Читать книгу Sigmund Freud: Obras Completas - Sigmund Freud - Страница 67
~[12] LA VIVENCIA DEL DOLOR~
ОглавлениеEN condiciones normales, y está expuesto a cantidad (Qh) desde las vías endógenas de conducción, y en condiciones anormales (aunque todavía no patológicas, lo está en aquellos casos en que cantidades excesivas (Q) irrumpen a través de los dispositivos de pantalla en j, o sea, en el caso del dolor. El dolor produce en y: 1) un gran aumento del nivel [de cantidad], que es sentido como displacer por W: 2) una tendencia a la descarga, que puede estar modificada en determinados sentidos; 3) una facilitación entre esta tendencia a la descarga y una imagen mnemónica del objeto algógeno. Además, es indudable que el dolor posee una cualidad especial que se manifiesta paralelamente al displacer.
Si la imagen mnemónica del objeto (hostil) [es decir, algógeno] es recatectizada por un motivo cualquiera (por ejemplo, por nuevas percepciones), surge un estado que no es el del dolor, pero que guarda con él cierta semejanza. Este estado incluye el displacer y la tendencia a la descarga que corresponde a la vivencia de dolor. Dado que el displacer significa un aumento del nivel [de cantidad], surge la cuestión de origen de esta cantidad (Qh). En la vivencia del dolor propiamente dicha, era la cantidad exterior (Q) irrumpiente la que elevaba el nivel en y. En su reproducción -en el afecto- la única cantidad (Qh) que se le agrega es la cantidad [Q] que catectiza el recuerdo, siendo evidente que ésta es de la misma índole que cualquier otra percepción y que no puede resultar, pues, en un aumento general de cantidad (Qh).
Nos vemos obligados a admitir así que la catectización de los recuerdos desencadena displacer en el interior del cuerpo, o sea, que hace surgir nuevas cantidades de displacer. El mecanismo de este desencadenamiento sólo cabe imaginarlo de la siguiente manera. Tal como existen neuronas motrices que en presencia de cierto grado de repleción conducen cantidades (Qh) hacia los músculos, descargándolas, deben existir también neuronas «secretoras» que al ser excitadas causan en el interior del cuerpo la generación de algo que actúa como estímulo sobre las vías endógenas de conducción hacia y, o sea, que influyen sobre la producción de cantidades endógenas (Qh) y, en consecuencia, no descargan cantidad (Qh), sino que la aportan por vías indirectas. A estas neuronas secretoras las llamaremos «neuronas llave» . Es evidente que sólo son excitadas a partir de cierto nivel en y. Merced a la vivencia dolorosa se establece una excelente facilitación entre la imagen mnemónica del objeto hostil y estas neuronas llave, en virtud de la cual se libera entonces displacer en el afecto.
Esta hipótesis tan desconcertantes pero indispensable, es confirmada en cierta manera por lo que ocurre en la liberación de impulsos sexuales. Al mismo tiempo se nos impone la presunción de que los estímulos endógenos estarían constituidos en ambos casos por productos químicos cuyo número y variedad bien puede ser considerable. Dado que la liberación de displacer puede ser extraordinariamente grande, aun frente a una minúscula catexis del recuerdo hostil, es dable concluir que el dolor deja tras de sí facilitaciones particularmente abundantes y extensas. Es en este conexo cómo llegamos a presumir que la facilitación depende totalmente de la [magnitud de la] cantidad [Qh] alcanzada, de modo que el efecto facilitante de 3Qh puede ser mucho mayor que el de 3 x Qh [Qh repetida tres veces].