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PRÓLOGO

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Los guantes me impiden abrir la cremallera del bolso con destreza. Me detengo a un lado de la acera junto al escaparate de una mercería, me los quito y accedo al interior del bolso. Saco un bálsamo labial de barra y me lo aplico de forma generosa en los labios, el frío intenso de finales de noviembre está haciendo mella en ellos.

Hace algunos meses que acabé la facultad. No paro de mandar mi currículum a diestro y siniestro a todas las demandas de trabajo que creo pueden ser interesantes. Desgraciadamente, hoy en día es casi imposible encontrar un trabajo digno.

Voy a una entrevista a un bufete de abogados en la calle Serrano. Necesitan una recepcionista. Me conformaría con un puesto así para empezar y olvidarme de “trabajillos” como servir mesas en un restaurante de comida rápida, “recoge-pedidos”, profesora de apoyo, etc. ¡Las mil y una cosas que he tenido que hacer para poder terminar de pagar la carrera!

Ya estoy en el núm. 25 de la calle Serrano. Ahí está el portal, justo frente a mí, al otro lado de la calle. Me dispongo a entrar. Subo a la tercera planta del edificio. Enseguida identifico la placa: Ramos & Ramos Abogados junto a una puerta color ébano. Llamo al timbre y una mujer de mediana edad con melena rubia y expresión seria en su rostro, me abre la puerta. Va bien vestida: traje chaqueta negro y blusa blanca, tres gruesas pulseras de oro en la muñeca derecha y un reloj también de oro en la izquierda. Me acompaña a un despacho donde un hombre también de mediana edad y muy delgado va a hacerme la entrevista.

¡Decepcionada como siempre! No doy el perfil que buscan. Necesitan una persona con experiencia mínima de dos años. ¡Ya lo podían haber puesto en el anuncio!, me hubiera ahorrado un paseo y otra decepción. ¡Hoy parece un jueves maldito! Me voy directa a casa. Por hoy, paso de desgastar más las suelas de mis zapatos entregando currículums.

Vivo con Andrea, mi gran amiga.

Nos conocimos en la facultad, en el segundo curso. Estudiamos la misma carrera: Administración y Dirección de Empresas. Somos de la misma promoción, aunque ella tiene un año más que yo.

Vivimos en la calle Velázquez, en un piso bastante hermoso de tres habitaciones, dos baños, amplia cocina y salón. ¿Qué más se puede pedir?

El piso es de los padres de Andrea. Su familia es de clase acomodada, del norte de Madrid y es hija única. Reformaron el piso, que ya tenía sus añitos, para que viviera en él, porque quería independizarse. Me pidió que me fuera a vivir con ella cuando comenzamos el tercer año de carrera. No quería estar sola... y la verdad es que nos llevamos a las mil maravillas desde el primer día que nos conocimos. Nos queremos como hermanas, nos une mucho el hecho de ser hijas únicas. Las dos echamos de menos el tener un hermano o hermana.

El despertar de Volvoreta

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