Читать книгу 50 pasos hacia la Luz - R.M. Carús - Страница 10

Paso 3
Fichas redondas

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Cuando era niño, cada año durante las fiestas del colegio ponían una feria en el campo de fútbol. Había varias atracciones, pero a mí la que más me gustaba eran los coches de choque.

Para montar había que comprar unas fichas redondas de plástico. Iba a la cabina, entregaba al encargado las monedas que me habían dado mis padres y a cambio me daba tres fichas. Luego me montaba en un coche con un amigo. Cuando sonaba la sirena metíamos una ficha en la ranura de la parte delantera. Entonces la atracción se ponía en marcha y nos divertíamos durante un rato estrellándonos contra los demás. Cuando el coche se detenía era necesario meter otra ficha para seguir jugando, y luego otra. Hasta que se acababan.

A partir de ahí nos pasábamos el resto de la tarde algo tristes sentados en la barandilla mirando cómo jugaban los demás y deseando tener más fichas. Nos olvidábamos de que, si montar es divertido, también lo es reírse con lo que les sucede a otros en la pista o dar vueltas por el resto de las atracciones oyendo a la gente gritar. Nos olvidábamos de que es posible seguir disfrutando del bullicio de la feria de muchas otras maneras.

Lo mismo nos sucede en la vida. Nos la pasamos esperando a tener fichas para montar. Cuando las tenemos, disfrutamos un rato, pero ese rato pasa rápido. Acto seguido nos sentamos en la barrera desanimados, deseando que lleguen más y recordando lo bien que nos lo pasamos cuando las teníamos. Mientras, olvidamos toda la diversión que hay alrededor.

Las fichas son el fin de semana, las vacaciones, la hora de comer o de cenar, la compañía de una persona amada, quedar con amigos, una relación íntima, ver una peli. La feria olvidada es el trayecto del metro a la oficina, un atardecer, el caer dormido, el abrazo de un amigo, una ráfaga de aire fresco entrando por la ventana, una canción repentina, mirar el cielo, dar gracias por todo ello.

50 pasos hacia la Luz

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