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QUOUSQUE
TANDEM

En un estudio realizado por la OMC y Pfizer sobre la situación de la profesión médica en España y publicado en la Gaceta Hospitalaria Médica de 3 de mayo de 2.004 aparecen unos resultados ciertamente desalentadores: los médicos no se sienten representados ni por los Colegios Profesionales, ni por los Sindicatos a los que consideran unos inútiles, ni por las Sociedades Médicas de las que se sienten muy alejados.

Como se trata de una publicación médica oficial no me parece adecuado entrar en suspicacias, aunque si esta información fuese incorrecta o sectaria ya los colegios médicos habrían dado la voz de alerta

Esta alarmante desmotivación que existe entre los profesionales está fundamentada, al parecer, en circunstancias diversas.

Disminución del prestigio social que podría ser incluso una de las causas —además de la cada vez mayor falta de educación y civismo de la sociedad actual favorecido por los poderes públicos donde todo vale— de las agresiones permanentes a los profesionales de la medicina;

Retribuciones insuficientes que obligan a los profesionales a convivir en un mundo capitalista con sueldos socializados y que les obligan a mal vivir a no ser que cupido haga de las suyas y lo relacione sentimentalmente con otro profesional y aúnen sus dos sueldos, o bien ponga consulta privada, porque vivir con el hospital, en el hospital y para el hospital, está bien, pero del hospital, eso es otra cosa muy diferente;

Escasa posibilidad de promoción profesional donde un recién terminado MIR que saca una oposición de adjunto y que, con legítimo orgullo, lo celebra con familiares y amigos, treinta y cinco años después convertido en feliz abuelo, celebra el bautizo de su nieto igual de orgulloso, pero todavía de adjunto;

No existe una mínima relación médico—enfermo con lo que la empatía entre ambos se transforma en antipatía y vienen consecuentemente más agresiones, disputas y denuncias en los juzgados y todo esto ante la más absoluta indiferencia por parte de la administración que sentada en sillón de platea observa entre asombrada y divertida como dividimos cada vez más nuestras opiniones, cómo llegar a determinados acuerdos entre nosotros es cada día más difícil y cómo esa circunstancia se convierte en algo políticamente correcto para los políticos. La poca beligerancia de los Colegios profesionales que, en no pocas ocasiones, han estado dirigidos por colegiados cuya más alta mira era el lustre del sillón y el boato social también es necesario que sea valorada y, por supuesto, de los propios colegiados que se miran su ombligo pero no el de la colectividad pensando que después de ellos, el diluvio, ya no tiene importancia y entre todos vamos dejando, paso a paso, a nuestros sucesores una profesión que sería necesario reinventar.

Fruto de esta desmotivación podría ser el hecho de estar creando un vacío jurídico en torno al médico donde todo vale y donde a todo el mundo le está permitido opinar, avasallar y sustituir al médico.

 ¿Cuántas veces muchos de vosotros vais a una farmacia y escucháis al farmacéutico dar una indicación médica a un paciente?

 ¿Y el mancebo de la farmacia? Decir a una señora: casi seguro el niño tiene unas anginas, dele esto...

Y por supuesto que el citado niño ni está presente. Y nosotros seguimos consintiendo.

Últimamente, me acabo de enterar de algo nuevo. Los delegados de la industria farmacéutica espían nuestras recetas y se informan de todo cuanto prescribimos a nuestros enfermos, con pelos y señales, y puede llegar uno de ellos y disponer en su cartera de todos los datos que cada uno de nosotros considera que son secretos y solo el SAS conoce. ¡Pues no! Ellos también, pero ¿Quién les da estos datos?

He intentado informarme de este hecho, pero me ha sido imposible. Me dicen que el SAS no da esos datos y, por tanto, no es allí. A nivel de las distintas farmacias es imposible... pero el Colegio de Farmacéuticos, según me comentan, recoge todos los datos y en CD los envía al SAS. ¿Es allí donde se filtran? Lo desconozco y no se trata de acusar a nadie de maneja injustificada pero sí es cierto que todas estas informaciones andan brujuleando por doquier.

—¿Podría este hecho afectar a la Ley de Protección de Datos?

—¿Tiene el Colegio de Médicos el deber de investigar qué Organismo, o que personas dentro de ese organismo, han proporcionado estos datos a una entidad particular y, si es necesario, interponer una querella contra los mismos en defensa de sus asociados por divulgación de información que puede poner en entredicho el secreto profesional y las relaciones profesionales existentes entre ellos y las empresas que los emplean?

¿A quién corresponde velar por todas estas cosas que nos suceden con tanta frecuencia?

¿Cuándo seremos capaces de recobrar nuestra dignidad de hombres y profesionales?

¿Hasta cuándo consentiremos que continúen masacrando y violando nuestra intimidad?

¿Hasta cuándo permaneceremos impasibles mientras nos escarnecen y nos humillan?

Hoy más que nunca oigo a Cicerón interpelar a Catilina. ¿Quousque tandem, Catilina, abutere patientia nostra? Que significa: ¿Hasta cuándo abusarás, oh Catilina, de nuestra paciencia?

¿Hasta cuándo permitiremos que abusen de nuestra paciencia?

Córdoba, marzo 2.004.

Reflexiones de otoño

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