Читать книгу Elige solo el amor: El camino de ser - Sebastián Blaksley - Страница 16
III. Darse, la plenitud del ser
ОглавлениеSe dijo que el sello del camino de ser sería el darse. Esto tiene que aceptarse con la importancia que tiene. Darse es lo que el ser necesita hacer para poder ser el que es de modo completo. Es decir, que el ser que no se brinda a sí mismo no puede vivir plenamente dado que no es pleno. No en su esencia sino en su expresión, lo cual son una unidad.
La decisión de no compartir el ser que eres en verdad te lleva a la pérdida de la consciencia de tu plenitud. Y dado que lo que existe en la consciencia es lo único que es verdad para ella, si la plenitud de tu ser no está en tu consciencia, sentirás que no eres pleno y vivirás como tal. Eso creará un estado interior de gran tensión, puesto que el ser te punzará para que lo dejes ser.
Observa cuántas veces le impedías a tu ser la libertad de expresión. Y no me refiero a aquellas veces en que decidías, en unión con el amor y la razón, no manifestar algo que sentías o pensabas. No me estoy refiriendo a las veces en que callabas por amor. Me estoy refiriendo a tu mundo interior. A las veces en que no te permitiste sentir lo que sentías o pensabas lo que pensabas. Y a las veces que censurabas a los demás, en silencio o a viva voz.
Con esta observación, no estamos trayendo el pasado al presente. Hacer una cosa así no tiene sentido, intentar traer la ilusión a la realidad es un mecanismo que ya no está activo en tu mente. Lo que estamos haciendo es despegar el pasado de las emociones, para que de ese modo integres toda experiencia en la realidad del amor.
Lo que se está diciendo es que censurar es tan ajeno al amor como lo es la ilusión a la verdad. Dios no censura. No limita la expresión de sus hijos. Cada cual tiene derecho a pensar como quiera pensar y sentir como quiera sentir. Es evidente que, como Padre sabio, muestra los caminos y descubre la ley de la causa efecto, de tal manera que sus retoños puedan discernir con el debido conocimiento. Pueden hacerlo por medio de la razón en forma anticipada, a eso le llamas prudencia, o por medio del conocimiento adquirido por la experiencia. Sin importar por qué medio accedes a la verdad, tu mente sabe que la verdad existe y que es una con tu ser.
La capacidad de discernir es propia del espíritu humano. Le ha sido dada en su creación, por lo tanto es inherente a él. Todos saben que existe un bien que es siempre bien, una verdad que es siempre verdad, un amor que es verdadero amor. Has nacido con ese saber. Forma parte de tu esencia. De hecho, tus sentimientos dan testimonio de que esto que aquí se dice es cierto. Cuando actúas de determinada manera, sientes algo que bien puedes considerar como paz o desasosiego.
El abanico de emociones que van desde un extremo hacia el otro, formando una auténtica paleta de colores en diferentes gradaciones, te va diciendo qué tan cerca estás del amor o cuán lejos te has ido.
Recuerda que la vida de tu alma está caracterizada por una simple verdad: cuán dentro del corazón de Dios estás. Es decir, cuán unido vives al amor. Todo es cuestión de unión. O estás unido completamente a Cristo, o lo estás de modo incompleto. Esto quiere decir que, o bien mantienes una relación con el amor en la que él es todo para ti, o bien mantienes una relación en que es nada para ti. En el medio de ambos extremos existe un sin fin de opciones, grados o matices.
Un ser reconciliado es la condición necesaria para poder unirte al amor en un grado tal que puedas ser libremente el amor que en verdad eres, y no tener que crear una identidad sustituta.
Vamos a jugar un poquito el juego de la bella verdad. Imagínate a tu alma como si estuviera ubicada en una recta. En el centro está el punto cero. Si se desplaza para la derecha, va acercándose cada vez más al amor. Yendo para la izquierda se aleja más de él. El punto cero de esa recta es el punto de partida en el que estamos ahora. Es la puerta de entrada de este camino de ser. Es el punto al que te ha llevado el perdón perfecto. Un punto en el que la mente se ha reconciliado con lo que es, y por ende se ha despojado de la culpabilidad.
Así las cosas, la mente ha quedado liberada del miedo. Al haber quedado libre, voló hacia la verdad. Y en su vuelo se hizo una con el corazón. Al unirse con él, fue reintegrada a la razón. Con ello, tu ser fue reconocido por lo que es. Ahora es un ser reconciliado. No porque este tenga que reconciliarse con nada ni nadie, pues jamás estuvo en pugna, sino porque la mente lo ha visto a través de los ojos de la verdad una vez unida al corazón, el cual mira todo a través de los ojos del amor. Con esta visión en el alma, ahora lo que eres resplandece en la gloria de la inocencia perfecta. En razón de ello, el ser ha recuperado, por decirlo de alguna manera, sus dos alas. El amor y la razón. Ahora es cuando el ser comienza a volar.
Lo que se te está diciendo es que, a partir de este momento, ya no caminarás, sino que volarás. Tu expresión fluirá tan libremente como lo hace el viento. Serás testigo, cada vez más, de la velocidad de la mente y el corazón. Te moverás incluso con más rapidez que un rayo. Así de libre será tu mente. Así de maravillosa será la fuerza de la inspiración en la que vivirás desde ahora y para siempre, la cual surge del espíritu y se manifiesta por medio del pensamiento. En otras palabras, ya no pensarás más nada. Simplemente gozarás de la alegría de ser. Simplemente fluirás y serás llevado de modo firme, certero y dulce por el oleaje formado por la fuerza que surge de la unión de la verdad y el amor con tus pensamientos y sentimientos.
Tu imaginación actuará como nunca antes. Verás nuevas imágenes. Nacerán en tu mente nuevas ideas de las que emanarán luz, certeza y hermosura. Verás nuevos universos llenos de amor. La creatividad será liberada en toda su expresión. Será tan bella como una flor y tan tierna como lo es una luciérnaga que vuela encendida en la noche. Tendrá la fuerza del agua, que aun siendo suave e inofensiva cuando se la echa a fluir por el lecho de un río, es capaz de moldear todo lo que toca a su paso. Así será tu expresión desde ahora en adelante. Puro movimiento de amor y libertad.
Cantarás nuevas canciones. Crearás un espacio donde el ser pueda expandirse en toda su amplitud. Experimentarás la tan ansiada libertad para ser el que eres en verdad. En razón de la unión con el amor que eres, concebirás a un hijo y le pondrás por nombre Libertad. De él surgirán mundos nuevos en los que la verdad será escrita en cada pétalo de cada flor, en cada ala de cada pájaro que surcará sus cielos, en cada estrella, e incluso en cada frente de cada uno de tus hermanas y hermanos que, movidos por su anhelo de responder al amor que los llama desde todos los rincones del universo, se unirán a nosotros en espíritu y verdad. Juntos, ellos, nosotros, Cristo y tú, fundidos en un mismo amor, crearemos un reino dentro del reino de los cielos.
Unidos extenderemos la perfección. Incluiremos a todos. Nadie quedará excluido de nuestra realidad. El viento de nuestro espíritu de amor y verdad soplará y moverá las consciencias a más amar. No todos se unirán a nuestro vuelo. Lo harán aquellos que encuentren en nuestras creaciones un “no sé qué” que los llama a unirse a ellas. Ellos serán bendecidos por la relación divina que nuestra unión manifiesta. Y volarán, movidos por el soplo de pureza y santidad que emana de nuestros corazones enamorados. Juntos continuaremos extendiendo el amor hermoso por toda la eternidad. Viviendo para siempre en el solaz de la paz de Dios.