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Capítulo VI
ОглавлениеConstantemente recuérdale a la conciencia exterior que cuando tú dices Yo Soy, pensando en el poder infinito de Dios, has puesto en función ese poder para cumplir con éxito la idea que tienes en conciencia.
Los estudiantes sinceros no deben olvidar esto por un solo momento, hasta que la verdad se radique y actúe automáticamente. Verán, pues, qué ridículo es decir «estoy enfermo, estoy económicamente restringido», cuando parezca faltar cualquier cosa.
Yo te digo que es imposible que seas afectado si te mantienes en la idea anterior. Úsala. Cuando tienes catarro, no necesitas que se te diga que debes usar un pañuelo. Entonces, ¿por qué necesitas que se te recuerde que la actividad exterior no tiene sino sólo un poder que le permite moverse, y que es la presencia Yo Soy Dios en ti? Lo malo de los estudiantes sinceros, es que no meditan lo suficiente a menudo sobre esta verdad, para que su Maravillosa Presencia entre en actividad.
Por ejemplo, si tú dices: «Yo Soy la majestuosa y victoriosa presencia que llena todos los cargos oficiales» te darás cuenta cuán bendecido serás por hacerlo.
Cuida tus contactos exteriores constantemente para que no aceptes en ignorancia la apariencia de cosas, o el temor de aquellos que se llaman financistas. Dios gobierna tu mundo, hogar, negocios y eso es todo lo que te concierne.
No creas jamás que estás dejando que la imaginación se desborde porque sientes la cercanía de la Gran Presencia Individualizada. Regocíjate, cree en esa Gran Presencia que mantiene en ti todo lo que tú puedas desear o usar. Tú no dependes de cosas exteriores. Con esta feliz entrada a este Magno Poder y Presencia que contiene todo, ¿no ves tú que si todo se acabara, tú siempre estarías provisto? Yo quiero que sientas, aceptes gozoso y que con todo tu ser conozcas que el poder de precipitación no es un mito, es real. Los que entren en este sentimiento con suficiente profundidad tendrán la precipitación de todo lo que desean.
Hay niños que han sido castigados por ver seres angélicos y por manifestar que tienen una percepción interior. Son los padres de esos niños los que deberían ser castigados por atreverse a interferir en el don divino de la libertad del niño. Si los grandes vivieran más en el imaginar consciente y en la aceptación de la Gran Presencia, cuya existencia duda la humanidad, sentirían esa presencia elevándolos y dándoles su inteligencia.
¡Mi amado!, si de pronto sientes que necesitas fuerza o valor, expresa: «Yo estoy aquí surgiendo y supliendo instantáneamente».
Si tú necesitas armonía, de mente o cuerpo: «Yo estoy allí supliéndote instantáneamente y no necesitas esperar».
No le des un pensamiento al mundo o a los individuos que no comprenden estas cosas. Continúa regocijado en la presencia activa, visible, de lo que tú desees manifestar y ver precipitado en tu vida y tu uso: «Yo Soy la presencia activa y visible de esto que yo deseo, ya manifestado».
Nuestro sentido común debe decirnos que a menos que nosotros esperemos, aceptemos y gocemos ya aquello que deseamos, ¿cómo lo vamos a lograr? El pobre e insignificante ser exterior se pavonea diciendo:
«Yo Soy demasiado importante para poner atención a semejantes cuentos de hadas». Pues permíteme informarte que algún día los individuos que hablan así van a ponerse muy contentos con estos cuentos de hadas y llenarán su mente con esas ideas para verlas surgir.
En cada contacto con el mundo exterior de los negocios y cada vez que haya una condición negativa que aparente tocar tu mundo, instantáneamente toma esta determinación: «Yo Soy la precipitación y la presencia visible de cualquier cosa que yo desee y no hay hombre ni cosa que pueda interferir en ello».
Cuando yo hablo de precipitación, no sólo me refiero a la apertura de los canales invisibles, sino a cualquier canal, ya que todo es precipitación, lo creado y lo no creado aún, y no hay sino una pequeña diferencia de actividad.
Cuando yo reconozco quien Yo Soy, he entrado en el gran silencio donde está la más grande actividad de Dios. Este reconocimiento debe traer grandes revelaciones al individuo si él acepta esto gozosamente.
En tu experiencia exterior, la práctica de cualquier actividad desarrolla más y más tu eficacia, ¿no es así? Si uno puede aplicar esto a una actividad exterior, ¿no ves tú cuánto más importante lo es para una actividad interior? Cuanto más lo uses mayor poder manifestarás. Sabes tú que puedes hacerlo con las cosas espirituales, de manera más grande y rápida que con lo exterior, ya que en el espíritu el poder actúa instantáneamente. No hay espera cuando el Yo Soy actúa.
El hecho de que la musculatura se desarrolle con el ejercicio te debe hacer comprender que el mismo esfuerzo por el poder interno, naturalmente, tiene que producir muchos mayores resultados. Por ejemplo, los hombres creen que tienen que hacer ejercicios físicos para desarrollar los músculos. Pues yo he hecho muchas veces que mis estudiantes desarrollen un bello y simétrico cuerpo con músculos poderosos sin haber hecho un solo ejercicio físico. En todo desarrollo, tanto del exterior como del interior, la primera parte del ejercicio es mental. Debemos saber que no hay sino un solo poder y energía y que viene de la presencia Yo Soy en cada uno. Por consiguiente, el ejercicio de tus facultades interiores es llamado mental; pero yo te digo que es Dios en acción, porque tú no puedes formar un solo pensamiento sin la inteligencia y la energía de Dios para lograrlo. Por lo tanto tu actividad mental es la energía de Dios en acción. Ahora verás, pues, cuan fácil y posible es producir un cuerpo físico, fuerte y simétrico, sin hacer ejercicios físicos para lograrlo.
La mayoría de los hombres científicos, médicos o profesores de cultura física, negarán esto; pero yo les aseguro que es solamente que no han penetrado profundamente respecto a la energía o el poder que está actuando, pues ninguna actividad puede tener lugar si no es por el uso de esta energía y poder interior. La gente permite que le entren dudas y temores con respecto a los conocimientos de estas grandes facultades que son libres y para el uso de quien las quiere utilizar en cualquier momento. Lo que pasa es que se encuentran sumergidas como un corcho mantenido debajo del agua, el cual, apenas se le suelta, salta a la superficie. Yo te aseguro que es lamentable que los estudiantes sinceros pasen tantos años esforzándose, ensayando y dejando el uso de estas facultades, y luego, porque no las ven operar inmediatamente, se dejan caer de nuevo en un estado de inactividad hasta que algo los vuelve a animar, para recaer de nuevo.
El reconocimiento persistente y determinado de esta Presencia Yo Soy te llevará al logro absolutamente cierto, a menos que tú lo abandones.
Yo veo en este momento a un buen número de individuos que con un poquito de incentivo y la descripción sencilla de estas prácticas, saltarán a la libertad, especialmente aquellos que reciben la instrucción verbal junto con la radiación que la acompaña.
¿No es desastroso que los hijos e hijas de Dios se sometan a las limitaciones cuando con un esfuerzo persistente y determinado abrirían la puerta y entrarían en esta gran cámara interior llena de luz, joyas, oro y substancia de todos los alimentos del universo? Y luego con esta verdad plena frente a ellos, estos individuos vacilan aún por la imposibilidad de creer que pueden dar el paso, tomar este cetro y ser libres.
Amado, de nuevo te digo: canta la gran melodía de la Presencia Conquistadora del Yo Soy. Canta en tu corazón continuamente, siéntela con toda tu habilidad, agárrate fuertemente a esa determinación. El conocimiento y el sendero de esa maestría, se te abrirá y se te manifestará la libertad eterna. Simplemente continúa recordándote que ya has traspasado el velo.
Cualquier maestría que el individuo haya adquirido sobre sus asuntos y su mundo es, y siempre debe ser, un retiro sagrado, un santuario interior, en donde ningún otro individuo inquisidor pueda entrar. Nadie puede lograr la maestría pretendiendo encontrar esa maestría en otros.
Buscar, encontrar y aplicar la ley del propio ser es el camino seguro hacia la maestría, y únicamente cuando el individuo la ha logrado es que puede comprender realmente lo que es la verdadera maestría. No hay sino un dominio que buscar y es el dominio sobre el propio ser exterior.
Puedes marchar al lado de un Maestro durante años y no descubrirlo hasta que las propias facultades interiores se lo revelen a uno. Se puede vivir en la misma casa con un Maestro durante años y no saberlo hasta que surge una crisis y el poder real se revela.
Que un Maestro discuta o revele sus propios logros sería disipar sus fuerzas y eso no se debe hacer jamás.
Si un estudiante tiene la dicha de una bella experiencia y luego la comenta con terceros, generalmente hay tantas dudas que surgen en los oyentes y que se derraman sobre él, que pronto comienza a dudar de sí mismo. Es verdaderamente cómico ver cuán convincentes son los argumentos ajenos. El estudiante que escucha esos argumentos ajenos debe hacerse justicia a sí mismo, a su Yo Superior, y escuchar lo expresado por esa su experiencia interior.
En el propio momento en que comienza a entrar la duda, si se le permite la entrada, continuará entrando a raudales. Igual cosa ocurre con el Yo Soy. Si vuelves a Él tu atención, allí se precipita la energía. Amado mío, ¿no ves que cuando deseas alguna revelación o inspiración al decir Yo Soy eso, pones en movimiento el poder con todas sus facultades, con todas las substancias y que tiene que asumir cualquier forma en que se fije la atención?
El Yo Soy es la mente insondable de Dios. Al buscar comprensión, el estudiante corriente sólo está contactando la memoria de lo que ha sido, en lugar de ir al Corazón de Dios y extraer aquello que aún no ha sido.
Los discípulos a veces no ven que han existido muchas civilizaciones con vastos logros totalmente desconocidos hoy en día. Atlántida, Lemuria y la Tierra de Mu, son sólo fragmentos de otras grandes civilizaciones que han existido.
Para lograr hacer cosas poco comunes, aquellos estudiantes que lo deseen, deben tomar la decisión siguiente:
«Yo Soy el corazón de Dios y ahora produzco ideas y cometidos que jamás han sido producidos anteriormente».
Considera que somos aquello que deseamos ver producido. La presencia Yo Soy es pues el Corazón de Dios. Se entra inmediatamente en el Gran Silencio en el mismo momento en que se pronuncia Yo Soy. Si tú reconoces que tú eres Yo Soy, entonces lo que sea que tú declares queda instantáneamente manifestado.
Creer es tener fe en lo que tú crees que es la Verdad. Hay, pues, un entretejido entre la creencia y la fe. Al principio se hace la creencia; si se mantiene se convierte en fe. Si tú no crees que algo es verdad, no lo puedes traer a la manifestación. Si tú no puedes creer en tus propias palabras cuando pronuncias «Yo Soy tal o cual cosa», ¿cómo puede establecerse y manifestarse el dicho de Shakespeare: «No hay nada bueno ni malo, el pensar lo hace así»? es absoluta verdad.
Si ya sabes que la Energía Divina le entra al individuo en un estado de pureza perfecta, entonces tienes que ver que es el propio individuo quien recalifica a esa energía, imponiéndole su propia impureza. Esta energía le entra al hombre continuamente con el latido del corazón y él la tiñe con su propia calidad y la proyecta hacia fuera. Este es su privilegio como Creador, a Imagen y Semejanza del Padre. Nuestra conciencia individual está siendo proyectada, formando ambiente en contorno nuestro. Por eso recibe vibraciones de pesar, de tristeza, de alegría, de amor, bondad, etcétera. Y las siente como si fueran propias. Si son buenas, no tiene nada de qué preocuparse; pero si son de impaciencia o de tristeza, debe decirles que se retiren y ordenar que se trasmuten para no continuar expandiendo esa atmósfera y contagiando a otros.
Cada uno de nosotros tiene color y sonido. Cada actividad nuestra es, pues, de un color y de un arpegio con una frase musical. Si es distorsionada, sale un sonido feo, disonante y de color sucio. A cada persona que lanza una creación afeante se le devuelve la responsabilidad de aquello. Todo contiene inteligencia.
No consideres el elemento tiempo. Cuando afirmes algo que desees sea manifestado, hazlo con gozo y manténlo firmemente hasta que se manifieste. Si mantienes constante la presencia Yo Soy, mientras haces aquello que tú deseas, entrarás en la plenitud y perfección de todo lo que ya está preparado para tu uso. Todo logro permanente debe ser el resultado del esfuerzo consciente de cada individuo.
¿Qué es la lástima? es ponerse de acuerdo con lo imperfecto. No te dejes jamás invadir por la lástima, pues es como si te dejaras arrastrar a las arenas movedizas teniendo alas con qué elevarte a las alturas, por encima de toda cosa destructiva, elevando al mismo tiempo aquello que estás atestiguando y que quiere producirte esa lástima. No juzgues; manténte firme en la presencia Yo Soy y todo manifestará la perfección.
Para toda condición imperfecta que tú veas, especialmente la vejez, di: «Yo Soy la perfección de ese individuo que tiene la apariencia de vejez».
Así habrás puesto en acción a Dios dentro del individuo, ya que Él también pronuncia el Yo Soy, aunque no sea sino despectivamente. En este caso lo has impulsado a usarlo constructivamente.
No importa lo que tú oigas decir o conversar en el mundo exterior; manténte firme. No te dejes afectar, pues tú estás produciendo perfección y tienes que hacerla manifestar conscientemente.
Si no estás atento, puede que dejes entrar una expresión que te perseguirá por años si no la borras. Cuando conscientemente estés usando la gran Ley, conoce que el poder activo del pensamiento de Dios sabe perfectamente la dirección hacia donde va y actúa.
Conscientemente dile a tu Yo Soy que haga lo que sea necesario, dile: «Yo Soy la inteligencia que califica esto con lo que sea necesario». Esto, por supuesto, si te encuentras en el caso de no saber qué hacer en un momento dado. El todo es que vuelvas tu mente al Yo Soy que te guía y te mantiene.
Yo tuve un discípulo que calificó en tal forma su círculo electrónico con el poder de curación, que lo llamaban “la sombra sanadora”. En el instante en que uno hacía contacto con su círculo electrónico era sanado.
¿Por qué se individualizó Dios? Para tener algo a que amar. ¿Por qué fueron divididos los rayos? Para expresar amor. El amor es el Principio Activo de Dios. Cuando tú amas, estás envolviendo aquello que amas en ese Manto de Dios, en aquella Presencia Radiante. Jamás critiques.
Cuando aparentes ver una actividad sexual incorrecta, levanta la conciencia del personaje a un ideal, de manera que el pensamiento de él entre en control consciente y así su actividad sexual se eleve a un plano superior.
El uso limpio y apropiado del sexo es para la expansión del amor en la procreación de una forma, de manera que el alma que viene pueda tener un carácter y un temperamento armonioso y amoroso. El pensamiento y sentimiento de los padres son la actividad modeladora. La naturaleza del principio Vida en el individuo es amar.
La diferencia entre la compasión y la lástima es la siguiente: en la compasión se invoca a la presencia Yo Soy para que produzca la perfección. La lástima es energía con una sensación de imperfección y sólo intensifica la imperfección que se está manifestando.
Para controlar a un animal se usa el «Yo estoy aquí y Yo estoy allí». Ordeno el Silencio. O se le mira a los ojos y se conoce que el amor de Dios lo controla.