Читать книгу Ponte las alas cuando la vida te dé calabazas - Rosetta Forner - Страница 13
1 DÉJATE DE CUENTOS
ОглавлениеSi te dicen que no logras esto o aquello porque tienes mal karma, o porque eres demasiado pesimista o negativo, o no tienes ni idea de cómo crear éxito en tu vida... asúmelo, están en lo cierto. ¿Cómo no iban a estarlo si lo afirman los millones de libros de supuesta autoayuda que se venden en el mundo? ¿Puede la gran masa estar equivocada? Por poderlo estar, puede. Quizá pretenden que actuemos como borregos, que van hacia donde les indican y mansamente levantan la patita o balan cuando y como se les indica.
A mí, como a ti, me ha dado por pensar que la suerte —buena o mala— puede que no sea cuestión de adorar al dios adecuado... ni de ponerle una vela al gurú apropiado, sino un tema cartesiano de currárselo. La crisis de valores ha traído consigo a muchos charlatanes que, de ser esto el Oeste americano, venderían pócimas cúralo-todo en vez de libros soluciona-todo-problema- existencial. Para muchos redileros (los integrantes del CdR), aquellos que no leen el libro de moda, ni siguen al charlatán de turno son tontos o algo peor. ¿Cómo pueden pensar así? Muy sencillo; a su entender, es de necios empeñarse en seguir trabajando duro, y prosperar a base de ganarse el mérito con el sudor del prestigio y la valía profesionales. Ergo, apostar meritocracia en un mundo basado en la enchufocracia, amiguitocracia o redilocracia es de oshados.
Estos del CdR pretenden que nos apuntemos al estupidismo y aplaudamos mientras nos imponen la «etiqueta» correspondiente: a unos la de «potencial triunfador», y a otros la de «perdedor». Si te rebelas, te dan con la puerta del Club del Redil en las narices, y te largan a la calle del ostracismo. El CdR decide por ti si has de ser triunfador o perdedor, y lo decide según sus reglas, no según las tuyas.
¡No se hable más!
El mundo se merece HUMANOS. ¡Basta ya de humanoides que nos complican la vida! Si no eres uno de ellos, no te preocupes, los proscritos del CdR somos muchos, cada día más y más. Si te han tachado de esto o de aquello, lárgate ya de una vez del CdR, aquí afuera se está de maravilla: somos ImpIncs (Impolíticamente Incorrectos), re-evolucionarios, rebeldes, hadados y geniales. Usamos al crítico sano en nosotros, o lo que es lo mismo, usamos las neuronas para pensar, nos creamos opinión propia, y no creemos que los burros vuelen.
¿Te apuntas?
Eso sí, aquí (fuera del CdR) no creemos que solo con desear algo profundamente nos será concedido. Mi abuela solía decir que «nadie da duros a cuatro pesetas». Así entonces, ¿¡cómo va a lloverte dinero del cielo si no trabajas, ni sales de tu casa!? ¿Cómo vas a conseguir tus metas, hacer tus sueños realidad si lo único que haces es «imaginarlo» o «repetir frases en voz alta»? Es de ilusos fiar nuestro destino al capricho de un «Universo» que solo «premia» (al parecer) a quien hace bien los deberes. ¿Te suena esto? Seguimos con la manipulación esclavizante de la zanahoria y el palo: «Si lo haces bien, si te portas bien, te premiaré». Las metas hay que currárselas. El éxito suele llegar de muchos y variados intentos, perseverancia, esfuerzo, persistencia, y valía propias. No obstante, muchos se preguntan: «Y, ¿si ellos tuviesen razón y aquí estuviera yo haciendo el imbécil al empeñarme en prosperar en base a esforzarme y aplicarme en hacer bien mi trabajo?». Eso es lo que el CdR quiere que creamos. Ahora bien, si decides fiar tu éxito al «secreto de la física cuántica», te garantizo que no lograrás tu meta. No te creas lo que se cuenta en esos libros. En vez de ello, hazte tu propio plan, confecciónate tu propio paquete de creencias y opiniones, hazte con las capacidades que te permitan discernir la verdad de la mentira, y así no te darán gato por liebre. De entrada, recuerda que a veces las cosas no son lo que parecen. Por eso, en vez de ir por la vida creyéndote todo lo que te dicen, antes de tragarte las ideas o la realidad que te presenten, déjala en cuarentena, rasca, pregunta, cuestiona, discrepa, refuta... Observa si esas ideas resuenan contigo, si te hacen bien y a qué nivel. Y, siempre, siempre, hazte las siguientes preguntas:
a) ¿Cómo sé que eso es así y no es de otra manera?
b) Cuando dicen tales cosas, ¿qué quieren decir?
Las creencias son tremendamente importantes: «así pensamos, así nos comportamos». Aquello en lo que creo es aquello en lo que me convierto, porque las creencias (forma de pensar) activan las capacidades en nosotros o las desactivan, y todo eso se refleja en nuestra conducta (la pantalla donde nos mostramos). Por consiguiente, procura tener creencias que te alienten y animen a creer en ti, a perseverar, a esponsorizarte positivamente y a poner en marcha tus capacidades. Asimismo, destierra todas las creencias y forma de pensar que te impida salir al mundo e intentar lograr hacer realidad tus sueños asumiendo que «quien algo quiere, algo le cuesta».
Me encantaría que los milagros se cocinasen en el microondas en cinco minutos, ¿a ti no? Si usamos el sentido común —el menos común de todos los sentidos, decía José Esteve Patuel, un profesor de Filosofía que tuve en el Bachillerato—, nos damos cuenta de que, a pesar de que haya que imaginar algo antes de plasmarlo en un lienzo —la creatividad es el punto de partida—, si todo se queda en un imaginar, y no pasamos a la acción, nuestro sueño-meta-objetivo no tendrá ni la más mínima posibilidad de verse materializado. No ir más allá de la mera fase de imaginación es usar la fantasía «helado» —como la denomina Clarissa Pinkola Estés: Mujeres que corren con los lobos—, a modo de consuelo; uno que congela la psique y atonta, sobre todo, a la mujer que la practica («él cambiará», «cuando los niños crezcan, volveré a la universidad», «si el Universo piensa que es bueno para mí, ya me lo dará», «mi amor le cambiará», y etc.). El mundo de las ideas es genial, pero hay que pasar de la fase «ideas» a la fase «práctica». Eso sí, ten presente una de las máximas de la PNL (Programación Neuro Lingüística): «El mapa no es el territorio que describe», equivalente al dicho español: «Del dicho al hecho, hay un trecho». Ergo, hay que currarse lo de poder hacer los sueños realidad y conseguir los objetivos. Si te quedas en casa, solo imaginando, nunca llegarás a la meta.
En mi opinión (muy reflexionHada), al calor de la Nueva Era han florecido toda una serie de avispados (demasiados, para mi gusto) que pretenden erigirse en los nuevos sacerdotes y sacerdotisas para todas esas personas desencantadas que optaron por creer que la culpa de sus males la tenían la religión de turno, ya sea esta la fe católica, cristiana u otra. A alguien había que echarle la culpa, y echársela a la religión es fácil, será por ello que los «avispados» han dogmatizado que las religiones tienen la culpa de todo lo malo en el mundo. Yo, particularmente, aspiro a un mundo genuino, sincero, espiritual y tolerante. Estoy convencida de que la solución no está ni en el materialismo ni en «grupos pseudo espirituales». No soy partidaria de atacar a la religión, ni al catolicismo, ni a la espiritualidad de la gente, ni de pasarme a otra «fe» más progre o «nueva era». Hace tiempo que opté por ser espiritual y seguir siendo cristiana (me gustan las enseñanzas de Jesús). Y, aún te diré más, a mi modo de ver, el CdR procede igual que en la oscura Edad Media y cuando la maldita Inquisición: los que mandan dictan las leyes, y los demás han de seguirlas, so pena de ser «ostraciszados» (condenados al ostracismo). Puede que no se nos castigue abiertamente, sí no de forma solapada, esto es, se nos condiciona a pensar que algo no estaremos haciendo bien o algo habremos hecho en el pasado —karma— que nos impide ser felices y prósperos, esto es, tener dinero a raudales. Hay una «new age tocapelotis» (no toda la gente que se apuntó a la New Age es mala, falsa, demagoga ni ha pervertido el mensaje. Porque haberlos auténticos, y que «caminen lo que hablan» (congruentes, haylos, aunque sean los menos), que ha estructurado la realidad a partir del binomio PRÓSPEROS versus POBRES. Quieren hacernos creer que si sabemos alinearnos con las fuerzas del Universo, o lo que es lo mismo, somos buenos y hacemos lo que manda el Universo, se nos premiará con la prosperidad económica y con el triunfo. Ergo, todos aquellos que no conseguimos lo que queremos somos malos (equivalente de «no merecer la pena ni el favor de los dioses») o tontos de remate, o ambas cosas a la vez.
¡No hemos logrado librarnos de ese «dios» (alguien superior) que premia y castiga!
¿Qué tal si empezamos por animar a la gente a que sea ella misma?
¿Qué tal si empezamos por amarnos no importando si somos feos, pobres, fracasados, no triunfadores e ImpIncs, y a partir de ahí empezamos a amar a todos nuestros semejantes?
¿Qué tal si nos dejamos de zarandajas, hipocresías varias y comenzamos por respetar la Vida y a los hijos de Gaia, o sea, a nosotros mismos?
¿Qué tal si dejamos de agachar la cabeza y sentirnos inferiores ante un famoso, político o poderoso de turno?
¿Qué tal si dejamos de creernos a pie juntillas lo que dice el gurú o la gurusa de turno, y de paso dejar de reírle las gracias y de seguir sus «enseñanzas ahora»?
¿Qué tal si nos rebelamos ya de una vez contra la estulticia y la esclavitud que ejercen los humanoides?
Ahora bien, si tú prefieres seguir creyendo que simplemente con imaginar que llega a tu vida esto o aquello, así será, estás en tu perfecto derecho, ¡faltaría más! Tu vida es tuya, y tienes derecho a malvivirla como te dé la gana, o a vivirla respetando tu integridad. Por eso, no esperes a que llegue un buen día en que te despiertes y te des cuenta de que has dejado pasar la vida sin atreverte a crear tu suerte, una que ni es buena ni es mala: «No existen los fracasos, solo resultados que ni buscamos ni nos gustan, a veces». Atrévete a creer en ti, arremángate y sal al mundo a labrarte tu destino basándote en el respeto a tu integridad, y quedando siempre bien con tu alma.
¿Qué hacer con resultados que uno no busca ni desea?
Primera medida: tirar a la basura la frustración, los anti-piropos, los malos rollos...
Segunda medida: reflexionar sobre cómo contribuimos a este resultado «no deseado».
Tercera medida: aprender de nuestros «errores».
Cuarta medida: despedir, si fuera necesario, al Torquematis, al Tocapelotis y a todos los monstruos del CdR (Club del Redil: ver libro Pídeme la luna).
Quinta medida: decidir si se quiere volver a intentar, y cómo volverlo a intentar.
Sexta medida: ponerse la corona, las alas e irse de varitas.