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Prólogo

Kathleen Stanford Grant (nacida el 1 de agosto de 1921 y fallecida el 27 de mayo de 2010) escribió los siguientes párrafos para la primera edición de este libro. Su familia, amigos y toda la comunidad Pilates la echarán terriblemente de menos. Dejó una huella indeleble en esta disciplina.

Cuando conocí a Rael en Santa Fe (Nuevo México), en 1991, la comunidad Pilates era todavía muy pequeña. Por recomendación de John Claude West, un antiguo compañero de estudios que tenía su propio centro de Pilates en Nueva York, me invitaron a impartir un cursillo sobre silla wunda, un aparato con el que yo había trabajado mucho de la mano de Joseph Pilates. Era la primera vez que la comunidad Pilates me pedía consejo profesional. Aquel encuentro en Santa Fe fue determinante para el reconocimiento de la primera generación de profesores de Pilates y para la recopilación y divulgación de información fruto de la experiencia y del ejercicio profesional.

Después de dos operaciones de rodilla, Pearl Lang, el famoso bailarín y coreógrafo, me derivó al señor Pilates, el cual, considerando que sería lo más beneficioso para mí, recurrió ampliamente a la silla wunda para la recuperación de mi rodilla. Durante la rehabilitación aprendí mucho sobre la silla wunda y me dediqué a desarrollar un repertorio propio de ejercicios. De 1973 a 1988 seguí utilizando la silla wunda para mis clases en la academia de Henri Bendel, y sigo utilizándola hoy, también en el plan de estudios que dirijo en la Tisch School of the Arts, facultad perteneciente a la Universidad de Nueva York.

Nada más hacer mi entrada en la academia de Santa Fe, de inmediato me rodeó un grupo de profesionales veteranos provenientes de los más diversos lugares, todos ellos ávidos de información y entusiasmados por poder pasar tiempo conmigo. Me llamó la atención un hombre del grupo, y cuando pedí que saliera algún voluntario para hacer una demostración de algún ejercicio, fue ese mismo hombre quien se ofreció. Se subió a la silla wunda y comenzó a realizar el ejercicio. Al instante me di cuenta de que era un gimnasta aventajado y de que conocía bien el Pilates. No obstante, cuando empecé a recolocarlo y corregir su postura, realizando complejos ajustes de su alineación y movimiento, vi el asombro –¡y también el ego de un hombre joven!– reflejado en su rostro. Aquello me hizo reír para mis adentros. No cabía duda de que era fuerte, pero se apoyaba más en su fuerza y capacidad física que en su zona media o centro.

La clase duró varias horas, durante las cuales transmití mis enseñanzas e hice demostraciones, ajustes y correcciones. Las ganas de aprender de todos ellos, así como su humildad en presencia de otro profesor, me infundieron respeto. Aquel cursillo fue un momento crucial en la evolución del Pilates. A partir de entonces, la silla wunda, que se había quedado obsoleta, volvió a gozar de gran popularidad.

Por supuesto, aquel joven era Rael, y en numerosas ocasiones me ha comentado que conocerme cambió su vida. Aquella experiencia le inició en la vía de la exploración interior y del aprendizaje individual. Su forma de trabajar cambió, como también su forma de enseñar; aprendió a trabajar desde dentro. Por encima de todo, Rael y yo nos fuimos haciendo buenos amigos. Ahora se me considera una de las decanas de la comunidad Pilates, y Rael es un profesor de fama mundial y un maestro por derecho propio. Rael ha desarrollado un cuidadoso programa de formación de profesores, el Body Arts and Science International (BASI Pilates®), al que se me ha invitado a participar en calidad de consejera honoraria.

Ya en 1991, Rael me pidió que impartiera un cursillo en su academia de la Baja California. Le prometí que lo haría, pero sin saber cuándo. De allí en adelante, siempre que nos veíamos me recordaba mi promesa. Y tardé catorce años en cumplirla. En 2005 aterricé en Baja California procedente de Nueva York para dar un cursillo en On Center Conditioning. Aunque Rael también lo impartía, sus alumnos tuvieron la oportunidad de ver a su mentor guiado a su vez por su mentora. Fue una lección muy valiosa, es posible que más valiosa que el trabajo que allí desarrollamos.

Rael trabaja con una maestría única, y no me cabe duda de que actúa desde dentro. Además muestra un entusiasmo juvenil inagotable por seguir creciendo y aprendiendo. Tenemos que mantener viva la herencia del Pilates, preservar su pasado, respetar su futuro y defender los valores y principios del método. Y pocos han hecho tanto por ese propósito como Rael. Es el hombre al que el señor Pilates hubiera elegido para continuar su labor.

Kathy Stanford Grant

Profesora de Pilates de la primera generación, decana de Pilates

Manual completo del método pilates

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