Читать книгу Reflexiones de otoño - Ramón Sierra Córcoles - Страница 11
ОглавлениеDOLOR Y
DESARROLLO SOCIAL
Parece incuestionable el aumento de la esperanza de vida en la población actual como consecuencia del avance de la medicina. Cumplimos más años que nuestros antepasados y también, podemos añadir, con una calidad muy superior; no obstante, esa longevidad nos pasará factura en algún momento. Todo tiene un precio. En este caso consiste en un incremento de personas con enfermedades crónicas que pueden ser causa de sufrimiento y dolor en el ocaso de su vida. No significa que en épocas pretéritas no existiesen, el Antiguo Testamento ya cita el parirás con dolor, sino hacer hincapié en algunas circunstancias que lo rodean en la actualidad como son el costo y el desarrollo social.
El costo del dolor en España, como en el resto de las naciones desarrolladas, es muy elevado. Cuando incluimos los distintos capítulos que comporta, absentismo laboral, gasto farmacéutico y/o quirúrgico, profesionales que lo controlan, etc., estimamos que su tratamiento puede ascender a un 2% del PIB de la nación, lo cual nos catapulta a cifras superiores a un billón y medio de nuestras antiguas pesetas.
Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), el 0.25% de la población sana mundial enfermará anualmente de cáncer. España, con una población ligeramente superior a cuarenta millones de habitantes, contribuirá a estas cifras con unos cien mil nuevos enfermos de los cuales, un 70% aproximadamente, padecerá dolor y la sociedad actual con el desarrollo de las ciencias médicas tiene la obligación de prestarles el confort necesario. Confort que no es un regalo sino un derecho irrenunciable que tiene el enfermo.
Todo el sufrimiento, como es evidente, no lo causa solo el cáncer y es conveniente revisar otras circunstancias. En la actualidad la población mayor de 65 años constituye el 16% con estimaciones aproximadas de llegar al 20% en el año 2005. En este grupo humano un 20—22% padecerán distintas enfermedades crónicas evolutivas. Trastornos como la demencia en sus distintas clases alcanzan el 10% y un 30—40% de personas de este grupo padecen algún grado de limitación. Patologías degenerativas como la artrosis afecta al 10% de la población como consecuencia de malos hábitos alimenticios y sedentarismo y cuyo costo es muy elevado para el sistema público de salud que somos todos.
Continuar con un aluvión de cifras, por sí solas, no conduce a nada; sin embargo, unidas a ciertas reflexiones, tal vez podrían ser útiles.
¿Qué circunstancias deberían valorarse para conocer mejor el problema?
¿Qué medidas son necesarias para atender a este grupo de personas que nos demanda ayuda?
¿Qué objetivos debemos plantearnos a medio y largo plazo?
El desarrollo de las prestaciones sociales no ha ido paralelo al de la medicina y por tanto puede decirse que la relación costo/beneficio en estos pacientes es desproporcionada. Pertenecemos a un país que no es rico y por tanto debe valorarse minuciosamente cómo emplear los recursos de que disponemos, pero… ¿se valora suficientemente?
La demanda social aumenta inexorablemente y en un futuro próximo será inevitable hacer frente a estas necesidades. Es necesario procurar la mejor calidad de vida, dignidad y autonomía a nuestros enfermos sin olvidar sus necesidades físicas, emocionales, sociales y espirituales y para ello es imprescindible tener presente también a la familia. ¡A menudo nos olvidamos de ella! Pensamos que el enfermo es un todo y es falso. El paciente podrá ser lo más importante, pero solo una parte del conjunto que conforma la familia y de un círculo mayor que es la sociedad.
En un momento histórico en que la incorporación de la mujer al mercado laboral es un hecho que no tiene vuelta atrás, nos encontramos con la pérdida del soporte que tenía la familia tradicional para la atención a estas personas mayores. La sociedad ha obtenido un beneficio con esta nueva aportación de la mujer y por tanto corresponde a ella, la sociedad, solucionar este vacío que ha quedado en la familia. Si nuestros mayores sufren por el dolor y el abandono, muchos familiares sufren por la poca atención que les prestan y que antes constituía una tradición secular.
Hagamos, pues, un esfuerzo por conseguir que la evolución médica y el desarrollo social caminen juntos o, por lo menos, sin darse la espalda. Mirémonos a nosotros mismos, aunque sea con un poco de egoísmo y nos pondremos a trabajar cuanto antes para solucionar esta necesidad social pues el mañana ya es hoy y el hoy ya es tarde.
Córdoba, Febrero 2.004.