Читать книгу Demasiado odio - Sara Sefchovich - Страница 13

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Mira, le dije un día muy seria, necesito saber la verdad de ti. Para poderte cuidar.

Mire, me dijo él también muy serio, no sé de qué verdad habla. Yo no sé nada, nada de nada.

Pero sí que sabía. Y gracias a que se enfermó con mucha calentura y estuvo delirando, empecé a saber yo también.

Supe que andaba con los empistolados y que su jefe le tenía buena ley. Que cobraba las cuotas para él pero tenía permiso de cobrar también sus propias cuotas, aunque muchos se molestaban por tener que pagar doble.

Supe que a todas partes iba con uno al que le nombraban el Botas y que su jefe le encargó enseñarle lo que tenía que aprender.

Así que cuando lo mandaron a matar a un comandante, de esos que vienen de la capital muy engallados y quieren decidir y mandar, llevó al Poncho. Se fueron en una patrulla y cuando el hombre salió de su casa ni tiempo tuvo de reaccionar, el Botas le dio los tiros y se largaron del lugar.

El jefe quedó tan contento que les regaló a cada uno un buen fajo de billetes.

Y cuando lo mandaron a quitar a unas viejas que andaban frente a la presidencia municipal con las fotografías de sus hijos desaparecidos y de sus chamacas violadas, también llevó al Poncho. Se fueron en una patrulla y cuando llegaron a la plaza las mujeres ni tiempo tuvieron de reaccionar, el Botas echó los tiros y se largaron del lugar.

El jefe quedó tan contento que les regaló a cada uno una pistola y además les permitió ir con los que emboscaron a unos soldados, a los que les dejaron cinco muertos y tres heridos, y eso que ellos eran sólo catorce y que toda la balacera no duró ni media hora.

Supe que si el Americano que si el Hipólito que si el Chango que si El Más Loco que si el Kike que si la Tuta; que si el Mencho peleaba contra el Marro que si el Nazario estaba vivo aunque el gobierno dijera que lo había matado que si cuando se llevaron al Abuelo todo el pueblo salió a defenderlo y cuando lo soltaron todo el pueblo salió a recibirlo con mariachis; que si la Familia Michoacana que si los Templarios que si los Jalisco Nueva Generación que si los Viagras y que todos pelean contra todos; que si las guardias comunitarias que si las fuerzas rurales que si las autodefensas y que todos dicen que ellos son los buenos y los otros son los malos y todos se acusan que tú estás infiltrado, el infiltrado eres tú.

Supe que si el limón el aguacate el mango el melón deben pagar cinco dólares por caja y que en los pueblos indios deben pagar dos mil pesos por hectárea y que en Aguililla cobran por tonelada de mineral que sacan y además se llevan para venderlo por su cuenta o para cambiarlo por lo que necesitan para fabricar las pastillas que son lo más importante, lo que más dinero deja.

Supe que un día se llevan a los municipales y traen a los federales que otro día se llevan a los federales y traen a los soldados que al rato regresan aquéllos y se van éstos y todo vuelve a empezar.

Supe que al jefe le gustaba ir a los restoranes en Morelia y sus sicarios cerraban el lugar para que nadie pudiera entrar ni salir, les quitaban los celulares a los comensales y todos se tenían que aguantar nadie podía protestar. Eso sí, les decían que pidieran lo que quisieran beber y comer, pues todo correría por cuenta de ellos.

Supe que cuando al jefe no le gustaba algo, sus sicarios cerraban la ciudad para que nadie pudiera entrar ni salir, ni los camiones ni las personas ni los alimentos ni las medicinas ni la gasolina y todos se tenían que aguantar nadie podía protestar. Eso sí, todo parecía muy alegre, pues los tipos cantaban somos banda, banda sin vergüenza y banda sinvergüenza.

Supe que un presidente les declaró la guerra y otro les mandó a un comisionado que un gobernador se entendía con ellos y otro dijo que iba a despachar en Apatzingán.

Todo esto supe, pero me quedé callada, ¿qué podía decir?

Demasiado odio

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