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La naturaleza de la acción terapéutica
del psicoanálisis1

[COMENTARIO AL TRABAJO DE JAMES STRACHEY]

La naturaleza de la acción terapéutica del psicoanálisis está dada, según Strachey, por la creación de un Superyó auxiliar; la creación de este Superyó auxiliar es consecuencia de la interpretación mutativa. Este Superyó auxiliar crea las condiciones para que se dé el proceso analítico, el cual condiciona la transformación del Superyó cruel de las fantasías arcaicas del neurótico, las que se constituyeron por el predominio de objetos malos introyectados, es decir, cargados de impulsos destructivos. El analista se convierte en representante de un Superyó más benigno, acorde con la realidad, diferente también de los objetos buenos de las fantasías arcaicas. El analista con su intervención rompe, a través de la interpretación mutativa, el círculo vicioso de proyecciones e introyecciones cada vez más persecutorias: el primer paso de la interpretación mutativa es el señalar y hacer consciente el impulso del Ello emergente en ese momento y que se despliega en la transferencia, siendo el segundo paso (o fase) señalar el objeto arcaico al cual se refiere dicho impulso, permitiendo así que se diferencie el objeto arcaico del analista como objeto real actual.

Es evidente y explícita la influencia del pensamiento kleiniano en este trabajo, que es un esfuerzo por determinar la acción terapéutica de la interpretación. La interpretación transferencial es la mutativa por excelencia, ya que únicamente en la transferencia puede ser detectado el punto de urgencia del impulso del Ello del que se trata; sin embargo puede haber interpretaciones no transferenciales que preparen el camino para la interpretación transferencial. También es posible que haya otros procedimientos no interpretativos que ejerzan un efecto mutativo aunque menos controlado, es decir, que hagan surgir el impulso del Ello pero de un modo no dosificado, lo cual interferiría en el cumplimiento de la segunda fase de la interpretación mutativa, la revelación del objeto arcaico al que dicho impulso se dirige.

Este procedimiento apunta a un cambio: ¿cuál es ese cambio? Es decir, ¿cuál es la naturaleza terapéutica del psicoanálisis? Aparentemente el cambio se produce en el Superyó: este sería menos cruel así como más permisivo en relación a los impulsos del Ello. Al mismo tiempo el Yo va diferenciando sus objetos arcaicos de los reales, lo que implicaría cambios en el Yo, supongo que a través de la introyección de la figura del analista como objeto real. En síntesis, a través de un Superyó más benigno, un Yo que admita con más laxitud los impulsos del Ello y que se afirme en el principio de realidad. La segunda fase de la interpretación mutativa es aquella en la cual “el paciente se percata (becomes aware) de que su impulso está dirigido hacia un objeto arcaico de la fantasía y no hacia uno real”. “En la segunda fase de una interpretación completa… el sentido de realidad del paciente juega un rol crucial: puesto que el resultado exitoso de esta fase depende de su capacidad… de distinguir entre su objeto de fantasía y el analista real” (traducción mía).

Sintetizo el pensamiento de Strachey y me parece claro, tal vez demasiado simplista: todo resulta en la introyección del analista como figura real y, si quiero desarrollar el tema, siento que volvería a repetir lo mismo: un paciente sometido… ¿al principio del placer o a los objetos malos internos?

El sentido de realidad aparece más bien en oposición a los objetos malos internos que al principio del placer. ¿Qué pasa con aquellos impulsos que son placer para un sistema y displacer para el otro? Los objetos de estos impulsos, ¿son malos o buenos? Pero ¿malos para quién? Por supuesto que para el paciente, pero ¿para qué sistema del paciente? Y para el analista ¿son buenos o malos? Se supone que el analista es neutral, pero del trabajo de Strachey se desprende que si son objetos arcaicos de la fantasía son por eso mismo malos, y, aunque en sí fuesen objetos buenos, son malos porque no se adecuan a la realidad. Luego de la interpretación mutativa ¿qué pasa con los objetos arcaicos de la fantasía? No lo dice explícitamente, pero pareciera que, en el mejor de los casos quedarán en la fantasía pero separados de la realidad. Pero el principio de realidad es, por lo menos según Freud, el mismo principio del placer pero modificado con miras a satisfacerse en la realidad a través de la acción específica; Strachey, en cambio, plantea que al ser introyectados los objetos de la realidad, en particular el analista, los objetos malos son contrarrestados y el Superyó se vuelve más benigno. Pero esta introyección en el Superyó, ese Superyó auxiliar sustituyendo a los objetos malos de la fantasía ¿no estará ocupando el lugar de objetos del deseo, objetos libidinales que son evaluados como malos por la censura, incluso por la censura ejercida por ese Superyó más benigno? La diferencia entre el Superyó maligno del neurótico y el Superyó auxiliar “más” benigno resulta ser una diferencia puramente cuantitativa (mayor o menor dosis de maldad o bondad) cuando lo que se requiere es una reversión cualitativa entre los sistemas de placer y displacer, que lo que es placer libidinal y ha devenido en angustia recupere su carácter placentero (por supuesto que sometido a la judicación consciente) y que la angustia se dirija a los peligros reales (externos o internos).

¿QUIÉN DETERMINA LO QUE ES REAL Y LO QUE ES IRREAL?

Los objetos arcaicos fantaseados, que corresponden a las fantasías inconscientes reprimidas, encierran no sólo expresiones de deseos, sino también aspectos de la historia del sujeto relativa a dichos deseos y, por regresión, encierran dentro de sí pensamientos preconscientes reprimidos (reflexiones, juicios) al mismo tiempo que perspectivas de la realidad no sólo histórica, sino también actual: al ser calificados como simplemente irreales quedan dejados de lado (reprimidos) importantes sectores de la personalidad del paciente. Se levantan ciertas represiones con este Superyó más benigno, pero con esta aparente simplificación de la teoría (todo depende de romper el círculo vicioso creado por la maldad de los objetos) esta concepción se afirma en un reforzamiento de la censura.

Más allá de este resultado que, como creo haber mostrado, es una reversión (una regresión) del sentido del psicoanálisis que continúa dominante hoy en día, no se puede negar que este trabajo es, por parte de Strachey, un esfuerzo honesto (con las limitaciones dadas por las categorías que manejaba) por tratar de entender la naturaleza de la acción terapéutica del psicoanálisis. Escrito en 1934, reconozco en este artículo al psicoanálisis que me enseñaron a mí. Una pregunta que uno puede hacerse ante este trabajo: ¿es una descripción, o, más aún, una conceptualización de cómo se trabaja, o cómo Strachey trabajaba en psicoanálisis, o es una normativa de cómo se ha de trabajar y cómo debe ser una interpretación para que se produzca un cambio? Creo que es un poco de ambas cosas, que en la intención de Strachey predominó el intento de conceptualización y que poco a poco fue deviniendo en una normativa: la interpretación debe ser transferencial, debe ser dada en el punto de urgencia, la pregunta provoca consecuencias indeseables, tal vez éste sea el punto de partida de una sacralización de la interpretación que creó y sigue creando en los analistas ese malestar en el trabajo clínico, esta mala conciencia de no estar dando la interpretación correcta en el punto de urgencia, esa competencia en las reuniones clínicas sobre quién hace mejores interpretaciones, fenómenos estos que todos conocemos. Me llevó años desprenderme de esta concepción del análisis y hace ya mucho años que creo haberme desprendido de ella, mi trabajo no tiene la limpieza postulada en este trabajo, yo no sé si interpreto o no, hago lo que me sale, mi trabajo es sucio, sólo metiéndose en el barro uno puede descubrir la riqueza de la vida, pero reconociendo al misma tiempo la multideterminación y la multidimensionalidad de los hechos, no simplificando ni esquematizando la teoría, sino tratando de incluir en ella la diversidad de los fenómenos y, en nuestro caso en particular, la estructura compleja del aparato psíquico que va más allá del juego de proyección e introyección en el interjuego de objetos malos y buenos.

1 El artículo de James Strachey fue extraído de Psychoanalytic clinical interpretation, Louis Paul, editor. The Free Press of Glencoe, 1963. Buenos Aires, 2002.

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