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El hombre con el hombro dislocado o un pensamiento salvaje en busca de un Pensador

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Vinicio, un arquitecto de 29 años, inteligente y siete años más joven que su único hermano, trabajaba como gerente de una compañía de construcción. Consultó por sentirse apático, con poco interés por la vida y sentir que “nada llegaba a interesarle”. Era soltero, nunca había tenido una novia estable y vivía en la casa de sus padres. Con frecuencia insistía en no sentir jamás emoción alguna, como una especie de alexitimia. “El único momento”, dijo, “cuando siento felicidad es cuando viajo con mis amigos, fuera de eso nada me importa”. En algún momento al preguntársele por qué no tenía una novia, después de todo era joven, soltero y bien parecido, dijo que la razón era porque temía presentársela a sus padres y que ellos no la aprobaran. Al interpretarle “por qué, si temía tanto a sus padres, vivía con ellos”, lo negó diciendo que vivía con ellos por razones económicas. Tuve la intuición en ese momento de que él temía algo, como si no confiara en sí mismo, en su propio juicio, por lo cual dependía de sus padres, como un niño indefenso que se negaba a reconocer que había crecido. Le dije entonces que parecía como si hubiese dos partes diferentes en su mente, una que sentía y actuaba como un niño indefenso, la otra era un adulto inteligente, lógico y con recursos y parecía que actuaba en su vida dependiendo de cuál de estas partes dominaba su mente.

En el primer año de su análisis, Vinicio se mostraba como alguien que no tenía una noción diáfana de su existencia, ni de sentirse en completa “posesión de su vida” y quien a los 30 años se comportaba como un adolescente temeroso. Dijo que cuando niño sus padres viajaban con frecuencia por cuestiones de trabajo y se quedaba en casa con su hermano y una tía, y que este con frecuencia lo agredía y amenazaba. Recuerda que tenía crisis de violencia y rompía cosas o se orinaba o defecaba en lugares de la casa. Parecía que Vinicio se defendía de una combinación de total impotencia, indefensión y necesidad de venganza. Le dije que parecía que ahora, en su mente, él continuaba tratándose a sí mismo en una forma parecida a como sus padres y su hermano le habían hecho. En algún momento presentó un sueño: Había perdido su equipaje en alguna parte de Sudamérica y pensaba –en el sueño– que lo había perdido por no haberle pagado al hombre de las maletas para que consiguiera la suya. No estaba perdida, pero por regulaciones, no se la podían entregar. No proporcionó asociaciones y le dije que parecía que un elemento en él temía que yo (yo soy de Sudamérica), parecido quizás a lo que él también sentía hacia las mujeres (temía comprometerse afectivamente con ellas), le quitásemos algo valioso (equipaje), por algo malo que él sentía haber hecho (regulaciones) y lo dejábamos sin equipaje, es decir, en total indefensión y dependencia. Recordó cómo su hermano lo atemorizaba amenazándolo cuando sus padres no estaban, y como la madre no le creía cuando se quejaba, además sentía que su madre privilegiaba más a su hermano. Le dije que posiblemente él debió sentirse entonces muy solo, por cuanto pensaba que no podía confiar en su madre, como ahora, cuando también sentía desconfianza hacia las mujeres en general, y que tampoco confiaba en mí, ya que le resultaba difícil dilucidar si mi interés por ayudarle dependía más del dinero que de él mismo como persona; tal y como aparecía en el sueño cuando “no le pagaba al hombre de las maletas”.

En la siguiente sesión recordó lo que ya me había referido, de la rabia inmensa que sentía cuando pequeño, rompiendo cosas, orinando y defecando en todas partes, además de encerrarse en el baño y rehusando salir. Le pregunté cuál pensaba él que podría ser la razón de tanta rabia. Dijo que sus padres temían que él fuese esquizofrénico, al igual que un tío, quien además de psicótico era también muy violento. Le dije que yo me preguntaba si cuando niño él tenía tanta rabia que hubiese deseado asesinar a sus padres pero como era un niño indefenso no podía lograrlo, pero ahora, cuando ya era un hombre y podía hacerlo, este sentimiento le aterrorizaba y le paralizaba. Estuvo en silencio por cierto tiempo e hizo referencia acerca de una mujer nueva que había conocido y con quien había salido, aunque al igual que otras veces, dijo, no se sentía emocionalmente involucrado. Le pregunté qué pensaba sobre esto último, de no involucrarse, y respondió que se sentía así en relación a todo en su vida, que nada le importaba. Le dije entonces, que quizás sentía un temor parecido al que pudo haber sentido cuando niño, que si se involucraba emocionalmente y dependía de su madre, eso le haría vulnerable y le llenaría de rabia por la injustica de la preferencia de ella con su hermano mayor. Parecía que prefería sentirse solo, que aventurase a sentirse rechazado tanto en relación a las mujeres al igual que en el análisis. Recordó un sueño: Estaba en un baño público y tenía que meter la mano dentro de la bañera llena de agua, para sacar papel higiénico. Luego su gel se estaba botando, algo que le sorprendió porque lo estaba usando desde algún tiempo. Entonces se dio cuenta de que dentro del envase había organismos, como insectos, que se reproducían continuamente. No dio asociaciones y le dije que parecía que él deseaba comunicar algo, de hacer algo “público” (“baño público”) de lo cual quería librarse, pero que no podía limpiarlo con una “toalla empapada”. Le pregunté a qué gel se refería y respondió que era la crema que usaba en la cara después de afeitarse. Le dije que parecía que había algo que él quería hacer público pero no lo lograba, de lo cual también quería deshacerse pero tampoco lo lograba y que además había también el hecho de que “eso” se reproducía constantemente (los insectos). Me preguntaba si “eso”, de lo cual él que quería librarse, guardaba alguna relación con lo que habíamos hablado antes, de su dificultad para confiar y no poder lograr una entrega emocional ante el temor de que los otros podríamos hacerle daño. Lo que no estaba claro era si de lo que en verdad él quería librarse fuese del rechazo que podría sentir al entregarse, o de su propia necesidad a la entrega. En la siguiente sesión presentó otro sueño: Intentaba tener un encuentro con alguien, pero las luces de la habitación se habían quemado y alguien que estaba presente se había molestado mucho por ello. Le dije que deseaba descubrir o ver algo con claridad, pero no podía y permanecía en la oscuridad, lo cual le daba mucha rabia.

En la siguiente sesión dice haberse quedado durante el fin de semana en la casa de N, la joven con quien está saliendo, que tuvo relaciones sexuales pero no logró tener un orgasmo a pesar de haberlo intentado por largo rato. Le dije que aunque estaba intentando acercarse a N emocionalmente, todavía no era capaz de lograrlo. Relató un sueño: Andaba en bicicleta con un amigo y alguien robó sus bicicletas, se molestó muchísimo porque no tenía forma de regresar a su casa. Luego intentaba escalar una montaña pero le resultaba muy difícil y peligroso; finalmente lo logró pero el video que había tomado estaba fuera de foco y no servía. Como siempre, no da asociaciones y tengo la impresión de que sus sueños son como una especie de defensa, podrían ser “sueños regalos” o “distracciones” para no hablar de algo. Le digo que pareciera que intenta librarse de algo, quizás su dependencia de sus padres o de su necesidad de dependencia, pero no lo lograba por cuanto él se lo robaba a sí mismo, (bicicletas robadas) lo cual al final intenta entenderlo, pero resultaba estar “fuera de foco” y no lograba entenderlo.

En la siguiente sesión recuerda que cuando nació tenía un hombro dislocado, que su madre dijo que el pediatra no recomendó nada sino que dijo que se arreglaría solo. Sus padres no recuerdan en qué momento el problema fue descubierto y si hubo alguna reacción de él al respecto. Le dije que me preguntaba si pudo ser algo muy doloroso para él, por ejemplo, si lloraba en la cuna para que lo cargaran y si sus padres lo intentaban tomándolo de los brazos, podrían entonces intensificar su dolor y hacerle gritar, lo que podía ser interpretado por ellos como un rechazo por parte de él, lo que entonces podía llevarles a ellos a rechazarlo a él y evitar luego levantarle, lo cual podría entonces hacerle sentir abandonado y llenarlo de rabia. Vinicio dice, obviamente, que no recuerda nada. En la próxima sesión recuerda un sueño parecido al anterior: Ha perdido su equipaje e intentaba recuperarlo, pero tenía que buscarlo en un terreno muy abrupto. Dice haberse quedado por el fin de semana en la casa de N, pero no siente ningún entusiasmo por ello y que no hace ninguna diferencia si está o no con ella. En la medida que lo oigo, tengo el sentimiento de que lo dice con mucho orgullo, como si fuese un logro “no sentir nada”. Le digo que parece que hubiese en él el deseo de que no le importase sentir el que sus padres lo hubiesen torturado con dolor y al mismo tiempo lo ignorasen. Que por otra parte, le resulta muy difícil darle un sentido al terror que le induce la cercanía emocional con el otro y a su deseo de sentirse querido. Siente que ha perdido algo vital (equipaje), tanto que se repite continuamente en sus sueños y no logra encontrarlo porque el medio es agreste y difícil, ante todo porque aconteció en una edad tan temprana que él no logra recordarlo. Además, tal y como aparece en el sueño del “baño público”, es un terror que se reproduce continuamente. Dice que teme acercarse emocionalmente a alguien, como lo siente con N, que tiene temor de hacerle daño a ella o que ella se lo haga a él. Le digo que uno no puede imaginar lo que va a ocurrir, que podría ser así o quizás no; que pareciera que teme que acontezca algo que ya aconteció, como una “memoria del futuro”.

Klein, en 1959, estableció lo siguiente:

los bebés recién nacidos experimentan, tanto en el proceso del nacimiento como en su adaptación postnatal, angustias de naturaleza persecutoria. Esto puede explicarse por el hecho que el infante, sin poder lograr entenderlo intelectualmente, siente inconscientemente tal malestar, como si hubiese sido infligido en su contra por fuerzas hostiles [p. 248].

Y además:

En los estadios tempranos, el amor y la comprensión son expresados por la madre, a través de la manipulación de su bebé […] Los sentimientos del bebé como producto de sentirse comprendido, representan la primera relación fundamental de su vida: la relación con su madre […] por cuanto en los primeros meses ella representa para su hijo el mundo externo completo, por lo tanto, siente que todo lo bueno y lo malo que aparece en su mente, proveniente de ella […] Tanto la capacidad para amar así como el sentimiento de persecución tienen raíces profundas en los procesos mentales más tempranos del infante. [p. 248]

Unas sesiones más tarde, Vinicio inició la sesión diciendo que N le había preguntado si él podría mandarle un email de felicitación a su hermana por las navidades. Rehusó hacerlo argumentando que él no la conocía bien, algo que N no recibió con agrado, lo cual lo indujo entonces a enviar el mensaje. Le pregunté cuál pensaba él que fuese la razón para no querer hacerlo, a lo cual respondió “que le molestaban estas demostraciones de cercanía emocional”. Luego dijo que N se había quedado en la casa de él durante el fin de semana, por cuanto los padres de Vinicio estaban fuera. “Podría ser” –le dije– “que él no sólo temía una cercanía emocional, como él decía, sino que además temía a sus padres como si sintiese que aún fuese un niño indefenso y se negase el hecho de ser ya un hombre”. Dijo entonces que no se sentía cómodo con N en su casa cuando sus padres estaban presentes. “Hasta qué punto” –le dije– “él parecía temer más a sus padres internos que a los externos”. Dijo estar de acuerdo. Le dije que su temor no era solamente producto de las exigencias de unos padres internos poderosos, sino que además era consecuencia del hecho de inventarse a sí mismo como si fuese un infante desvalido. Producir tal combinación de un niño desvalido y padres poderosos y exigentes, resultaba absolutamente catastrófico. Luego de una pausa dijo recordar un sueño: Quería salir de viaje pero estaba muy preocupado porque sentía que había perdido algo. Tenía una bolsa pequeña de las que se llevan a la escuela y chequeaba con su madre para ver si tenía todo lo que necesitaba. Luego no encontraba la puerta del estacionamiento donde habría de dejar el auto para tomar un tren, le daba rabia que no hubiese señales que indicasen la salida. No produce asociaciones y le digo que pareciera que el sueño estuviese relacionado con el tema que discutíamos; como si su inconsciente estuviese diciéndole que él no confiaba en él mismo ni en su propio juicio y que necesita de su madre o de alguien, para que lo “rescatase”. Existe un aspecto que se repite en sus sueños, el sentimiento de haber perdido algo que no sabe qué cosa es, así como desear librarse de algo que tampoco sabe lo que es. Pareciera además estar molesto conmigo, por cuanto siente que yo no le doy direcciones para resolver estas incógnitas y así lograr una salida y encontrarse a sí mismo: poder lograr su identidad, su propio lugar y confianza en sí mismo.

Más adelante inicia la sesión diciendo que N le había llamado para agradecerle que él había compartido detalles de su trabajo con ella. Le pregunté que cómo interpretaba él lo que ella decía y dijo que creía que N le agradecía que él estuviese confiando más en ella. Recuerda un sueño: Estaba en el país X –donde había nacido–, y había perdido su equipaje pero no existía una oficina de reclamos donde pudiese indagar. Buscó entre los equipajes hasta encontrar el suyo y descubrió que la razón por la cual lo había perdido era porque le había puesto un cerrojo a su maleta. Le pregunto sobre qué cosa pensaba él habría dentro de su maleta, después de todo era un sueño repetitivo; me dijo que quizás su coraje o su temor a tomar riesgos, a comprometerse emocionalmente. Le dije que pensaba en algo más, que quizás dentro de la maleta con “cerrojo” estuviese su “hombro dislocado” y que el hecho de que no existiese una oficina de reclamos para localizar la maleta, podría significar que no existía la posibilidad de saber acerca de su hombro dislocado, por cuanto no existió una mente que pudiese haberlo registrado a conciencia; además, en el sueño todo había sucedido en el país donde él había nacido. También es algo que mantiene en su mente bajo cerrojo, por cuanto no desea saber de recuerdos tan dolorosos, tanto físicos como mentales. En la sesión siguiente me preguntó si yo sabía de un experimento hecho con monos dentro de una jaula. Explicó que habían introducido cinco monos dentro de una jaula y colocado bananas colgando del techo, que cuando uno de los monos escalaba y las cogía, castigaban a los cuatro monos con agua fría y no le hacían nada al que las había tomado, a quien cambiaban con frecuencia con monos nuevos, al cual los otros cuatro siempre atacaban al nuevo y le impedían que subiese a coger las bananas. El experimento continuó por cierto tiempo durante el cual fueron también cambiando los cuatro monos castigados, uno por uno hasta cambiar todos los monos, los cuales, a pesar de que ya no los castigaban, continuaban atacando al nuevo que intentase alcanzar las bananas, aunque ya ninguno sabía por qué. Le dije que pensaba que a él podría acontecerle algo similar, que reaccionaba frente “a la ausencia de una presencia” que le aterrorizaba pero que al mismo tiempo no sabía la razón. En la siguiente sesión presenta un sueño: Estaba en la escuela primaria y presentaba un examen el cual consistía en dibujar cualquier cosa. Estaba con una prima quien también hacía el mismo examen y quien en la vida real estaba en la misma escuela de primaria. Al final él falló el examen pero ella lo pasó. Luego tenía que presentar otro examen y estudiaba en los libros de N. En otro sueño, buscaba un lugar donde estacionar, pero temía que podrían darle una multa y entonces decidió ocultar su coche. Asoció con una conversación que había tenido con N la noche anterior, cuando le explicaba que tenía muchos gastos y tuvo la fantasía de mudarse con ella, pero le asaltó el temor de tener que decírselo a sus padres. Le dije que temía su independencia, de hacer lo que le provocase, y tener que ocultarlo de sus padres (ocultar su coche), además, sentía que N es más atrevida que él (él aprende de su libro) y teme que ella descubra que él se asusta como si fuese un niño (escuela primaria) y que falla un examen tan fácil (dibujar cualquier cosa), mientras su prima –posiblemente representando a N, después de todo son del mismo país– lo pasa.

En la semana siguiente refiere un sueño: Había agua en la calle que iba aumentando y tuvo que meterse en un auto para evitar la inundación. Luego siguió relatando cinco sueños más. Le digo que tenemos una “inundación de sueños”, que pareciera que él me trae sus sueños y me los deja como si fueran “regalos” y que pregunto qué piensa él acerca del significado de tantos sueños. Dice que no sabe, que no sabe cómo pensar sobre sus sueños, que en todo caso yo soy quien sabe. Le digo que eso es verdad, que yo intento leerlos, pero que al mismo tiempo son sus sueños, que él está obviamente más cerca de ellos que yo. Dice que no entiende qué cosa quiero yo decirle. Presiento su rabia y su frustración, posiblemente como defensa ante un temor y se me ocurre que él intenta traerme los sueños porque siente que son importantes para mí pero que no desea involucrarse, siempre emocionalmente distante, como sucede con N y sus padres. Le digo que pareciera que involucrarse emocionalmente, tanto con N como con sus padres, conmigo y con él mismo, le hacen siempre revivir automática e inconscientemente, la terrible experiencia que pudo haber sentido cuando bebé con su hombro dislocado. Entonces refiere que N quiere conocer a sus padres y ellos a ella, lo cual resulta para él algo “terrible y estresante” que lo frustra, aunque no sabe por qué. Le digo que piense, porque después de todo él es el único que sabe el porqué, y responde “que no sabe pensar”. Siento que está muy molesto pero no lo dice, aunque intuyo su rabia en la contratransferencia cuando intento ayudarle a pensar para que logre contener el temor infundado de que algo terrible podría pasar si sus padres conocen a su novia, sin embargo, él lo toma como un ataque que lo empuja a una situación peligrosa. Tengo la sensación de que implícito en nuestro dialogo se repite, quizás, en la transferencia-contratransferencia, lo que pudo haber acontecido cuando siendo un bebé y su madre intentaba levantarlo para arrullarle, él experimentaba el dolor en su hombro como una tortura que ella le producía, algo que posiblemente le llenaba de ira. En la siguiente sesión dice que ha arreglado con N una cena en un restaurante con sus padres, su hermano y su esposa, para que ellos la conozcan. Le digo que me parece muy valiente de su parte haberlo concertado en esa forma. Dice que eso no le quita el temor que siente. Le digo que el problema es que a él le cuesta mantenerse ignorante frente al futuro que aún no conoce, pero que imagina a su manera y termina convenciéndose de que su fantasía es en verdad la realidad. Así como se imagina que va a acontecer algo terrible con sus padres y N, en igual forma podría imaginar también que la cena va a ser maravillosa. Le es difícil darse cuenta que en su mente él continuamente lidia con una “memoria del futuro”, algo que ya aconteció en el pasado (su hombro dislocado) pero que él revive continua e inconscientemente en el presente.

En la siguiente sesión refiere un sueño: Está de visita en el apartamento de su amigo B que está ausente, porque desea llevarse unos cuadros que había dejado con él. Eran tres cuadros, dos pequeños y uno grande y decide llevarse los dos pequeños solamente. Como siempre, no tiene asociaciones; le pregunto por qué estaría B en su sueño y dice que B no está en su sueño. Con frecuencia tengo la impresión que Vinicio es muy concreto y le explico que está indirectamente por cuanto él visita su apartamento. Anota que fueron buenos amigos cuando iba a la universidad y que B era muy mujeriego y no tan tímido como él. Le pregunto qué cree signifiquen dos cuadros pequeños y uno grande y dice no saber; le pregunto entonces: ¿podrían representar a los “cojones de B” que él desea tomar prestado para no tener tanto miedo? Se ríe y se queda pensativo y agrega: “Puede ser”.

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