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Pinocho: versiones históricas de la niñez a fines del siglo XIX

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Hemos intentado descentrar la cuestión del sujeto de la problemática de la subjetividad.

Lo fundamental de nuestro paciente Pinocho es que ha devenido sujeto y atravesado por un lenguaje que ahora lo divide, iniciará otras aventuras en la vida en un plano cualitativamente diferente al de las anteriores, dejando a éstas definitivamente perdidas como experiencia original.

Pero como analistas tampoco podemos soslayar la cuestión de la subjetividad, que será la que aportará contenidos a la estructura de sujeto, que además nos atañen: también nos toca compartir con nuestros pacientes una misma actualidad, perteneciente a lo que será una historia de la civilización que mientras la vivimos, nos supera.

Nos dirigimos a los contenidos subjetivos en un intento de situarlos y reconocerlos, pero también despejarlos para poner a la luz, dentro de las limitaciones de nuestro método, la estructura de sujeto que los sustenta. Y esto es lo exclusivo del psicoanálisis, que lo diferencia de otras terapias.

El concepto de subjetividad es un patrimonio compartido del psicoanálisis, la psicología, la sociología, la historia, la literatura...

Se vuelve central cuando como ahora aludimos a nuestro personaje, no para referirnos a su advenimiento a la condición de sujeto, sino intentando instrumentarlo para extraer de él las diferentes acepciones sobre la infancia que circulaban a fines del siglo pasado, para articularlas con los primeros descubrimientos del psicoanálisis, contemporáneos a la aparición del texto sobre Pinocho.

De la lectura de este libro pueden desprenderse al menos tres versiones sobre la niñez, que podemos atribuir a la historia del siglo pasado. Cabe preguntarse si no es éste un eventual buen punto de partida para indagar si estas versiones perduran en la actualidad, si han sufrido variaciones y/o se les han añadido otras.

Delimitaremos estas tres versiones dividiendo la narración de Pinocho en tres secuencias sucesivas.

a. El niño “inexistente” (Primer capítulo: intervención del Maese Cereza sobre un “simple madero del montón”).

El niño en tanto tal no es registrado ni reconocido. No existe. No tiene valor simbólico. Es usufructuado como objeto inerte en función de una necesidad inmediata de un sujeto adulto.

Esta es la versión más antigua en que el niño no tenía entidad; no había un concepto o una representación que lo definiera. Este no-lugar de la niñez en la consideración social, viene de arrastre de períodos previos a la Revolución Industrial.

b. El niño del cristianismo (Desde que Pinocho es tallado por Geppetto hasta que es colgado de la Encina Grande).

En esta versión hay muchas afinidades con la parábola de Cristo y también con la visión sobre la infancia que se desprende de las “Confesiones”, de San Agustín.

Los puntos de contacto con la historia de Cristo son evidentes y han sido objeto de interpretaciones y especulaciones por diferentes autores. De la narración tomaremos solamente algunas de las múltiples alusiones que pueden ser relacionadas con la historia bíblica. Para un panorama más completo remitimos al sugestivo artículo de Italo Calvino, “La metamorfosis de Pinocho” (Calvino, 1982).

Nosotros solamente mencionaremos que, como Cristo, Pinocho es hijo de un carpintero, concebido sin pecado; luego de deambular por los caminos, después de una última cena “en la fonda del Cangrejo Rojo” (p. 49) es traicionado por los que suponía sus amigos y colgado –así como Cristo es crucificado– de una rama de la Encina Grande.

Es interesante señalar al respecto que éste es uno de los puntos en que Collodi interrumpió el relato, suspendiendo las entregas. Fue el editor del semanario en el que se publicaba quien convenció al autor de que una historia para niños no podría concluir así, y lo instó a que la continuara.

Las ideas de San Agustín sobre la niñez aluden al problema del origen. La vida es otorgada por Dios, precede a un supuesto origen en el cuerpo de la madre, la que es meramente una intermediaria instrumentada por el Poder Divino para que el hijo sea recibido por el padre.

Llama la atención en las secuencias la vida del que sería Pinocho ya estaba presente en la madera, antes de la intervención de Geppetto, y aun del Maese Cereza.

También es llamativa la ausencia de la mujer hasta esta altura del relato, salvo la aparición al final de la “niña con los cabellos de color turquesa y el rostro blanco”, la que es incluida no sabemos si desvitalizada, moribunda o muerta. Sin embargo, esta mujer en el próximo tramo irá adquiriendo una dimensión determinante en la transformación de Pinocho.

La concepción de la niñez de San Agustín, eludiendo el papel preponderante de la madre, tenía el sentido de evitar lo que podía ser más intolerable y pecaminoso desde el punto de vista del catolicismo: la suposición de que pudiera haber cualquier forma de contacto carnal (aun dentro del útero), entre madre e hijo. En ese sentido, que Pinocho fuera hasta aquí un muñeco, por lo tanto desprovisto de carne, se adecúa perfectamente a esta concepción.

c. El niño edípico (Desde el episodio del ahorcamiento hasta que se transforma en un “muchacho de verdad”).

Cuando Collodi retoma la historia a partir del ahorcamiento de Pinocho, la mujer toma el protagonismo principal en la “gestación” de un Pinocho de carne y hueso.

La aventura en el interior del tiburón puede ser interpretada como la revelación del papel del padre en la fecundación, precediendo lo que será la gestación y “nacimiento” del hijo, nueva versión sobre el origen en la que el niño está inmerso en su propia carnalidad y la de sus padres.

Desde el punto de vista de la subjetividad, ¡qué distinta es esta representación del niño de la de San Agustín! A diferencia del “Pinocho de madera”, ¡cuán cercano parece el “Pinocho de verdad” a la versión de la niñez que revelará Freud, plena de carnalidad y por lo tanto de erogeneidad!

Del Pinocho con que termina el libro de Collodi al descubrimiento de la sexualidad infantil por parte de Freud, el paso es muy breve, aunque decisivo y necesitado del toque genial que permitió conceptualizarla como uno de los pilares de una disciplina que da cuenta de una dimensión absolutamente inédita del psiquismo humano.

Tramas de psicoanálisis

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