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Una noción epistemológica del inconsciente

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¿De qué exactamente está hecho el inconsciente? De acuerdo a la teoría clásica, constituye una suerte de reservorio de impulsos indeseados e insatisfechos, continuamente presionando por lograr un goce, repudiados por los principios establecidos en el superyó y en consecuencia incesantemente reencarnando como derivados embozados y camuflados. El inconsciente padece de una cualidad estática y carece de la posibilidad de alcanzar la consciencia por sí mismo, necesitando la ayuda de mecanismos pre-conscientes capaces de mutar la “representación de la cosa” en “representación de la palabra” (Freud, 1915a).

Ahora parece que conocemos, de una vez, las diferencias que existen entre una representación consciente y una inconsciente. Estas dos representaciones no son, como lo habíamos supuesto, diferentes registros de un mismo contenido en diferentes localidades psíquicas, ni tampoco estados funcionales diferentes de catexis en la misma localidad; sino que la representación consciente comprende la representación de la cosa más la representación de la palabra correspondiente, mientras la representación inconsciente es la representación de la cosa solamente [Freud, S., SE 14, p. 201]

Las contribuciones de Fairbairn así como las de Klein, por otra parte, añadieron algunas modificaciones a la noción freudiana del contenido inconsciente, o sea, de una noción de impulsos decatectizados puros, a otra noción del inconsciente, como un depósito de memorias de relaciones de objeto tempranas, narcisistas, reprimidas. Estas representaciones podrían interferir con el crecimiento del yo y los procesos de integración, al comprometer y eventualmente retener y aislar a objetos parciales, que luego serían capaces de interactuar con objetos externos por medio de identificaciones proyectivas e introyectivas. Estos autores cambiaron la naturaleza de los contenidos inconscientes a relaciones tempranas de objetos narcisistas, las cuales comprometen y eventualmente dividen al yo, forzando sus partes a repetirse continuamente y a interactuar con los objetos externos mediante procesos de identificaciones tanto proyectivas como introyectivas.

En 1984 Meltzer concluyó que:

El trabajo psicoanalítico con pacientes adultos en años recientes, excluyendo los trabajos de Bion, se han movido en una dirección lingüística manteniendo vínculos con desarrollos filosóficos y ha proporcionado buenos frutos. [p. 66]

Ayudados por las configuraciones estructuralistas del lenguaje, hechas por Ferdinand de Saussure, la escuela francesa ha discutido la veracidad de la “representación de la cosa”, estableciendo que el inconsciente posee por sí mismo atributos de lenguaje. Ricoeur, por ejemplo, refiriéndose a los sueños como un “primitivo lenguaje de deseos”, dijo:

No son los deseos como tal los que han de ser colocados en el centro del análisis, sino más bien su lenguaje.

Lacan, por otra parte, ha expresado que “el inconsciente está estructurado como un lenguaje”. De acuerdo a Laplanche y Leclaire (1960), el significado saussuriano toma el lugar del “impulso en busca de satisfacción” y la relación íntima entre significante y significado, tal y como es observado en cualquier lenguaje hablado y representado como S/s, lo cual es roto en la condensación, o sea la metáfora, donde una nueva relación es entonces establecida, es decir, el significante S es remplazado por uno nuevo S’, ahora representado como S’/s, pero la S previa, en lugar de ser suprimida, toma el lugar del significado el cual puede ahora escribirse como S’/S y continuar así como un significante latente. Una fórmula diferente y más compleja es establecida entonces:

S’ x S

S s

La barra que separa el significante del significado, por otra parte, representa la noción doble de represión y condensación, porque después de todo, la metáfora es consecuencia directa de la represión.

Meltzer (1984) parece haber tomado una dirección parecida cuando concibe a los sueños como formas de pensamiento inconsciente:

La secuencia más lúcida requeriría definir al proceso del sueño como el pensar acerca de las experiencias emocionales, después de lo cual el camino estaría libre para examinar lo que Freud ha llamado las “consideraciones de representabilidad” (Lo que para nosotros significa formación de símbolos y el inter-juego de formas simbólicas visuales y lingüísticas) y el “trabajo del sueño” (Por lo cual entenderíamos la formación de fantasías y de pensamientos, mediante los cuales los conflictos emocionales buscan una resolución. [p. 51]

Matte-Blanco ha desarrollado un modelo basado en la lógica matemática, para explicar algunas características del inconsciente tal y como fueron descritas originalmente por Freud, como la ausencia de mutuas contradicciones y negaciones, desplazamiento, condensación, ausencia del tiempo y reemplazo de la realidad externa por la interna. Matte-Blanco (1998) argumenta que la lógica consciente se diferencia de la inconsciente en la posibilidad de establecer reciprocidades asimétricas o simétricas respectivamente. Por ejemplo, si dijese que A es el padre de B, el opuesto asimétrico, es decir que B es el padre de A, nunca podría ser verdad, salvo que sea una producción inconsciente en donde tal incongruencia sería simétrica y factible. Matte-Blanco sugiere que la prioridad de la simetría sobre la asimetría dependerá del nivel de inconsciencia, escasa en las operaciones pre-conscientes y predominante en interacciones inconscientes profundas.

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