Читать книгу Tu vida, tu videojuego - Rodrigo Río "Lithany" - Страница 15
3. EL MAPA NO ES EL TERRITORIO
ОглавлениеHe oído rumores, pero hace tiempo que aprendí a formarme mis propias impresiones, hay demasiado espacio para la interpretación en las opiniones ajenas.
Samara, Mass Effect 2
Era el año 1991, cuando mi vecino de abajo, Jorge —al que aprovecho para mandarle un fuerte abrazo—, me prestó un videojuego para ordenador llamado Champions of Krynn. Con tan solo doce años ese videojuego marcó el inicio de mi pasión por el género de los RPG (videojuegos de rol, en su acrónimo en inglés). El título en cuestión está ambientado en el universo creado por Gary Gygax y Dave Arneson, Dragones y mazmorras, más concretamente en el mundo de DragonLance, y teniendo en cuenta que Dragones y mazmorras es un icono de los juegos de rol desde 1974, me siento capacitado para afirmar que Champions of Krynn es todo un icono en los videojuegos del género RPG.
Es, sin duda, uno de los mejores videojuegos a los que he jugado hasta el momento y solo puedo describirlo con una palabra: espectacular. A pesar de ser muy sencillo y rudimentario, comparado con los actuales, cumple su cometido a la perfección. Es un videojuego sin fallos, con una trama muy interesante y, además, está ambientado en mi universo y mundo favoritos. No podría pedirle más, y eso sin contar los beneficios extras que me acabaría aportando, ya que es el precursor de la tercera ley que has de aplicar en tu vida si la quieres convertir en tu videojuego.
Un detalle importante que sirve para entender la situación en la que me encontraba cuando descubrí esta tercera ley es que el videojuego estaba solo en inglés (¡y en aquella época no existía el traductor de Google!), lo cual complicaba un poco las cosas, ya que me pasaba horas usando un diccionario en papel para entender lo básico. Usar el diccionario entorpecía mucho mi avance, así que terminé jugando por intuición, con todo lo malo y lo poco bueno que tiene. Para mí, lo único que importaba es que ¡estaba jugando!, aun sin tener ni idea de lo que tenía que hacer.
Evidentemente, tardé muy poco en quedarme atascado en el videojuego, exactamente en la primera misión principal. Al parecer tenía que buscar un lugar especial en la mazmorra de una de las ciudades más cercanas al punto de inicio de mi aventura. Tras una semana buscando el dichoso lugar, desistí; no fui capaz de encontrarlo. A pesar de que no podía continuar con el avance del videojuego a nivel de historia, me seguía encantando el sistema de batallas al más puro estilo de Dragones y mazmorras, así que me dediqué a vagar pacientemente por el mapa principal en busca de «eventos de encuentro» que tenían lugar aleatoriamente al desplazar el grupo por el mapa. Con cada encuentro tenía la oportunidad de disfrutar del sistema de combate por turnos y de fortalecer a los integrantes del grupo tras obtener la victoria.
No imaginas la cantidad de horas que dediqué a pasear por un mapa píxelado, simple y básico a más no poder, en el que solo se mostraban bocetos que pretendían representar bosques, ríos, montañas y asentamientos principales. Olvídate de ver indicados los villanos, los monstruos, los campamentos secundarios o los lugares especiales. Era solo una imagen estática que hacia las labores de mapa.
Pasó el tiempo, y yo seguía, como siempre, jugando al videojuego de manera habitual. Con el paso de las semanas había generado mis propios retos y misiones que usaba para divertirme mientras recorría el mismo mapa de siempre... hasta que un día, presa del aburrimiento, decidí volver a la zona de la primera misión.
Me desplacé a través del mapa general hasta llegar al punto que representaba la ciudad en donde se encontraba la mazmorra en la que, supuestamente, estaba aquel lugar especial. Una vez allí, entré y abrí el mapa de la mazmorra. Este segundo mapa era aun más básico que el mapa general. Consistía en una cuadrícula en tono suave en la que se dibujaban en tono más fuerte las líneas que representaban los muros de la mazmorra, resultaba sencillo pero funcional. Comencé a recorrer el mapa en piloto automático mientras pensaba cómo era posible que una empresa lanzase un videojuego con un error tan grave que evitase poder finalizar la aventura.
Tras recorrer la mazmorra por enésima vez sin prestar atención alguna al recorrido, me choqué por error, dos veces seguidas, contra un mismo muro. Casualmente esa segunda vez que choqué contra el muro... ¡lo atravesé! ¡No lo podía creer, había encontrado el dichoso lugar especial al que me habían enviado tiempo atrás!
Esa minúscula casualidad me permitió continuar con el juego y finalizarlo rápidamente; total, mi grupo era nivel máximo desde hacía ya mucho tiempo, ya que todo esto que te cuento sucedió casi un año después del primer intento.
Mi primer pensamiento al atravesar ese muro fue: «¡Esto me pasa por recorrer la mazmorra confiando en el mapa!». Un pensamiento tan sencillo como potente.
La tercera ley que has de implementar y que ya has aprendido de los videojuegos es:
El mapa no es el territorio.
Parece obvio darse cuenta de que el mapa no es más que una simplificación del territorio, es decir, una simplificación de la realidad. Solo se trata de una aproximación, y por muy detallada que esta sea nunca podrá representar un «todo».
A veces en los mapas no aparecen los otros jugadores, algunos recursos o faltan los villanos y los monstruos. También pueden faltar los lugares especiales, lo que queda por arriba, lo que esté por debajo o los detalles que verás al llegar al lugar adonde te dirijas. Por supuesto casi nunca verás los secretos, las zonas y objetos ocultos. Incluso en el hipotético caso de que dispongas del mapa más detallado del mundo, con secretos incluidos, el nivel de detalle fuera del mapa siempre será mayor.
Las primeras veces que juegas a un videojuego en el que dispones de un mapa, lo normal es que olvides la diferencia entre mapa y territorio. Pero al poco de estar jugando y tras llevarte un par de sustos por centrarte demasiado en el mapa, empezarás a tomar consciencia de sus limitaciones específicas, porque cuando juegas a un videojuego, permíteme que insista, tienes bien claro que el mapa no es el territorio, es solo una simplificación del mismo con ciertas limitaciones que detectas rápidamente.
Gracias a que el mapa de cada videojuego destaca aquello que se considera importante, logras navegar por el mundo de una manera funcional. Es un sistema para simplificar, destacar y etiquetar elementos, así puedes viajar por el mundo sin sentirte abrumado por el exceso de información que encontrarás en tus viajes.
La finalidad del mapa en los videojuegos es excelente, pero el uso que se le da habitualmente favorece que olvides que no es más que una simplificación y, claro, después todo son sustos.
Eso es lo que me pasó a mí, que como no veía esa puerta en el mapa, di por hecho que no estaba ahí, hasta el punto de estar seguro de que era un fallo del videojuego. ¡Y ese pensamiento de que la culpa era del juego prevalecía en mi mente, victorioso y justificador, hasta que, por una afortunada casualidad, di con el lugar!
Si crees que tu mapa es el territorio, te vas a perder muchas cosas.
En los videojuegos, necesitas solo unas cuantas experiencias, en las que cometes el error de no darte cuenta de que el mapa es solo una simplificación de la realidad, para asimilar que el mapa y el territorio no son lo mismo. Llegado ese punto detectas las limitaciones, las interiorizas y comienzas a usar el mapa de forma más adecuada teniendo en cuenta estas limitaciones.
¿Por qué no haces lo mismo en tu vida? No sé si te habías dado cuenta, pero todos, incluido tú, tenemos un mapa mental.
En la vida usas también un mapa que te ayuda a «navegar» hacia lo que quieres, a simplificar la realidad y a destacar aquello que es importante para ti. El nombre más común por el que se conoce a ese mapa mental es sistema de creencias.
Una creencia es una idea o pensamiento que asumes como verdad.
Esa «verdad» se asienta, inamovible, en tu vida, afectando a tus acciones, emociones y pensamientos de forma consciente o inconsciente.
Esas creencias comienzan a crearse en tu niñez a través de tu entorno y tu interacción con él. Lo que ves, escuchas y cómo lo interpretas, va creando una compleja red de creencias.
La sociedad en la que vives, tu familia, tus tutores, tus profesores, amistades y parejas, la televisión, la música, el cine, los libros y un largo etcétera. Todo eso te bombardea desde tu infancia. Tú filtras e interpretas toda esa información, incorporando a tu sistema de creencias aquella que consideras importante o útil para ti.
Por supuesto, tus experiencias personales y sus resultados también aportarán su grano de arena a esa red de creencias, especialmente en la edad adulta.
Desde que naces hasta que mueres estás continuamente absorbiendo, creando, modificando o eliminando creencias. Se trata de un proceso dinámico que dura toda tu vida.
Cada una de esas creencias constituye una pequeña pieza de tu mapa mental personal.
Tu sistema de creencias constituye tu mapa mental, mapa que usas para:
1. Simplificar la realidad y que sea menos abrumador interaccionar con ella.
2. Navegar con éxito hacia lo que quieres alcanzar.
3. Filtrar la realidad destacando aquello que es relevante para ti.
4. Recordar aquello que tenga valor para ti.
Pero que quede claro que ese mapa mental no es más que un mapa, es decir, no es más que una simplificación subjetiva de la realidad. Pues a pesar de esto estoy seguro de que vas por la vida creyendo que tu mapa es el territorio, es decir, crees que tu mapa mental representa la realidad, lo cual hace que todo aquello que no esté en tu mapa sencillamente no exista para ti, aunque sí exista en la vida. Como cuando te empeñas en ver todo lo malo de una persona y eres incapaz de ver lo bueno, ya que tu mapa establece que esa persona es «mala», por lo tanto, lo bueno no lo podrás detectar o lo justificarás de alguna manera que termine siendo malo. Si tomas consciencia de que ese mapa que te hace ver lo malo no representa un todo sino una simplificación y te abres a identificar partes que no están en tu mapa, seguramente detectes puntos buenos al margen de los malos que ya tienes identificados.
Para cada videojuego hay un mapa de navegación específico con unas características concretas que comparten todos y cada uno de los jugadores de videojuegos. Normalmente los videojuegos permiten distintas opciones personalizables pero, a pesar de ello y dado que es una herramienta que se utiliza mucho en los videojuegos, los jugadores terminan teniendo claro de qué información se dispone al mirar el mapa y cuál es la que se pierde en el proceso. Es decir, conocen las limitaciones de su mapa pero también son capaces de saber cuáles son las limitaciones de los mapas de los demás, ya que ¡es el mismo para todos!
En la vida, cada persona se crea su propio mapa de navegación en función del entorno al que está expuesto y las experiencias que tiene, mapa que poco o nada tiene que ver con el de los demás. Además si desconoces cómo es tu mapa mental, difícilmente serás capaz de saber cómo estás interpretando la realidad, qué información estás conservando y cuál descartando.
Por poner un ejemplo, si cada uno tiene su propio mapa mental, ¿crees que merece la pena discutir quién tiene la razón?
Cuando dos personas discuten por ver quién tiene razón, salvo excepciones, lo que están haciendo es enfrentar sus mapas mentales sin darse cuenta de que su mapa no es una verdad absoluta y de que hay mucha información que están obviando.
En cierto modo, ya que ambos defienden su postura, se puede afirmar que los dos tienen razón al mismo tiempo, según su propio mapa mental. Pero, eso sí, están equivocados según el mapa mental del otro…
Conviene que sepas que las personas tienen tendencia a rodearse de mapas mentales similares al suyo. Hacer eso da confianza y seguridad, pero vuelve el mapa mental mucho más rígido. Si eres muy rígido con las creencias que constituyen tu mapa mental, te será complicado comprender otros puntos de vista, es decir, otros mapas mentales, llegando a niveles extremos de intolerancia.
Tus creencias no solo evitan que puedas ver otros puntos de vista, sino que también afectan, por ejemplo, a las acciones que tomarás en la vida así como a las emociones que sentirás.
Según las creencias de tu mapa mental, pensarás de una manera u otra. Según pienses, actuarás de un modo u otro. Según actúes, obtendrás unos resultados u otros. Todo se inicia en tus creencias. Lo que tienes en tu vida es, en gran parte, consecuencia de tu mapa mental y a pesar de que la suerte tiene su parte de impacto, esta es mucho menos importante de lo que imaginas.
Creencias favorables — Pensamientos favorables — Emociones favorables — Acciones favorables — Resultados favorables.
Las creencias puedes ser facilitadoras o limitantes, las facilitadoras te acercarán a lo que quieras conseguir, y las limitantes te cerrarán puertas, alejándote de ello.
En mi caso, creer que el videojuego estaba mal, aferrándome a esa idea sin abrirme a otras posibilidades, y por lo tanto pensar que era imposible encontrar aquel lugar, causó que no probase más opciones y me rindiese. Esa fue mi creencia limitante.
Y esa es la consecuencia más potente y peligrosa de las creencias. Si tú crees que no hay puerta, no buscarás. Si en cambio crees que sí hay puerta y estás convencido de ello, buscarás hasta quedarte sin aliento, aprovechando al máximo tus recursos, tu creatividad y expandiendo tus límites más allá de lo esperado.
A través de tu mapa mental estableces cómo crees que va a ser algo y, por lo tanto, tus acciones se centrarán en confirmar la veracidad de esa creencia, sean cuales sean las consecuencias.
Según lo que creas, actuarás de un modo u otro.
Desconocer tu mapa mental es toda una insensatez. Una insensatez demasiado común.
Podrás detectar las creencias que conforman parte de tu mapa mental a través de frases y pensamientos del estilo:
— «Creo que...».
— «En mi opinión...».
— «A mí me parece qué...».
— «Es mejor si... ».
— «Esto es así».
— Tus afirmaciones sobre el mundo.
— Refranes típicos que te guste decir.
— Las generalizaciones o frases que contengan: todo, nada, nunca o siempre.
Acostúmbrate a escuchar tus pensamientos y las palabras que verbalizas, puedes incluso llevar una libreta a mano y escribirlas, así irás conociendo con mayor precisión, poco a poco, tu mapa mental.
Está genial que tengas un sistema que simplifique la complejidad y el exceso de información de la vida, pero es imprescindible que lo conozcas. Ten en cuenta que cuanto más conozcas ese mapa mental y las creencias que lo constituyen, más útil y eficiente serás a la hora de navegar a través de la vida. Si no sabes con qué mapa viajas, ¿acaso sabrás hacia dónde te diriges?
Conoce las creencias de tu mapa mental, ¡es la herramienta más potente y más limitante de que dispones como ser humano!
Así que recuerda una vez más: ni tu mapa mental, ni tus creencias son el territorio, no representan la totalidad de la realidad sino una simplificación de la misma, y recuerda que en muchas ocasiones, ¡ni siquiera lo elegiste tú! Lo habrás heredado de tu padre o de tu madre, de tu grupo de amigos y amigas, de un atleta al que admiras, de alguna película de la infancia, de un libro que te marcó, de aquel videojuego que tanto te impactó, de los refranes populares que escuchabas... la lista es interminable, más incluso que la historia de Michael Ende.
Por lo tanto, te invito a que reconsideres una última cosa: si al vivir centrado únicamente en el mapa estás perdiendo mucha información que no está en él, ¿te das cuenta de que lo que ves no es la realidad, sino solo la parte de ella que te interesa?
Tus creencias no son la realidad absoluta, cada vez que te empeñas en creer que sí lo son hay una pared con una puerta oculta que no detectarás y de la que pasarás de largo una y otra vez, perdiéndote todos los tesoros que se esconden tras ella.
¿Nunca has ido golpeando muros en un videojuego porque te «olías» que había una puerta secreta?
Te invito a que hagas lo mismo con tu vida. Es hora de «derribar» tus creencias obsoletas así como aquellas que hacen que vivas con limitaciones. Ambas te afectan limitando tus acciones y alejándote de llegar allá donde quieras llegar.
Disfruta de tu mapa, úsalo y actualízalo de manera constante con todo aquello que necesites, es decir, con creencias favorables
CONCLUSIÓN DEL APRENDIZAJE TERCERO - LEY III: EL MAPA NO ES EL TERRITORIO
Gracias a los videojuegos has aprendido las funciones principales de un mapa, así como que un mapa no es más que una simplificación de la realidad, no una representación total de la misma.
Recuerda:
— El mapa sirve para navegar, simplificar y filtrar la realidad. Solo muestra lo importante.
— Si no ves más allá del mapa te perderás muchos detalles.
— Una creencia es una idea o pensamiento que usas para valorar, interpretar o juzgar la realidad.
— Las creencias son las piezas que forman tu mapa mental.
— Tu mapa mental y tus creencias no son la realidad absoluta.
— Tu mapa mental lo usas para navegar por la vida, para filtrar y quedarte con lo que importa y para destacar aquello de relevancia para ti.
— Cada persona tiene su propio mapa mental, su propio sistema de creencias que le permite interpretar el mundo y sus experiencias.
— Conocer tu mapa mental, en profundidad, es fundamental para tu vida.
— Tus creencias determinan tus acciones, y tus acciones determinan tus resultados.
— Hay creencias que te ayudan a lograr lo que quieres y otras que te alejan de lo que quieres. Derriba aquellas que te limiten.
Recuerda que tu mapa no es la realidad. Busca maneras de sanear, mejorar y transformar tu mapa mental para favorecer alcanzar aquello que te propongas.
Cuestiónate y conoce tu mapa mental preguntándote:
¿Esta creencia, facilita o limita conseguir lo que quiero?
Esto que pienso, ¿soy yo el que cree que es así o se trata de una verdad absoluta?
¿Cómo actuaría si no creyera esto?