Читать книгу Tu vida, tu videojuego - Rodrigo Río "Lithany" - Страница 11

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Mi nombre es Rodrigo Río, también conocido a lo largo de las redes sociales como Lithany. Nacido en Salamanca a la orilla del río Tormes, en 1979. Inquieto, curioso, «jugón» y muy friki (de los de la antigua escuela, cuando ser friki era visto de todo menos «guay»).

Desarrollo una profesión multidisciplinar que he logrado crear desde cero alcanzando un modesto éxito. A pesar de que trabajo con profesionales de los eSports y traders, mi nicho principal siguen siendo los jugadores profesionales de póker. Nicho en el que comencé como pionero allá por el 2010 y en el que a día de hoy he conseguido trabajar con los mejores jugadores profesionales de póker del mundo de habla hispana, así como con más de quinientos jugadores profesionales del sector. Una de mis actividades favoritas es la de «mentorizar», es decir, trasmitir conocimientos y facilitar el aprendizaje sobre los mecanismos mentales y las herramientas necesarias para mejorar la gestión emocional y vital de mis clientes. De ahí que haya tenido necesidad de escribir este libro para compartir contigo todo lo aprendido.

Una de las ventajas de pertenecer al baby boom —así se llama al fuerte incremento de la natalidad sucedido en España entre los años cincuenta y finales de los setenta— es que he tenido la oportunidad única de disfrutar en primera fila del desarrollo de la industria de los videojuegos casi desde su inicio.

Si bien mi historia empieza en 1979, la parte que nos atañe comienza un poco más tarde, allá por 1990, una tarde que entré en el despacho de mi casa y encontré a mi padre usando una extraña máquina compuesta por una pantalla y un teclado similar al de una máquina de escribir, aunque más pequeño y sofisticado. Imagínate mi cara de sorpresa al descubrir que todo aquello que mi padre tecleaba se mostraba por la pantalla... ¿Qué clase de brujería era esa? ¿Dónde estaba el papel?

Su sonrisa al verme y la escasez de palabras me hicieron prever que las sorpresas acababan de empezar. ¡Y así fue! El momento épico llegó cuando mi padre insertó una especie de cuadrado negro con una pestaña plateada en el lateral de aquella máquina. A continuación tecleó unas letras y de repente ¡sorpresa! La pantalla del ordenador portátil pasó de ser negra a mostrar un videojuego de escaso colorido, a la par que comenzó a sonar una metálica melodía. Mi vida, aunque yo no lo supiese, acababa de cambiar para siempre.

Aquello que mi padre insertó era un disquete 31/2 que contenía el programa de un videojuego. En la pantalla del ordenador se veía una excavadora, diseñada píxel a píxel, en ocho colores y en representación 2D, que se dedicaba a escarbar y corretear por el subsuelo a lo largo y ancho de la pantalla. La excavadora se dedicaba a hacer túneles para acceder a los diamantes enterrados mientras huía de extrañas criaturas que trataban de darle caza.

Tenía diez años y me moría de ganas por ponerme a los mandos de esa excavadora. El nombre del videojuego en cuestión: Digger, un arcade de los años ochenta. La música de fondo: Popcorn. El efecto que causó: cambiar la vida de un niño, para siempre.

He reflexionado mucho sobre aquella tarde que pasé con mi padre frente al portátil y dejando a un lado la increíble dedicación por parte de mi madre a lo largo de mi infancia, sin la cual, difícilmente sería quien soy; aquella experiencia representa el punto de inflexión que me ha permitido lograr todo lo que me he propuesto hasta día de hoy.

Después de aquel día mis aventuras no hicieron más que comenzar. Cada nuevo videojuego que caía en mis manos representaba un tremendo reto a nivel logístico e intelectual, ya que para jugarlo primero debía lograr instalarlo con éxito. En una época en la que no estaba extendido el uso de internet y en la que apenas había ordenadores en los hogares, aprender a utilizar aquel sofisticado artilugio era todo un reto. Resolvía mis dudas en las escasas tiendas de informática que había en mi ciudad, aprendiendo por prueba y error, o tratando de descifrar manuales en inglés.

Poco a poco, la motivación derivada de las promesas de aventuras y diversión sin límites me impulsaron a aprender más y más sobre informática, inglés y la vida misma.

Con tal fuente de motivación estaba, sin saberlo, construyendo las bases que me ayudarían en un futuro a lograr todo aquello que desease.

Con el paso de los años, el mundo de la informática, a mi entender, se fue simplificando, posiblemente debido a una mezcla entre la búsqueda de las corporaciones para crear una informática más accesible para todos y la mejora sustancial en mis conocimientos y habilidades, tanto en la informática como en los videojuegos. Mejoras adquiridas gracias a la dedicación, mimo e inversión de tiempo jugando a videojuegos.

Aventuras gráficas, arcades, juegos de estrategia, shooters… Jugaba a todo videojuego que se cruzase en mi camino. Con el paso del tiempo me fui posicionando más hacia los géneros de aventuras gráficas, de juegos de rol y de estrategia, y al parecer no fui el único, ya que en la actualidad, las particularidades de estos géneros de una forma u otra se han extrapolado a casi todos los videojuegos. ¿El motivo? Sencillamente los tres géneros cuentan con características que mejorarán enormemente la experiencia del usuario proporcionándole más diversión y también, por supuesto, porque son los que mejor modelizan la vida y el día a día.

Con tantos videojuegos a mis espaldas, no tardé en comenzar a descubrir patrones comunes entre ellos y formas de aplicar dichos patrones a la vida real. Tan pronto como descubría un patrón lo ponía en práctica en mi día a día. Este proceso de aprendizaje, consciente o inconsciente, es totalmente natural para toda persona que juegue a videojuegos. Por eso, a lo largo de este libro te redescubriré los aprendizajes que he podido extraer a lo largo de años y años jugando a videojuegos. Prepárate para tomar consciencia de las habilidades y conocimientos que ya has adquirido o que puedes adquirir gracias a los videojuegos. Convierte así tu vida en un videojuego para alcanzar aquello que quieras, sea lo que sea, de una forma más divertida, estimulante y motivadora.

Tu vida, tu videojuego

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