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6. NO ES LO QUE TE SUCEDE, SINO LO QUE HACES CON LO QUE TE SUCEDE

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El fracaso es mi mejor mentor.

Taric , League of Legends

Para crear el ambiente adecuado para este capítulo podría usar como ejemplo cualquier experiencia de aprendizaje que haya tenido con un videojuego al que haya jugado a lo largo de mi vida. Así que gozando de tal libertad, voy a remitirte al primero que recuerdo haber jugado.

No podría asegurar la edad con exactitud, pero me consta que era bastante pequeño, alrededor de unos ocho años, así que correría el año 1988. Lo que recuerdo con claridad es que mis padres me regalaron una mini réplica de una máquina recreativa de la época. Se trataba de un arcade, extremadamente simple y sin gráficos como tal, sino que a través de un sistema de iluminación se simulaban los distintos componentes visuales del videojuego.

Consistía en pilotar un helicóptero a través de un escenario mientras trataba de no chocar con los elementos del terreno que aparecían tanto por arriba como por abajo. Además, para incrementar la dificultad, habías de lidiar con los ataques de torretas y helicópteros enemigos. La finalidad no era otra que la de sobrevivir, lograr llegar al final de la pantalla y poder así acceder al próximo nivel.

Como imaginarás, la primera vez que jugué no tardé mucho en chocar. Cometí una serie de errores pilotando el helicóptero, los suficientes para acumular los tres choques necesarios para que mi helicóptero fracasara en su misión y llegara el temido «Game Over».

La siguiente vez que jugué había aprendido por dónde aparecía el terreno, así que sabía lo que tenía que hacer para evitar esos mismos impactos.

Gracias a ese patrón de prueba y error, con paciencia fui aprendiendo lo necesario para sobrevivir. Repitiendo el mismo proceso, poco a poco, logré avanzar completando cada una de las misiones que afrontaba.

Aprender de lo que no funciona, te acerca a tu objetivo.

Como imaginarás, esto no me ha pasado solo en este videojuego, sino que ha sido un factor común en todos los videojuegos a los que he jugado. Gracias a fallar, mejoraba.

Este es el modo con el que lograba saber qué es lo que sí tenía que hacer para alcanzar el éxito que buscaba, es decir, lograr aquello que deseaba conseguir en función del videojuego.

Cada vez que fallaba invertía tiempo en razonar qué había sucedido y en hallar respuesta a la siguiente pregunta: ¿Qué puedo aprender yo de esto?

La consecuencia natural de este proceso, para cualquiera que lo aplique, es siempre la misma: mejoras como jugador, lo cual inevitablemente te acerca más a lo que quieras alcanzar. Por ejemplo, en el caso del arcade, este proceso me acercaba a completar con éxito la misión y pasar de pantalla.

¡Eureka! Lo realmente importante no fue comprender los beneficios de aplicar el sistema de prueba y error, sino la sutil diferencia que se escondía detrás de todo esto. Llegué a la conclusión de que no era cometer errores o fracasar lo que me estaba ayudando a avanzar, era lo que yo aprendía tras reflexionar sobre cada una de esas experiencias. Al realizar esta toma de conciencia descubrí la sexta ley que has de aplicar para que tu vida sea como un videojuego:

No es lo que te sucede, sino lo que haces con lo que te sucede.

La verdad es que a nadie le gusta cometer errores o fracasar, así que decir que cualquiera de esas experiencias son buenas en sí mismas me parece un tanto exagerado. Por sí solas no tienen por qué servir de nada, ahora bien, con la actitud adecuada se pueden transformar en aprendizajes muy valiosos. Por lo tanto, esfuérzate en no cometer errores y en tratar de no fracasar, pero en caso de que suceda, da lo mejor de ti para aprender de esas experiencias, porque te guste o no, son parte del camino que tienes por delante.

A lo largo de tu vida cometerás muchos errores, de hecho, cuantas más acciones diferentes o nuevas intentes, mayor será el número de errores. Es ley de videojuegos, es ley de vida. No olvides que como humano tienes el derecho a cometer errores, la opción de aprender de ellos, y el deber de responsabilizarte de las consecuencias derivadas.

Además, tarde o temprano, a lo largo de tu vida, será inevitable enfrentarte al fracaso ya que es parte del camino para alcanzar el éxito que deseas.

Alcanzar el éxito no es un camino lineal. Si crees que es así, pronto descubrirás que es erróneo. El camino al éxito es un camino sinuoso, caprichoso y lleno de traspiés. Si quieres continuar avanzando y no vivir los errores y el fracaso como si fuera el final, la opción correcta es siempre la misma: aprende cómo solucionarlos y practícalo las suficientes veces para que no se repita.

¿Qué pasa en los videojuegos cuando te equivocas o cuando fallas? Estoy seguro de que no te rindes cuando pasa eso. ¡Al revés! Seguro que te llenas de insistencia y perseverancia. Buscas qué hacer y qué aprender para superar esos obstáculos. Sigues intentándolo, sin rendición ni temor. Confiando en que, como ya aprendiste tiempo atrás, tarde o temprano lograrás superar ese obstáculo y alcanzar el éxito deseado.

¿Ves las similitudes con la vida? Trata de ser igual de persistente en la vida como lo eres en los videojuegos. Si te pasas siempre los juegos, no es porque seas buenísimo (que seguro que lo eres), sino porque además no sueles rendirte con facilidad, persistes. Cuando empezaste no eras así de bueno, gracias a lo que aprendiste, te convertiste en ello.

Y gracias a ese aprendizaje, a no rendirte, a insistir y perseverar, logras una y otra vez alcanzar los objetivos que te propones en cada videojuego al que juegas.

Haz lo mismo en la vida, da lo mejor de ti una y otra vez, cáete, vuelve a levantarte, aprende y vuelve a caerte, tantas veces como quieras, pero aprende algo siempre que esto pase. Así estarás seguro de que cada vez que te levantes serás más sabio y más capaz.

Al actuar del modo correcto ante los fracasos y los errores, te estás acercando directamente a tu éxito.

Cada misión que fracasaba en mi intento de pasarme un videojuego me estaba brindando la oportunidad de aprender lo necesario para ser mejor jugador. Gracias a saber qué no tenía que hacer me acercaba a saber qué es lo que sí tenía que hacer para tener éxito en la misión.

Cuando en la vida fracases, pregúntate:

— ¿Qué ha funcionado y quiero seguir haciendo en el futuro? Esos son los puntos que quieres conservar.

— ¿Qué no ha funcionado y no quiero repetir en el futuro? Asegúrate de eliminar todo aquello que detectes y te acercarás más rápido al éxito.

Para avanzar hacia tu objetivo es tan importante conocer tanto lo que funciona como lo que no funciona. Muchas veces, sobre todo en los inicios, cuando te enfrentas a múltiples caminos por los que puedes avanzar, vas descubriendo, gracias a los fracasos, cuáles de estos caminos no te llevan a tu objetivo; esta es con seguridad la mejor estrategia para disminuir el número de opciones de forma confiable.

Fracasar es la manera directa de ir descubriendo los caminos que no te llevan al éxito que anhelas. Es una información muy valiosa, no la desperdicies.

El fracaso, si se aprende de él, es la semilla del éxito.

Los errores te avisan de los puntos débiles en los que puedes mejorar o en los que has de trabajar. Son esos puntos a los que has de prestar mayor atención para mejorar.

Cada error que he cometido me ha indicado mediante «señales luminosas» en qué aspecto era fundamental trabajar para poder continuar, con paso firme, seguro y fiable, mi camino al éxito.

Al invertir tiempo en aprender de los errores, mejoraba y todo resultaba más sencillo. De cada error extraía la información necesaria para saber adónde dirigir mis energías para mejorar como jugador.

Cuando en la vida cometas un error pregúntate:

— ¿En qué áreas tengo margen de mejora?

— ¿Qué tengo que aprender, mejorar o practicar para no cometer este error en el futuro?

Los errores, cuando les buscas solución, son la semilla del aprendizaje.

El camino al éxito está lleno de errores y fracasos. No son esas experiencias las que te harán alcanzar el éxito directamente, sino lo que aprendas gracias a ellas.

Me gusta pensar que cada error y cada fracaso es una prueba. Una prueba que determina si la persona que recorre ese camino alcanzará o no el destino. Cada una de esas experiencias son, para muchas personas, obstáculos infranqueables que las separan del éxito. Pero para ti, mi querido lector, gracias a tu nueva actitud, serán las estructuras que te impulsarán y te acelerarán directo al éxito que deseas.

Por lo tanto, si una experiencia te ayuda a lograr lo que quieres, ¿es un fracaso o es un éxito? ¿Qué sucede cuando un fracaso te lleva a un éxito? ¿Cuántas veces una experiencia que creías que era un error o fracaso te llevó a un éxito e hizo que cambiases la percepción respecto a esa experiencia? Seguro que te ha pasado alguna vez.

Por eso, tanto en la vida como en los videojuegos, hay dos tipos de experiencias. Experiencias en las que logras lo que quieres y experiencias en la que aprendes lo necesario para alcanzar lo que quieres. Sencillo y minimalista.

¿No te parece sorprendente lo sencillo que es darse cuenta de todo esto en los videojuegos y lo complicado que es aplicarlo en el día a día? El motivo por el que cuesta aplicar esto mismo en la vida radica en el gran drama que existe en torno al error y al fracaso. ¡Cómo le gusta el drama a las personas! En general se tiende a tomar demasiado a pecho los fracasos y los errores, tanto propios como ajenos.

Después de lo aprendido en esta sexta ley, te invito a que desdramatices tanto los errores como los fracasos, ¿qué te parece? Réstales importancia, tómatelos como lo haces en los videojuegos, sin tanto drama, comprendiendo que solo son experiencias y oportunidades de las que aprender.

Eres humano y los humanos se caracterizan por ser únicos «metiendo la pata», pero ¡son buenísimos aprendiendo de ello cuando hay voluntad y actitud!

Ojo, al igual que en los videojuegos fallar te da la oportunidad para aprender, en la vida las experiencias anteriores también sirven para aprender, siempre y cuando no sea un fallo mortal. Este es un «detallito» a tener en cuenta. Desdramatizar la gravedad de las consecuencias de nuestros errores y fracasos ha de hacerse siempre y cuando no exista un riesgo real de poner tu vida o la de los demás en peligro.

Permíteme que te recuerde que a diferencia de los videojuegos, solo hay UNA VIDA.

Esta es tu vida de verdad, no es una vida de «pruebas». En esta vida de nada sirve, como sí sucede en los videojuegos, el insert coin, ni el «continuar 10, 9, 8...». Vida solo hay una, tanto la tuya como la de los demás, así que por favor, no te conviertas en un kamikaze de la desdramatización. Desdramatiza siempre y cuando ni tú ni nadie pueda perder la vida con tu error. Jugar no quiere decir que no seas responsable y consecuente, ambos mundos no están reñidos.

Siguiendo con lo que te contaba, y dado que rara vez los errores o los fracasos son en realidad mortales, trata de desdramatizarlos. Rara vez las consecuencias son tan graves como te empeñas en creer que lo son. Cuando te digo que desdramatices el error y el fracaso, no me refiero a que ignores sus consecuencias, me refiero a que no te quedes dándole vueltas a esa experiencia y a sus consecuencias, machacándote y castigándote. Si has cometido un error o si has fracasado y te quedas atascado en las consecuencias, estás convirtiéndolo en algo mucho más grave de lo que posiblemente sea. Desdramatizar el fracaso y el error consiste en observar el error y el fracaso como tal, en asumir las consecuencias, y sobre todo, en salir del problema para empezar lo antes posible a buscar soluciones para ponerlas en práctica.

Por otro lado, ten claro que lo normal cuando fallas o fracasas es que duela y cause malestar. El dolor y el malestar, tanto físico como emocional, son mecanismos naturales que cumplen varias funciones.

La primera de las funciones es informarte. Te informa de que algo importante para ti o para tu supervivencia no está dentro de los parámetros que tú consideras normales. Te informa de que no estás donde crees que es mejor para ti. Te informa de que hay cambios en ti o en tu entorno que pueden poner en peligro, de forma real o ficticia, tu supervivencia.

La segunda función es favorecer que priorices el foco y la causa del dolor por encima de todo lo demás. Es por esta segunda función que el dolor es tan desagradable e intenso, si no difícilmente le prestarías atención sobre todo lo demás.

Gracias al dolor y al malestar sabrás que algo no va bien y pondrás todo tu empeño en encontrar una solución con la finalidad de dejar de sentir tan desagradable e intensa percepción sensorial. Tanto el dolor como el malestar son inmejorables fuentes de motivación para moverte y buscar soluciones con la intención de volver a la normalidad. En unos casos será alejándote de la fuente que te causa el dolor o el malestar, y en otros casos será atendiendo directamente al mismo.

Cuanto peor vaya y cuanto más te importe lo que sea que no va como debería, mayor será el dolor y el malestar, y por ende mayores serán las ganas de solucionar o alejarte de aquello que te cause esas sensaciones.

Hay veces que la cantidad de dolor que hay que acumular o sentir para motivarse a realizar cambios es muy alta, ya que los cambios, en general, también duelen. Así que cuando el dolor de no cambiar sea mayor que el dolor de cambiar, será tu momento de actuar.

Como ves, es natural que los errores y los fracasos duelan. Así que lo mejor que puedes hacer es aprovecharlo a tu favor.

El dolor es natural. Es una energía que favorece buscar y aplicar soluciones.

Ese malestar y ese dolor son el motor para crear compromiso emocional y favorecer que busques soluciones y por lo tanto aprendas de la experiencia. ¡Es fundamental!

Si pones la mano en el fuego, al poco sentirás dolor (excepto que seas Daenerys Targaryen, a la que le mando un saludo informal, ya que posee demasiados títulos para hacerlo formalmente) y gracias a ese dolor, a ese aviso, lo que harás es retirar la mano del fuego. Si no sintieses ese dolor la dejarías, y a no ser que tengas sangre de dragón en tus venas, ya sabes el resultado…

Seguro que no te gusta el dolor y el malestar derivado de tus errores y de tus fracasos, así que lo correcto es que te comprometas con ese dolor y que aproveches esta percepción sensorial tan intensa para buscar soluciones de forma activa y asegurarte que minimizas al máximo las posibilidades de que se repita en el futuro.

Para favorecer ese compromiso con el dolor y la búsqueda de soluciones, conviene que no ignores las consecuencias derivadas de ese error o de ese fracaso. Si bien te invitaba a que desdramatizaras el suceso y que no lo vivieras como el fin del mundo, hay que tener cuidado de no llevar esa actitud al extremo, ya que si ignoras las consecuencias o les restas demasiada importancia será más difícil disponer del compromiso emocional necesario para motivarte a buscar soluciones y aprender.

Valora las consecuencias, no las hagas ni más ni menos de lo que son. Y ante todo busca soluciones de forma activa.

Por cierto, autocastigarte o enfadarte contigo mismo por cometer errores o fracasar no es la actitud adecuada para solucionar el dolor que sientes tras fallar. Si lo piensas en perspectiva, es como si te estuvieras enfadando porque tienes la oportunidad de mejorar y aprender. Si has fallado es por algo, nadie es perfecto, no pasa nada. Focalízate en buscar lo que necesitas aprender para minimizar las posibilidades de que en un futuro se repita ese resultado y no gastes ni un segundo en el autocastigo. Estás perdiendo energías y tiempo para encontrar soluciones.

Reñirte no va a solucionar tu problema, buscar soluciones, sí, sobre todo, a largo plazo.

Cuando fracases o cuando cometas un error, entiende el dolor y su finalidad, acepta el dolor y comprende que es natural en estos casos. Agradece de antemano el aprendizaje que obtendrás al encontrar soluciones a ese error. Al agradecerlo por anticipado estás favoreciendo aprovechar ese dolor para comprometerte en la búsqueda de soluciones.

A lo largo de todo el capítulo he hablado de dolor y de malestar pero no de sufrimiento. No los confundas, no son lo mismo.

El dolor es natural e inevitable en la vida, pero el sufrimiento es opcional y una elección.

El sufrimiento es una elección ante el dolor. Si bien el dolor es natural, el sufrimiento no lo es. El sufrimiento nace de la resistencia mental al dolor físico, al dolor emocional o a una realidad que no es tal y como te gustaría. El sufrimiento, por lo tanto, depende de tu actitud e interpretación frente al dolor y la realidad.

Si me resisto, si no acepto o si retengo el malestar o el dolor, tendré sufrimiento.

Sufrir es humano, pero no es necesario. El dolor no solo es humano sino que además es necesario.

Insisto, el dolor es incómodo, molesto y desagradable, pero es natural. Juega un papel principal en la supervivencia y es tremendamente útil para moverte en la dirección en la que desees avanzar. Si diera placer no sería tan eficiente como energía que motiva a la acción.

Un ejemplo claro lo tienes en esos días que vas al gimnasio y al día siguiente te duele todo, pero lo aceptas, de hecho estás casi hasta contento de que duela. Ese dolor físico es una consecuencia natural del esfuerzo que realizaste el día anterior. Te duele el cuerpo, pero no te resistes, lo comprendes y por lo tanto lo aceptas. Gracias a esto, ese dolor no te impide seguir con tu vida, no te impide sonreír, favorece que sientas compasión hacia ti mismo, a que te des ánimos durante el día y, por supuesto, a mantener una actitud que favorecerá volver al gimnasio el próximo día.

En cambio, algunas personas no aceptan ese dolor o esas agujetas y se pasan el día hablando de ellas, pensando en ellas y resistiéndose a las mismas. Se pasan el día sufriendo. Es como si llevaran el dolor no solo en su cuerpo, sino también en una mochila cargada a la espalda. Al no aceptar ese dolor como consecuencia natural del esfuerzo, el día se hace aun más duro y pesado, ¡con el riesgo de evitar volver al gimnasio!

Cada vez que te resistas a tus errores, así como cada vez que te resistas al dolor que se deriva de esas experiencias, no estarás aceptando la situación y estarás transformando ese dolor en sufrimiento. Ese sufrimiento ocupará todos tus pensamientos y será un lastre que no te dejará avanzar.

Al sufrir ante estas situaciones y darle la atención solo al dolor te estás negando la oportunidad de disponer tu atención a buscar soluciones y, por lo tanto, te estás negando la oportunidad de aprender.

Sufrir al cometer errores o fracasar es una manera de negarte la oportunidad de aprender.

Elimina el sufrimiento aceptando que es natural y humano sentir dolor ante ciertas experiencias, ya sean físicas o emocionales.

Recuérdate que no eres tu dolor y que nada dura para siempre.

Trátate física y mentalmente con amor, comprensión y respeto. Y por supuesto, perdónate. Ya es bastante doloroso fallar como para encima tener que aguantar tus propias regañinas. Desdramatiza pero sin minimizar las consecuencias. Míralas de frente y con la cabeza bien alta, porque has decidido ser responsable de las consecuencias, aprender y solucionar ese error.

Asúmelo y recuerda, es normal, todo el mundo «mete la pata» mucho más de lo que le gustaría, lo que marca la diferencia es la actitud ante esos eventos.

Unos fallan, reflexionan, aprenden, se levantan y ponen en práctica lo aprendido. Unas veces tendrán éxito y otras, al fallar, repetirán ese proceso, una y otra vez, aprendiendo más y más, hasta que, al final, gracias a su actitud y al aprendizaje alcanzarán sus objetivos.

Y otros fallan, se enfadan, se autocastigan, no aprenden nada y siguen, una y otra vez, repitiendo el mismo error, hasta que al final, cansados, se rinden y se alejan del problema para evitar ese sufrimiento, sin saber que al final, tarde o temprano, tendrán que volver a enfrentar ese error del que huyen. Recuerda la ley V: para pasar de pantalla, has de completar con éxito la anterior.

¿A qué grupo quieres pertenecer?

CONCLUSIÓN DEL APRENDIZAJE SEXTO - LEY VI: NO ES LO QUE TE SUCEDE, SINO LO QUE HACES CON LO QUE TE SUCEDE

Gracias a los videojuegos has aprendido que interpretando de forma correcta tanto el fracaso como el error, tendrás oportunidades para aprender, mejorar y alcanzar el éxito, sea lo que sea que el éxito signifique para ti.

Recuerda:

— Tanto del fracaso como del error nace la oportunidad de aprender y mejorar.

— Para aprovechar el error y el fracaso has de invertir tiempo en buscar activamente soluciones.

— Fallar no es positivo, lo que tú haces frente al fallo puede serlo.

— Cometer errores y fracasar es natural.

— El camino al éxito no es lineal, está construido con lo aprendido de los fracasos previos.

— Del fracaso aprendes lo que es útil y lo que no.

— Los errores te muestran los puntos débiles que has de mejorar para avanzar.

— No hay éxitos o fracasos, solo hay experiencias en las que aprendes o alcanzas lo que deseas.

— Solo tienes una vida. Aprovéchala.

— El dolor es natural y favorece la acción. Dirígelo a buscar soluciones.

— Perdónate y desdramatiza tanto los errores como los fracasos, haciéndote responsable de las consecuencias.

— El autocastigo y el enfado te alejan de tu camino de aprendizaje.

— El dolor y el sufrimiento no son lo mismo. El sufrimiento nace de la resistencia al suceso o al dolor que genera el suceso.

Aprovecha los fracasos y los errores para reflexionar sobre ellos y obtener el aprendizaje necesario para mejorar y avanzar. No los temas, lo aprendido te hará crecer.

Ante un fracaso o un error, pregúntate:

¿Qué puedo aprender de esto?

¿Qué hubiera hecho diferente?

¿Qué partes han funcionado que quiero mantener?

¿Qué partes no han servido que quiero eliminar?

¿En qué aspectos necesito mejorar para tener éxito en esta experiencia?

¿De dónde o de quién puedo aprender lo que necesito?

¿Cuál será mi próximo paso?

Si tienes emociones intensas respecto a ese error o fracaso que te limitan añade:

¿Cómo me sentiré respecto a este error/fracaso en los próximos cinco minutos?

¿Cómo me sentiré respecto a este error/fracaso dentro de cinco meses?

¿Cómo me sentiré respecto a este error/fracaso dentro de cinco años?

Tu vida, tu videojuego

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