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M 05

Cambio personal


Además de los factores del contexto, las características personales y las condiciones circunstanciales (por ejemplo, el estado de ánimo) influyen sobre las competencias y la motivación de cada persona para realizar ciertas actividades, y estas a su vez condicionan su desempeño, expresado en el comportamiento y los resultados. Las características personales se pueden ubicar en un esquema que comprende tres niveles de profundidad: el primero, menos profundo, es el de los conocimientos y habilidades, el intermedio es el de los valores, las creencias y la vocación, y el más profundo es el de las condiciones físicas, la personalidad y la inteligencia. En este nivel más profundo juegan, en mayor o menor grado, los factores genéticos, que se desarrollan en la etapa temprana de la vida, al igual que las características del segundo nivel. En consecuencia, una parte importante de las características personales son difíciles de cambiar, lo cual reduce las posibilidades de modificar el comportamiento. Sin embargo, el cambio puede ser menos problemático de lo que aparenta, si se concentra en aquellos aspectos en los que la propuesta puede tener éxito. En este sentido, cabe delinear algunas pautas:

• En principio, no tratar de cambiar significativamente las características personales en sí. Aquí lo importante es el autoconocimiento.

• El desarrollo de competencias no debe circunscribirse a superar debilidades; bien puede consistir en aprovechar las fortalezas.

• Muchas características personales no son buenas ni malas per se. La cuestión no es cambiarlas, sino que el individuo pueda controlarlas cuando en determinadas situaciones lo inclinan a caer en comportamientos contraproducentes.

La idea es entonces evitar la “zona de peligro”, o sea aquellos comportamientos que en determinadas situaciones nos hacen “meter la pata”. Esto, claro está, requiere autocontrol.

Lo antedicho demanda dos aptitudes: autoconocimiento y autocontrol, integrantes de la inteligencia emocional. Podríamos aventurar que la zona de peligro representa el 20% de los comportamientos, y que si logramos manejarla debidamente, nuestros resultados llegarían a mejorar un 80%. Sería como aplicar el famoso principio de Pareto al cambio del comportamiento.

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