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INTRODUCCIÓN
ОглавлениеPor dónde empezar cuando son tantos los posibles comienzos por los que se puede iniciar el acercamiento al presente libro. Son muchos los temas, muchas las cuestiones que plantea el autor, pero a la vez todo pertenece a un mismo discurso, a una misma cuestión, a un mismo tema. Sencilla y compleja se presenta esta obra que no deja de ser sino un perfecto reflejo del individuo mismo y de la sociedad en la que vive, que es precisamente así, sencilla y compleja.
Quizás un posible comienzo sería hacer directa alusión a su título, que es una llamada directa a lo que se nos reserva en su interior.
Reflexiones de Otoño, reflexiones de la que quizás es la estación más sabia, con más experiencia y con más facultades. Es la estación que nos aporta una mejor visión porque cuenta con un extenso recorrido. Es la estación que desde su diversidad de tonos ya maduros y tranquilos nos invita a observar y, precisamente, a eso, a reflexionar. Ese otoño es, además, reflejo de su autor, Ramón Sierra, un reconocido médico con una extensa y exitosa carrera a sus espaldas. Sobre este médico y también escritor, aunque él respetuosamente no quiera definirse como tal, no es necesario, así lo definimos quienes tenemos la suerte de conocerlo, volveremos más adelante.
Este otoño inicia su discurso desde uno de los debates inherentes al propio individuo, compartir o no compartir las propias reflexiones. Y lo hace de la mano del famoso personaje de Mika Waltari, Sinuhé. Afortunadamente para nosotros, el autor ha optado por discrepar de Sinuhé y compartir su recorrido.
A partir de aquí, la obra comienza a ser una sucesión de cuestiones que va adquiriendo cada vez mayor ritmo. Se tratan temas médicos, pero no es un libro médico; este libro lo escribe un médico, pero no es solo para profesionales de la medicina. Cuando, por ejemplo, se abarca un tema tan fundamental como es el del dolor, se hace desde muchos enfoques posibles. Desde la propia definición, a su necesaria alarma del propio cuerpo, a su “inutilidad”… hasta la obligación desde la Administración de dar una solución, o como indica el autor, “obligación de prestación de confort”.
Y, además, es un libro que escrito desde el otoño no está destinado solo a su estación, no. Es un libro que comprende un valioso contenido para las generaciones de primavera, verano e invierno. Porque las cuestiones que aquí se tratan, se plantean, son cuestiones que todo individuo se ha preguntado o se preguntará más de una vez en su vida. Y como diría el Adriano de Marguerite Yourcenar: “Como todo el mundo, solo tengo a mi servicio tres medios para evaluar la existencia humana: el estudio de mí mismo, (…); la observación de los hombres, (…); y los libros, (…)". Libros, que como continúa el Emperador, serán aclarados por la propia vida.
Ramón Sierra tiene una extensa biblioteca personal compuesta por otras novelas y muchos poemas. Ha comenzado por fin a publicarlos. Son obras, como esta, que nos aportan, entre otras cosas, la mirada reflexiva y sabia de quien lleva trabajando, observando, analizando y comprendiendo a las personas tanto en sus momentos más felices como en los más trágicos. Un médico que se ha esforzado en empatizar con su paciente y en verlo como a una persona enferma, pero persona, y no so lo como a una enfermedad.
Es un libro con calidad humana, por ello y por lo indicado, no es de extrañar que se recomiende, sin reservas, su lectura.
Teresa Barrie
Doctora en Arquitectura.