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DOLOR vs dolor

¿Puede pertenecer usted, por casualidad, a ese amplio grupo de personas que piensa en el médico como en un profesional insensible que no siente nada por el enfermo como consecuencia de vivir, tan a menudo, rodeado de pacientes con dolor?

¿Puede haber pensado usted en algún momento que el médico, tan frecuentemente en contacto con la muerte, puede observarla con indiferencia?

Tengo la más absoluta certeza que todos ustedes han sentido, en uno u otro momento, piedad o pena por un semejante, pero... ¿también la han sentido por ese médico que sufre viendo como no puede hacer nada por su paciente, que se le va de las manos, no encuentra remedio a su dolencia y mientras por su espalda siente correr un sudor frío contempla, desde su impotencia, como la muerte gana otra batalla?

Los médicos, posiblemente todos, en algún momento de nuestra vida profesional oímos comentarios a nuestro alrededor de familiares y amigos. Ustedes los médicos no pueden hacerse idea del sufrimiento que tenemos todos los que estamos alrededor del enfermo, porque ¡claro! Ustedes, al fin y al cabo, ya están acostumbrados a estas cosas. Puedo aceptar la primera afirmación pero rechazo de plano la segunda que no rinde honor a la verdad.

Ayer me azotó, nuevamente, un cometario similar cuando trataba de dar ánimo a un paciente y a sus familiares. El enfermo estaba literalmente hundido, con el sufrimiento marcado en la cara, casi con seguridad, también en el alma. ¡Cuántas cosas podría contar y tal vez me hubiera contado de haber estado solos! ¡Dios, cuantas cosas podría haber yo aprendido de su sufrimiento! Deseé poder decirle al familiar algo, pero no era el momento de explicar que los médicos también sufren con el dolor ajeno.

Creo, sinceramente, que existen pocos pensamientos más alejados de la realidad y confieso, con humildad, en mi nombre y en el de muchos de mis compañeros no compartir semejante aseveración por injusta, porque nos llena de dolor y nos rebela, en el sentido más digno de esta palabra, contra opiniones emitidas, tal vez, por falta de formación, desconocimiento o poco meditadas.

Después de muchos años en el ejercicio de la medicina sufrimos con el enfermo que sufre, padecemos con el enfermo que padece y nos gustaría pensar que alguien entiende nuestro sufrimiento.

Creo que todos los médicos, o una mayoría de nosotros, amamos a nuestros enfermos y sufrimos cuando no encontramos la respuesta científica que se adecua a sus necesidades porque, desgraciadamente, la medicina actual no tiene respuesta para Todo.

Creo no errar si afirmo que una de las personas que sufren más con el enfermo y junto a Él es su Médico.

Creo que la medicina es una lucha permanente contra la muerte y esa batalla la tiene perdida el médico antes de empezar, lo sabe, y a pesar de todo acude solícito.

Somos conscientes de nuestra debilidad y, por supuesto, de nuestra segura derrota, pero a pesar de todo... combatimos

¡Permítasenos seguir luchando!, porque si conseguimos alargar un poco la vida de nuestros enfermos, somos capaces de darles más confort y podemos compartir nuestra mutua dignidad, ese es nuestro Triunfo.

¡Todo habrá valido la pena!

Córdoba, mayo 2.004.

Reflexiones de otoño

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