Читать книгу Elige solo el amor: El camino de ser - Sebastián Blaksley - Страница 20
III. Crear siempre un nuevo amor
Оглавление¿Qué es lo que tiene el hombre que ha enamorado tanto a Dios? ¿Qué cosa le ha susurrado el amor al corazón humano que ha hecho que, cuando lo acepta, se haga Dios en Dios? ¿Qué secretos guarda el corazón divino para con el hombre? ¿Cuál es el plan del creador?
Aquí estamos acercándonos a la esencia de la verdad de tu ser, al tesoro de tu existencia, de un modo que nunca habíamos hecho. Comienza a sentir estas preguntas. Hazte consciente de lo que ellas significan. Siente la respuesta. No intentes ponerlas en palabras. Simplemente observa lo que te rodea, sin juzgar nada y piensa conmigo una vez más: ¿qué es lo que hace que el hombre sea tal?
Acepta la belleza de la naturaleza humana. Déjate deslumbrar por los umbrales de conocimiento, al cual es capaz de llegar la humanidad. Maravíllate de la grandeza de ese ser que tanto ama Dios y en quien él mismo ha puesto toda su predilección.
Amados hijos. Humanidad bendita. Lo que aquí está sucediendo es que os es dada una gran revelación, la cual os muestra con mayor claridad que vuestros espíritus llevan dentro de sí la semilla de lo divino, de un modo en que ningún otro ser creado puede ni podrá llevar jamás. Sois los que dentro de la recta de la unión podéis acceder al mayor grado que pueda alcanzarse, puesto que podéis uniros en verdad a vuestra fuente, de modo consciente y de esa manera crear eternamente nuevas expresiones de amor. Ninguna otra criatura puede hacerlo, a pesar del hecho de que todas sean extensión de la belleza divina.
Todas las creaciones de Dios son amadas por él. Sin embargo no todas se funden en él. Solo aquellas que han sido destinadas a ello, desde toda la eternidad, en razón de la sabiduría perfecta que procede del creador. Entre ellas estás tú. Particularmente tú, que recibes estas palabras llenas del poder del cielo.
Aquello a lo que estás llamado desde siempre, en razón de la voluntad de Dios, es lo que contiene el tesoro que se te entrega ahora. Fuiste creado para ser la luz de la gloria del amor, conscientemente. Fuiste creado para fundirte en Dios. Para hacerte nada en el amor divino. ¿Te parece mucho? Lo es. Ninguna mente separada puede entender la grandeza de este don. Pero el corazón enamorado sí que lo comprende, pues está abierto a los regalos del amado, incluso cuando estos superan en gran medida todo lo que la amada ha sido capaz de imaginar y desear.
Ciertamente los designios de Dios para ti son grandes. Tan grandes como todo el universo y mucho más. Déjate llevar por su grandeza. No temas a las alturas de la santidad. Y recuerda que el hombre nunca es más hombre que cuando se funde en el amor.
Lo que Dios ha susurrado a tu corazón en el instante mismo de tu creación, y que sigue susurrando a cada instante de tu existencia, es algo que nadie ni nada puede conocer, salvo que tú mismo lo manifiestes. Es ese susurro del amor hermoso el que ahora comenzarás a extender sin límites de ninguna especie. La expresión de esa voz, su contenido, cualidad es de lo que estamos hablando aquí.
¿Qué cosa te ha susurrado el amor? Te pregunta ahora la creación, a ti que has elegido solo el amor. Cuéntamelo todo. Te implora amorosamente el universo, salido de la santidad del ser del creador. Todos quieren oír a la amada, hablarles de las delicias del amor hermoso que solo su amado puede darle.
Comparte, amada de Cristo, esposa del amor santo, las melodías que te canta tu divino amado. Haz que todos puedan conocer la belleza del susurro divino, la ternura de ese amor que no tiene principio ni fin. Que acaricia tu alma de un modo único. Mira que, si no lo haces, una estrella se apaga en el firmamento y un ruiseñor deja de cantarle al amor.