Читать книгу Tu vida, tu videojuego - Rodrigo Río "Lithany" - Страница 16
4. PARA LLEGAR A MAESTRO PRIMERO HAS DE SER APRENDIZ
ОглавлениеLleva tiempo dominar las nuevas habilidades. Poniéndolas en práctica, pulirás tu técnica, pero utilízalas sabiamente.
Deckard Cain , Diablo II
Ver a mi hijo por primera vez ha sido, sin duda alguna, el mejor día de mi vida, al menos eso es lo que siempre respondo como versión oficial. Pero como aquí estamos en privado, tú y yo, voy a contarte un pequeño secreto: hay otro día en mi vida que rivaliza directamente con ese momento.
Imagínate. 1990, diez de la noche, apenas dos meses después de que mi padre trajese a casa un ordenador. Sí, sí, un ¡ordenador! Exactamente un modelo 286. Como te decía, mi padre llegó a casa a las diez de la noche después de un largo día de trabajo y lo primero que dijo nada más cerrar la puerta fue: «¡Hijo! Me han dicho que este juego te va a gustar». Mientras, me entregaba catorce disquetes de 3,5 pulgadas. ¡Tenía diez años y no me podía creer lo que acababa de escuchar!
Mi papá es un padre trabajador, entregado y que siempre ha velado para que no nos falte de nada, ¿pero esto? Esto estaba ¡más allá del deber de un padre!.
Me hizo entrega de los disquetes, y al mirarlos vi que en cada uno de ellos estaba escrita la numeración, las «instrucciones» de instalación y las siguientes palabras… Monkey Island.
A todo LucasArts: ¡Gracias por tanto!
Tras batallar un largo rato con el sistema operativo de la época, el MS-DOS, y tras unos treinta minutos metiendo y sacando disquetes, finalicé la instalación del videojuego.
Al fin podía comenzar a jugar a The Secret of Monkey Island.
Por si no lo sabes, The Secret of Monkey Island es uno de los primeros videojuegos del género de las aventuras gráficas.
Una aventura gráfica consiste en una historia con sentido formada por conjuntos de pruebas y retos que has de superar, combinando de modo único y creativo órdenes predefinidas con elementos del entorno o de tu inventario.
Gracias a tu imaginación, sentido común y dosis de suerte, vas avanzando en el videojuego a la par que descubres las distintas partes de la historia que se van narrando. Las historias suelen ser tan buenas que al final deseas superar los retos para saber cómo sigue la aventura. Imagínate ver una película en la que tú eres el protagonista principal. Todo un lujo, especialmente en aquella época.
La primera vez que jugué a The Secret of Monkey Island era también la primera vez que jugaba a una aventura gráfica, así que estaba solo ante el peligro, sin noción alguna de cómo se jugaba a ese género de videojuegos.
A pesar de tener unas ganas increíbles de jugar, me sentí abrumado por toda la información que había en la pantalla, debido a que no conocía nada del género de las aventuras gráficas y era la primera vez que veía una interfaz de jugador de ese estilo. No sabía cómo desplazarme por el mundo, ni cómo interaccionar con él. Vamos, que no sabía nada de nada, ni siquiera qué teclas tocar o cómo usar el ratón para lograr lo que deseaba.
Mi mente no paraba de irse al futuro, pensando en todo lo que me quedaba por aprender para poder disfrutar de The Secret of Monkey Island al máximo. Ese sentimiento me superó y me hizo sentir malestar y frustración. Como es habitual ante esas emociones, mi mente comenzó a buscar excusas para huir de esa situación y lograr dejar de sentirme así de mal.
Me levanté y me fui pensando «Mañana lo hago». Pero al llegar a la puerta del despacho mis ganas de jugar vencieron al malestar y decidí volver al videojuego. Cerré la puerta, me di la vuelta y volví al portátil con la intención de disfrutar al máximo.
Interioricé que mi primer gran reto no era el videojuego en sí, sino aprender a manejarlo. Tenía que aprender las reglas básicas, para qué servía cada comando, para qué servían todos y cada uno de los elementos de la interfaz, cómo desplazarme por el mundo, cómo y con qué elementos de la pantalla se podía interactuar, qué atajos del teclado activaban según qué acciones y un largo etcétera. Tuve que dedicarle unas horas para empezar a comprender cómo funcionaba todo y unas cuantas horas más para interiorizarlo y poder jugar con naturalidad.
El reto de verdad esperaba detrás de esta primera dificultad: aprender a jugar al videojuego, y yo estaba poniendo todo mi esfuerzo para poder continuar y así poder disfrutar de todo lo que prometía ese gran título.
Mereció la pena, no solo por lo que aprendería para mi vida, sino porque es uno de los mejores títulos a los que he jugado. ¡Gracias, papá!
Las aventuras gráficas fueron especialmente comunes en los años noventa, así que después de terminar The Secret of Monkey Island, comencé Loom, Maniac Mansion, Elvira... por nombrar algunos de los que recuerdo con más cariño.
Me resultó curioso el hecho de que cuando jugué a la que sería la segunda aventura gráfica de mi vida, el tiempo que necesité para comprender cómo jugar al videojuego, con todo lo que ello implicaba, fue mucho menor que en el caso de The Secret of Monkey Island. Pasé de necesitar unas horas a necesitar apenas unos minutos. Al parecer el tiempo dedicado a aprender a jugar a The Secret of Monkey Island me fue útil para esta segunda aventura gráfica.
Con cada aventura gráfica que jugaba, el tiempo necesario para aprender a jugar la siguiente era mucho menor, hasta el punto de que apenas dedicando unos pocos minutos parecía que llevara toda la vida jugando a ese nuevo videojuego, ya que cada vez tardaba menos en acostumbrarme a la interfaz y a las reglas necesarias para saber jugar.
Cada día me era más sencillo absorber, gestionar y usar de modo eficiente la información de la interfaz. Incluso había adquirido experiencia en resolver retos y puzles, los cuales me resultaban mucho más sencillos que al principio.
Todos los videojuegos que te he nombrado en este capítulo pertenecen al género de las aventuras gráficas. A pesar de que cada uno tenga sus particularidades, el género comparte una serie de elementos en común. Por lo que lo aprendido en uno era aplicable con facilidad a los otros, cuanto más tiempo le dedicaba a las aventuras gráficas, mejor me volvía en los puntos que compartían en común, y solo me tenía que preocupar por comprender las particularidades propias de cada título.
The Secret of Monkey Island es el videojuego que más me costó terminar, y con el tiempo descubrí que no era por que fuese difícil, sino porque fue el primero.
Cuanto más jugaba, más rápido y fácil aprendía a jugar al resto.
En verdad, lo más curioso llegó cuando me di cuenta de que esa mejora de adaptabilidad a la hora de aprender a jugar, no solo había afectado a las aventuras gráficas, sino que necesitaba muy poco tiempo para entender y poder jugar con soltura a cualquier videojuego, fuese del género que fuese.
Cuando comenzaba un videojuego nuevo, dedicaba unos minutos para acostumbrarme a localizar la información en la interfaz y a buscar puntos comunes con otros videojuegos. Una vez hecho esto, aplicaba los conocimientos adquiridos con la experiencia y así lograba ahorrarme tiempo de adaptación. Al final buscaba las particularidades del videojuego y me centraba en ellas, para así mejorarlas lo más rápido posible.
Me volví un maestro en videojuegos de los que en un principio no sabía nada de nada. Gracias a todo esto descubrí la cuarta ley que ha de constituir parte de tu vida para convertirla en un videojuego:
Para llegar a maestro, primero has de ser aprendiz.
Es una obviedad, ¿verdad? pues trata de no olvidarla y recuérdala la próxima vez que inicies algo por primera vez.
Cuando comienzas un videojuego nuevo es normal que la interfaz te resulte caótica y hostil. A medida que dedicas tiempo a interaccionar con la interfaz te vas familiarizando con ella, hasta el punto de que te resulta más sencillo encontrar y absorber la información que necesites en cada momento. Con el tiempo jugar al videojuego se convierte en algo más natural.
Las primeras veces tenía que buscar por la pantalla dónde estaban los distintos comandos: coger, usar, abrir... y, por supuesto, era frecuente que se me olvidara la existencia de alguna orden. Había demasiada información en la pantalla y me costaba centrarme en lo que necesitaba en cada momento. Poco a poco, al navegar más y más por aquel caos, este fue tomando orden y acabé acostumbrándome. Al final ese entorno inicial hostil y caótico, lleno de información complicada de encontrar, absorber y gestionar, se convirtió en un entorno familiar, intuitivo y fácil de usar. Además, durante el proceso, poco a poco fui asimilando conocimientos sobre el funcionamiento global, las reglas básicas y las particularidades de dicho videojuego.
Hasta que te familiarizas con el entorno, absorber información y usarla es más complicado.
A este proceso de acostumbrarte a un videojuego y aprender a jugarlo, se le conoce normalmente como la curva de aprendizaje del videojuego.
La curva de aprendizaje determina que a medida que le dediques más tiempo a un videojuego, más acostumbrado estarás a él y más conocimientos y habilidades habrás desarrollado al respecto. Por lo tanto, la dificultad de los retos que podrás afrontar será cada vez mayor. Los buenos videojuegos tienen una curva de aprendizaje lineal, lo que implica que la dificultad de los retos aumenta paulatinamente de forma proporcional al tiempo que le dedicas a jugar. Todo en su justa medida y correctamente testeado antes de que el videojuego salga al mercado.
Si eres un «jugón» y has jugado a varios videojuegos del mismo género, o si estás acostumbrado a cambiar de género, te habrás dado cuenta de que destrozas esas curvas, ya que necesitas muy poco tiempo para poder afrontar grandes dificultades y los inicios suelen resultar bastante sencillos. Esto pasa por dos motivos. El primer motivo es que si juegas a videojuegos del mismo género hay una gran parte de conocimientos que ya has automatizado, y por lo tanto la curva de aprendizaje la tienes superada antes de empezar. El segundo motivo es que, al jugar a distintos géneros, tu capacidad de adaptabilidad frente a los inicios es muy superior a la media. Has aprendido a aprender. Te resulta muy sencillo acostumbrarte a las particularidades específicas que puedes encontrar y aprovechar los conocimientos adquiridos de otros géneros.
Cuantas más veces necesites aprender desde el principio, mejor serás extrapolando el aprendizaje de un videojuego a otro —independientemente de si es o no el mismo género—, mejor será tu capacidad de adaptación a la hora de trasformar el caos en orden y mejor será tu capacidad de aprender y de desarrollar nuevas habilidades.
Has interiorizado que la actitud adecuada ante estas situaciones es comprender que poco a poco te irás acostumbrando, así que te resulta natural armarte de paciencia y tratar de aprovechar todo recurso posible obtenido al jugar a otro videojuego.
¿Acaso sucede lo mismo al aprender algo nuevo en la vida? ¡Sí! En la vida, ante una nueva situación en la que eres principiante, sucede exactamente lo mismo. Cuando te enfrentas ante un nuevo aprendizaje es normal que el exceso de información te supere y se genere cierto malestar o intranquilidad. Por eso conviene que te recuerdes que todo maestro fue primero aprendiz. Ten en cuenta que es una cuestión de tiempo y de práctica. Así que ármate de paciencia y de la mejor de las voluntades. De este modo lograrás que en el futuro desaparezcan esas emociones y sensaciones desagradables que suceden en los inicios.
Necesitas tiempo y práctica para familiarizarte y ver orden en el caos inicial.
Es normal que al principio te cueste centrarte en lo que necesitas, pero ya sabes que a medida que pase el tiempo, te irás familiarizando con ciertos aspectos y, así, la información que parece caótica irá cogiendo forma y terminará resultando más sencillo interaccionar con ella.
Da igual si se trata de la primera vez que juegas al tenis, que vas a esquiar o el primer día en tu nuevo trabajo. Da igual si es la primera vez que estás ante una aplicación de móvil o ante un nuevo plato de cocina. La ley funciona igual para todo y para todos. Asume que cuando empiezas serás principiante: no es más que una de las partes del camino natural para ser maestro.
Ante una nueva actividad, dedícale tiempo aunque solo sea para observar los elementos que la constituyen, ya que gracias a ese tiempo te será más natural reconocerlos. Dedica tiempo a practicar aunque sea desorganizadamente, no importa, las primeras veces tu objetivo solo es invertir tiempo en la actividad sin objetivo concreto alguno. Invierte tiempo hasta que te familiarices con todos y cada uno de los elementos que forman parte de la actividad, hasta que encuentres orden y desaparezca la hostilidad inicial propia del caos. Finalmente llegará el punto en el que seas mejor localizando, absorbiendo y gestionando la información importante, lo cual te permitirá afrontar retos de mayor dificultad y potenciar el avance.
Recuerda lo que te comentaba, lo bueno de empezar muchas cosas es que cada vez vas a disponer de más puntos en común para los nuevos inicios que afrontes. Cada vez tendrás automatizados más puntos y los inicios serán más suaves, divertidos y rápidos. La práctica en múltiples disciplinas hace que te acostumbres a adaptarte una y otra vez.
Disfruta extrapolando lo aprendido de una actividad a otra, te ahorrará mucho tiempo y mucho malestar.
Si has jugado al tenis habrás experimentado cómo la primera vez tienes que estar pendiente de muchas variables: raqueta, pelota, red, posición respecto a la pista, posición respecto a la bola, etc. Por eso, cuando aprendes con un profesional, una de las tareas más importantes que tiene es la de simplificarte las variables a las que atender, facilitando así que puedas prestar atención a lo que realmente importa, en función de tus habilidades y el nivel de dificultad que puedas asumir. Es decir, tendrá en cuenta tu curva de aprendizaje para el tenis y disminuirá la dificultad para que sea acorde a tus conocimientos y habilidades.
Todo tiene su curva de aprendizaje, y a más tiempo dedicado y más práctica, mejor serás. Acostúmbrate a detectar los puntos comunes con otras áreas que ya domines y a detectar las particularidades para poder centrarte en ellas. Como ejemplo, la base fundamental de lo aprendido en el baloncesto tendrá su utilidad en el fútbol y en casi cualquier deporte.
Y recuerda que lo bueno de aprender muchas cosas iguales o distintas es que te permite reutilizar partes de dichos aprendizajes.
Por todo esto, cuantas más veces tengas que aprender algo nuevo, más fácil será para ti adaptarte a una nueva situación de aprendizaje y, por lo tanto, más rápido aprenderás. Suena genial, ¿no crees?
Posiblemente te hayas enfrentado a muchos inicios en muchos videojuegos, hayas logrado sobreponerte y terminar manejándolos, al menos, a un nivel decente. Si lo tienes claro y lo recuerdas cuando empiezas un videojuego nuevo, ¿por qué no planteártelo de la misma manera ante las situaciones de la vida?
Afronta los inicios sabiendo que con tiempo y práctica pasarás de aprendiz a maestro.
CONCLUSIÓN DEL APRENDIZAJE CUARTO - LEY IV: PARA LLEGAR A MAESTRO, PRIMERO HAS DE SER APRENDIZ
Gracias a los videojuegos has aprendido que los inicios son la primera fase del camino a la maestría. Que dedicar tiempo a una actividad es la mejor estrategia para mejorar y avanzar. Y que cuanto más aprendas más sencillo te resultará aprender cosas nuevas.
Recuerda:
— Es normal sentirse abrumado ante una nueva situación o aprendizaje.
— Al principio, en todo, hay que ser aprendiz. Nadie nace siendo un maestro.
— Cuanto más tiempo le dediques, más te acostumbrarás y más sencillo te será localizar y usar la información que necesites.
— Familiarizarte, aunque solo sea observando sin actuar, resulta muy útil para avanzar.
— Todo tiene una curva de aprendizaje. A más tiempo dedicado, mayores serán los retos que puedas afrontar.
— El aprendizaje es transferible, ya sea por las habilidades o por el conocimiento.
— Aprender en áreas similares te permite avanzar más rápido en los aspectos en común.
— Aprender en áreas que no tengan puntos en común te permite ampliar tu abanico de recursos, mejorar tu adaptabilidad y tu capacidad de aprender, por lo que avanzarás más rápido en las particularidades.
— Aprender te ayuda a mejorar tu habilidad de aprender.
El tiempo y la práctica son el medio para avanzar a la maestría. Todo tiene un principio.
Ante un nuevo aprendizaje, pregúntate:
¿De qué manera voy a usar mi tiempo para familiarizarme y sentirme más a gusto?
¿Qué puntos en común tiene esta actividad con campos en los que sea excelente?
¿Qué otros aprendizajes tengo que me ayuden a mejorar en esta actividad?