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La destrucción como causa del devenir [CONVERSACIÓN CON SABINA SPIELREIN]

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En la procreación se produce la unión de la célula femenina con la masculina. Por lo tanto cada célula se destruye como unidad y del producto de la destrucción nace la nueva vida.

Las sensaciones defensivas como la angustia y el asco […] son sensaciones que corresponden al componente destructivo del instinto sexual.

Consideraciones de psicología individual:

“Un acontecimiento tiene para nosotros una connotación afectiva sólo si logra suscitar en nosotros una vivencia de connotación afectiva experimentada precedentemente y que está oculta en el inconsciente”.

“[…] el curso de los pensamientos adaptado al presente se asimila a las ‘experiencias’ acumuladas en varias generaciones […] En la conciencia la expresión está adaptada al sentido del presente y por lo tanto se diferencia con respecto a su origen”.

Ricardo Avenburg: Retoma el nivel biológico:

Sabina Spielrein: “[…] toda partícula de nuestro ser añora a transformarse regresivamente en el propio origen, del cual nace el nuevo devenir”.

R.A.: Tenemos la tendencia a la destrucción que parece vincularse en lo psicológico, y también en “nuestro ser” (no sé a qué nivel se refiere, parece ser un universal), con una tendencia a la regresión a su situación original (“experiencias acumuladas en varias generaciones”). Pasa a la sexualidad:

S.S.: “[…] las zonas erógenas del niño inocente, en el adulto se transforman consciente o inconscientemente, en fuentes de la búsqueda de ganancia de placer sexual”.

R.A.: “El niño inocente”: ¿no hay sexualidad infantil? Hay placer.

S.S.: “[…] en las fuentes de placer de la infancia hallamos el germen del placer sexual del adulto”.

R.A.: ¿Cuáles son las fuentes de placer de la infancia?

S.S.: “[…] con un poco de buena voluntad, se podría hacer derivar todo, con la misma legitimidad, del instinto de alimentación”.

“Freud no se preocupa por definir qué es la situación placentera y cómo nace. Él parte del estado en que la sensación de placer ya está presente”.

R.A.: No sé el grado de conocimiento que se tendría de la obra de Freud hacia 1912, pero entiendo que la relación del displacer con el aumento de tensión instintiva y el placer con la descarga, así como la relación del placer ante todo con la alucinación ya estaban presentes en “La interpretación de los sueños”. Por supuesto que el instinto de la alimentación está vinculado a las sensaciones de placer y displacer, pero lo que parece desconocer S.S. (al igual que Jung) es la existencia de la sexualidad infantil, sí hay “fuentes de placer de la infancia” que son “el germen del placer sexual del adulto”.

S.S.: “[…] considero que Freud tiene razón cuando plantea que la tendencia a alcanzar el placer y eliminar el displacer es la base de todas las producciones psíquicas”. “[…] ¿acaso no hay en nosotros fuerzas instintivas que, indiferentes al bienestar o al malestar del Yo, ponen en movimiento nuestro contenido psíquico?”. “[…] el deseo de autolesión, la alegría en el dolor, es absolutamente incomprensible si consideramos la vida del Yo que sólo desea sentir placer”.

“Cuanto más nos acercamos al pensamiento consciente, tanto más diferenciadas se hacen nuestras representaciones”.

R.A.: Se particularizan.

S.S.: “[…] y cuanto más profundamente penetramos en el inconsciente, tanto más genéricas y típicas se hacen las mismas”.

R.A.: Al penetrar en las profundidades del inconsciente nos introducimos en la psiquis de la especie.

S.S.: “La psiquis de la especie quiere convertir en típica e impersonal a la representación del Yo” y ese Yo profundo se transforma en un “nosotros”. “Con la reducción de las sensaciones de placer y de displacer desaparece la vida psíquica […] desaparece la necesidad de diferenciación y realización de deseos personales […] se observa la asimilación (es decir la disolución) de las representaciones diferenciadas del Yo con las representaciones que pueblos enteros han creado, es decir la transformación en representaciones de la especie típicas muy antiguas”.

“[…] la psiquis de la especie quiere asimilar a la reciente psiquis del Yo, mientras que el Yo […] tiene tendencia a la autoconservación en la forma presente (fuerza de inercia). Entonces la psiquis de la especie, al negar al Yo actual, justamente lo recrea, porque la partícula del Yo que estaba sumergida resurge más rica que nunca revestida bajo la forma de nuevas representaciones”.

“Junto al deseo de inercia, existe en nosotros un deseo de transformación, y eso significa que un contenido individual de representación debe disolverse en un material análogo que deriva de tiempos pasados […] ¿Qué significa esta disolución para la partícula del Yo sino la muerte? Puede suceder que ésta regrese en una forma nueva y tal vez más hermosa, pero no se trata de la misma partícula del Yo sino de otro que nació a expensas de esa partícula”.

“[…] si este producto de la diferenciación llega a la psiquis de otro individuo, se produce una nueva retro-transformación […] las palabras son símbolos… una forma universalmente humana y comprensible […] es decir quitarles la impronta personal”.

Con las palabras se pasa de la “comprensión” a la “simpatía” y “[…] cuando se trata de individuos de distinto sexo, crece al punto de desear entregarse totalmente (el Yo entero). Esta fase del instinto de reproducción (transformación) que es la más peligrosa para el Yo, está acompañada de sensaciones placenteras, porque se produce la disolución en el semejante amado (= en el amor).”

R.A.: En resumen enfatiza, en el ser humano, biopsíquico, su componente de destrucción como regresión que lleva a la disolución del ser, o de partículas del ser. Lo que aparece como el Yo inconsciente es la presencia, en cada uno de nosotros, del psiquismo de la especie, que nos universaliza pero que nos disuelve como individuos. Y es a partir de la destrucción, por ejemplo de las células germinales en el acto sexual, que se produce una nueva vida o la revitalización de la especie.

No hay referencia al tema de la sexualidad infantil ni por supuesto, al conflicto neurótico entre el Yo y aquélla, tampoco mención alguna al complejo de Edipo, temas que hacen a la esencia de lo que para Freud es el psicoanálisis.

S.S.: En el caso del neurótico “las representaciones de destrucción superan las del devenir”.

R.A.: ¿Es un carácter que define a las neurosis o es un rasgo accesorio de las mismas?

El amor particular tiende a diluirse en el amor universal (y bisexual). Todo apunta a la fusión, destrucción y recreación (si lo entiendo bien).

Nuevos diálogos y reflexiones sobre psicoanálisis

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