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Introducción
ОглавлениеSergio Visacovsky y Enrique Garguin
Difícilmente pueda decirse que el interés por la clase media (o las clases medias, cuando se enfatiza en su diversidad) sea un asunto totalmente nuevo para las ciencias sociales en la Argentina. Entre las décadas de 1940-1960, el padre de la sociología científica local, el italiano Gino Germani (1911-1979), la hizo objeto de estudio privilegiado, casi al mismo tiempo que se imponía la imagen de un país que desde mediados del siglo XX fue presentado como “de clase media”, caso atípico en América Latina. El cuadro de una Argentina caracterizada por vigorosas corrientes inmigratorias europeas (la Argentina aluvial del historiador José Luis Romero), cuyos descendientes ascenderían socialmente poco después, ha dominado los estudios académicos y el sentido común. Una vez establecido el modelo de Germani como programa de investigación, preponderaron los estudios empíricos centrados en estimar las variaciones cuantitativas de la población; por ejemplo, cuánto creció o disminuyó en un período de tiempo para un determinado territorio, en qué zonas había mayor o menor concentración, qué ocupaciones estaban representadas y en qué proporción, qué niveles educativos estaban representados, etc. Pero la idea de un país de una amplia clase media, resultado del ascenso social, con buenos niveles de vida y calidad en materia educativa y sanitaria entró en crisis en la década de 1990. Los procesos de desindustrialización, los continuos programas de ajuste estructural, el creciente desempleo y empobrecimiento de la sociedad desde mediados de la década de 1970 introdujeron una nueva problemática: el descenso social de sectores medios. Ya no solo las posibilidades de ascenso social se veían comprometidas, sino que el temor a la caída se volvía real, tal como lo pusieron de manifiesto los estudios sobre la nueva pobreza.
Desde la profunda crisis socioeconómica de inicios del siglo XXI, diferentes expresiones públicas fueron tipificadas como “de clase media”, desde los cacerolazos de diciembre de 2001, el apoyo que sectores urbanos dieron al paro agropecuario en 2008 (ver Noel en este volumen), las protestas contra el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, la marcha a favor del esclarecimiento de la muerte del fiscal Alberto Nisman el 18 de febrero de 2015 o las diferentes muestras de apoyo a Mauricio Macri, antes, durante y después de su presidencia. Así, la clase media se presentó no solo como un sector de la sociedad, visible a través de los números de un diagrama, sino especialmente presentado por los medios de comunicación como un actor que ha ocupado el centro de la escena pública, con sus propios intereses y valores, ponderado o denostado (Visacovsky, 2009). Está claro que para un país que desde hace mucho ha presumido de ser “de clase media”, donde una mayor parte de la población se percibe como tal sin importar demasiado su condición económica objetiva (ver Toyos en este volumen), donde ciertas expresiones públicas son caracterizadas como “clase media” y, aun más, es objeto de invocación frecuente por parte de los políticos, su estudio sistemático a través de diferentes disciplinas de las ciencias sociales se ha tornado un asunto crucial, si se espera trascender tanto el sentido común o los discursos más evaluativos y normativos.1 Esta es la pretensión principal de este libro: ofrecer un conjunto de estudios empíricos acerca de la clase media en la Argentina en cuanto objeto, que por un lado muestren cuáles son los modos como está siendo estudiada, mediante qué enfoques teóricos, a través de qué métodos, qué preguntas configuran una posible agenda de investigación, en qué difieren estas y los resultados alcanzados hasta el momento de las perspectivas legas y expertas más conocidas y, finalmente, cuál es el potencial de estos estudios para el afianzamiento de un campo de investigación futura.
Ante todo, es preciso aclarar que la omnipresencia de la clase media se refiere menos a su estudio científico que a su lugar en el discurso público. Esto no quiere decir que no se pueda constatar en paralelo un crecimiento del interés por la clase media como objeto de indagación histórica, sociológica o etnográfica. No obstante, este interés (que fue bastante significativo hasta mediados de la segunda década del presente siglo) nunca alcanzó el desarrollo de otros campos de investigación que han tenido un crecimiento sostenido y se han afianzado en los últimos años. Además, los estudios sobre clase media presentan algunas peculiaridades, empezando por algo tan crucial como resolver cuáles resultan admisibles o no como tales. Desde una perspectiva amplia, numerosos estudios empíricos emprendidos desde mediados de los años 90 hasta hoy son presentados por sus autores como “estudios sobre una población de clase media”. En estos casos, la clase media es vista como una parte existente de la población, delimitada principalmente por criterios objetivos (como sus niveles de ingreso), a la cual se le pueden atribuir adhesiones políticas, valores o comportamientos (ver Toyos en este volumen).2 Es imprescindible diferenciar esta línea mucho más frecuente de otra, en la que “clase media” deja de ser una población conocida para convertirse en algo a interrogar: una categoría social a la que se pretende conocer por sus usos diversos y sus efectos constitutivos de la realidad social. Esta visión ha emergido mucho más recientemente no solo en la Argentina, y su propósito primordial reside en intentar resolver algunos de los problemas que ha presentado históricamente el campo de investigación sobre las clases sociales. A través de nueve capítulos, este libro explora una línea amplia y heterogénea de investigación que trata de entender cómo actúan y piensan determinados sectores de la sociedad argentina a través del modo en que se definen y diferencian de otros apelando, por caso, a la asignación de cualidades virtuosas o deshonestas, a las maneras de justificarse o tornar inteligibles los actos propios o los ajenos, a las formas de contar los orígenes, narrar el pasado e imaginar el futuro. Ciertamente, un camino muy distinto al de atribuir las acciones e ideas de los grupos sociales a una supuesta condición objetiva (“clase media”), que produciría los mismos efectos en cualquier tiempo y lugar.
En consecuencia, nuestro interés aquí es ofrecer una muestra de la potencialidad de esta línea de investigación (aun en pleno desarrollo), a través de estudios empíricos efectuados por investigadoras e investigadores argentinos y no argentinos sobre la Argentina. Como se verá, el nuevo programa de investigación sobre clases medias ha dado lugar a una comprensión renovada, tanto en lo que respecta a los enfoques teóricos como a una diversificación de las temáticas asumidas como vitales. Si bien las autoras y los autores no comparten un enfoque común, sí comparten una serie de intereses, una conciencia de los problemas que posee el campo, así como ciertos núcleos estratégicos que resultan puertas de acceso reveladoras de lo que espera a quien se atreva a emprender estos estudios. Así, los modos de definir la identidad, apelando de manera explícita o no a la categoría “clase media”, se tornan cruciales, en directa relación con las formas de diferenciación y el trazado de fronteras sociales y simbólicas (particularmente en los capítulos de Pérez, Noel y Kauko). Y en estrecha relación con el estudio de las identidades, se presenta la preocupación por el abordaje de la moralidad, la cual atraviesa todos los capítulos: en la construcción de distancias sociales a través de las relaciones establecidas en el espacio del hogar (Pérez), en la construcción del mercado de la propiedad horizontal (Aboy), en los usos del lenguaje en la definición identitaria (Noel), en las aspiraciones de ascenso e inclusión social (Kauko), en las disputas por las imágenes de las instituciones (Hang), en el rol de la corrupción como un lente para definir la historia nacional y dar sentido al futuro (Muir), en la organización diferente de las experiencias generacionales en cuanto respuestas a las crisis recurrentes (Prelat), en la relación entre autoadscripción de “clase media” y orientaciones ideológico-políticas (Toyos), en la autorrealización y el confort como valores de nuevas “clases medias” (Vargas y Viotti). En todos los capítulos sobresale un mismo interés por explorar los caminos abiertos más recientemente y contribuir al desarrollo de un campo que, pese a todo, reclama con avidez más investigación.
No obstante, también se podrá ver que este camino no desprecia ni ignora las contribuciones pioneras que ayudaron a crear tanto una comprensión experta como lega de la clase media en la Argentina. Antes bien, se trata de poner de manifiesto que la bibliografía clásica constituye una referencia obligada para quien quiera comenzar a caminar estos terrenos, que cualquier nuevo desarrollo debe necesariamente conocerlos y entrar en diálogo con ella. Por ello, dedicaremos los apartados siguientes a exponer un cuadro histórico de los estudios en nuestro país.