedad etiquetada da garantías. No me gusta. Nada. Quien se pone la etiqueta de enfermo pierde toda posibilidad. Hay que saber mantener el yo, que no se confunda ese yo con más enfermedad. Siempre separados, que la enfermedad no interfiera en el yo.
Tengo bastante rabia, no sé bien por qué. Quizás me gustaría hacer cosas que no hago. Pero es cierto que me gustan mucho las cosas que hago. Debe ser la típica insatisfacción existencialista.