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GALERÍA DE MAESTROS DEL FORO ESPAÑOL
ОглавлениеDon Antonio Maura Montaner (1853-1925)
Antonio Maura14)15), conocido por su brillante carrera política, Jefe del Partido Conservador y Ministro y Presidente del Gobierno hasta en cinco ocasiones durante el reinado de Alfonso XIII, fue igualmente un reconocido jurisconsulto y orador extraordinario. Presidente de la Real Academia de la Lengua Española, ingresó con un discurso sobre «La Oratoria», disertación ésta que constituye un modelo los principios y reglas que rigen esta disciplina.
A modo de ejemplo, en dicho texto aconseja que el discurso no debe en ningún caso de fijarse en la memoria; que, aun habiéndolo escrito, deben romperse las cuartillas; que nada hay semejante, a pesar de las incorrecciones del estilo, de la eufonía y de la sintaxis, a la frescura virginal de la elocuencia, al espectáculo de asistir al brote original de las palabras, y que la fijación del discurso en la memoria, aparte de exponer al orador a las quiebras y desventuras de sus faltas, lagunas y vacíos, le hace siervo en lugar de señor de su obra. La genuina, verdadera y única oratoria se ciñe a los oyentes y se atiene de un modo exclusivo a laborar sobre ellos de viva voz. Perdida esta voz y estando ajeno al grupo escogido y privilegiado de los oyentes, debiéramos renunciar a la memoria de aquellos que los pronunciaron. A lo más, deberán recordarse su figura, pero nunca sus obras, pasajeras como el sonido, que se amortiguaron y languidecieron, desmayándose y evaporándose para siempre.
Como recoge MAJADA, el Conde de Vallecano describió a don Antonio con estos certeros y elogiosos trazos:
«Maura, orador, es el símbolo de la perfección humana. La voz, la dicción, el gesto, el ademán, la figura, el rostro, la expresión, acompañaba de tal modo a las palabras y estas envolvían de tal manera a las ideas, que es difícil borrar el recuerdo a los que tuvimos la dicha de escucharle muchas veces, y, más aún, después de oírle a él, encontrar a otros oradores con quienes establecer el parangón. Aun sin pasar por la sugestión de verlo y oírlo, leyendo solamente sus incomparables párrafos y cotejándolos con el de otros maestros a los que no oímos ni vimos tampoco, su superioridad por la virilidad y el realismo de sus ideas y definiciones, por lo gráfico de sus conceptos, por lo acerado de sus frases, verdaderos latigazos restallantes, nos lo presentan, al menos para mí, como el orador contemporáneo más excelso».