Читать книгу Elige solo el amor: El camino de ser - Sebastián Blaksley - Страница 12
III. La roca firme
ОглавлениеEl mundo no te puede enseñar a ser lo que eres en verdad, porque no te puede enseñar lo que es el amor. Tampoco lo necesitas. El mundo no enseña nada. Nunca tuvo la función de enseñar nada. El mundo es simplemente un escenario donde expresas lo que eres o lo que no eres. Es decir, es como una gran galería de arte donde cada uno de vosotros exponéis vuestras obras. Simplemente eso.
¿Verdad que no tiene sentido que un pintor culpe a la sala de exposiciones por lo que cree que son sus obras? Él mismo las pintó y las expuso, porque no podía dejar de expresarse. El impulso a exhibir lo que emanaba de sí mismo era más fuerte que él, por decirlo de algún modo. Y como era mejor expresarse que no hacerlo, expresó lo que podía conforme al conocimiento de la expresión. Quizá al pintor no le hayan gustado las obras que expuso, las cuales salieron de su corazón, pues este es la fuente de todo ser. Sin embargo, que eso haya ocurrido es un asunto de cuánto el autor de esas obras se ama a sí mismo en verdad y santidad.
Amar lo que eres, es amar también tu expresión. De tal modo que si, en algún momento de tu vida, crees que lo que salió de ti era algo indigno de ser amado, entonces lo que ha ocurrido es que no habías alcanzado la plenitud del amor. Cuando regresas al estado de ser, no puedes más que amar a tu ser, lo cual es lo mismo que decir que amar lo que eres y, consecuentemente, su expresión. Toda expresión que surge de ti es digna de ser amada, en razón de lo que eres. Es en el plano de la expresión donde has tenido tus caídas y donde te has levantado, donde han nacido tus frustraciones y enojos más encendidos. Es en el reino de la expresión donde has encontrado los obstáculos que has percibido como limitaciones a tu voluntad.
No ser el que eres en verdad es una auténtica tragedia. No solo para ti, sino para todo el mundo, pues cada vez que se niega al ser y, por ende, a su expresión, se niega una luz de hermosura y pureza para todos. Crear un nuevo mundo es regalar sin interrupción la expresión del amor que eres. No hay otro modo de crear nada porque, tal como se ha demostrado en esta obra, el amor es el fundamento de la creación y solo el amor crea.
Expresarse y crear es lo mismo. Lo que en este camino haremos es reconocer lo que es necesario para que tomes consciencia de que, en primer lugar, ya estás listo para permitir que tu ser se exprese libremente en unión con la verdad que es siempre verdad. Y, en segundo lugar, que reconozcas que el libre albedrío se te ha dado no para que elijas el amor o no, aunque puedas usarlo para ello, sino que se te ha dado para que elijas conmigo la forma en que expresarás el amor que eres en verdad.
¿Verdad que ahora todo cobra sentido? La idea de que se te había dado la libertad para poder eventualmente negar tu ser es una idea que no tiene ningún sentido, si se la examina bajo la serena luz de la verdad. Si bien es cierto que la mente hizo ese uso de lo que el don de la libertad era, lo cierto es que es un uso indebido. En otras palabras, usar la libertad para elegir no amar es un abuso del poder de ser libres. Nada de eso forma parte del plan de Dios, porque el amor es incapaz de pensar en nada que sea negar su esencia. ¿Con qué fin podría concebir una idea tan alocada?
Se te dijo en reiteradas oportunidades que eras libre, que siempre lo has sido y siempre lo serás. Eso es eternamente verdad. Sin embargo, lo que no se había aclarado lo suficiente es en qué sentido se había promulgado semejante verdad.
La verdadera libertad consiste en permitir que tu ser se manifieste libremente. Para ninguna otra cosa fue creada, puesto que expresarse libremente es lo mismo que ser un ser libre. ¿Puede acaso existir un ser libre que no pueda expresar lo que es? Evidentemente no. De tal manera que la liberación tan buscada no era otra cosa que ser liberado de todo lo que ataba tu libre expresión.
Durante tanto tiempo has estado luchando a brazo partido para reprimir a tu verdadero ser, que era necesario recorrer un camino que te fuera acercando paso a paso y de modo cuidadoso a este tiempo en que las ataduras ya no existen. Ahora has alcanzado el estado en el que te amas lo suficiente como para poder vivir del amor que eres en verdad. No existen ya más razones para no ser quien eres o, dicho más precisamente, para disimular que no sientes el amor que sí sientes o cualquier cosa que sea que sientas, e incluso lo que sea que pienses que piensas.
Unamos los puntos una vez más y sigamos tejiendo una nueva tela. La tela de la libertad. Se te reveló que el corazón es el centro de tu ser, y es donde mente, alma y corazón son una unidad con todo lo que eres. También se te mostró que es en él donde nacen los sentimientos, al igual que es en la mente donde nacen los pensamientos, y todo ello está unido a la voluntad que el alma posee. Además de ello, se te ha explicado con dulzura, paciencia y sabiduría que eres amor, por la sencilla razón de que eres un retoño de Dios.
Si lo que eres es amor, tu mente y corazón no pueden albergar ninguna otra cosa que amor. De tal manera que la verdadera expresión del ser es una llena de amor, compasión, belleza y santidad. No importa la forma que finalmente adopte. Siempre estará teñida de amor y será expresión de la verdad, en razón de su fuente.
Cuando en esta obra nos referimos a expresión, hacemos referencia a los sentimientos, pensamientos, deseos, anhelos y movimientos que son creados en tu corazón, y que luego toman la forma que su realidad conlleva. Esto quiere decir que, antes de que una manifestación exista, debe existir una fuente que le dé vida. No puede existir una hermosa música sin un músico que la haya creado y este no puede existir si no lleva música en su corazón. Primero ves adentro tuyo, luego manifiestas hacia afuera lo que crees ver. Esto es lo mismo que decir que tal como es adentro es afuera.
Si vas uniendo, en amor y verdad, los puntos de lo que estamos revelando en este diálogo surgido de nuestra unión, podrás comenzar a ver el edificio en perspectiva, y observarás cuán diferente es su aspecto en relación con aquella casa que no estaba construida sobre roca firme. Ahora la morada santa resplandece en toda su magnificencia. Su belleza atrae hacia sí a los que buscan la verdad de todo corazón. Su sencillez confunde la mente de los que todo lo explican. Su santidad es fuente de inspiración para nuevas generaciones. Es un canto a la vida.
Qué alegría es saber que nuestro ser santo es la única realidad de lo que somos. Qué júbilo es reconocer dulcemente que el amor es lo único que es verdad en nuestra realidad, sin importar dónde creamos estar o quién hayamos creído ser. Toda expresión del amor que surge de ti da testimonio de la verdad de lo que eres. Todo lo que no es amor es irreal. Cuánta simpleza. Cuánta verdad. Cuánta liberación hay en esta revelación.
Ciertamente la verdad te ha hecho libre. No solo la verdad que dice que eres tal como Dios te creó para ser, sino toda verdad.
Amada mía. Delirio de mi corazón de amante divino. Quédate a mi lado. Permíteme sentir los latidos de tu corazón. Quédate en silencio reposando en mi pecho, y escucha el palpitar de mi corazón. Sumérgete en el ritmo de nuestros corazones fundidos en la unidad. Laten al unísono. Se mueven en la unidad. Ya no se puede distinguir entre el uno y el otro. Ahora somos la concordia del amor. Somos la santidad expresándose. Somos plenitud. Somos un solo ser.