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ОглавлениеCABE preguntarse todavía cómo es posible que ocurra el error en el curso del pensamiento. ¿Qué es el error?
Tendremos que examinar aún más detenidamente el proceso del pensamiento. El pensamiento práctico, del que procede todo pensamiento, sigue siendo también la meta final de todo proceso cogitativo. Todas las demás formas son derivados de aquél. Es una evidente ventaja si la conversión cogitativa que tiene lugar en el pensamiento práctico ha podido ser cumplida de antemano y no necesita ser realizada una vez surgido el estado de expectación, pues: 1) se gana un tiempo que podrá ser dedicado a la elaboración de la acción específica; 2) el estado de expectación está lejos de ser particularmente favorable al decurso cogitativo. El valor de la prontitud durante el breve intervalo que media entre la percepción y la acción se evidencia considerando la celeridad con que cambian las percepciones. Si el proceso del pensamiento ha persistido demasiado, su resultado se habrá invalidado en el ínterin. Por tal razón, premeditamos.
El primero de los procesos cogitativos derivados [del pensamiento práctico] es el de la judicación, a la cual el yo llega gracias a algo que descubre en su propia organización: gracias a la ya mencionada coincidencia parcial entre las catexis perceptivas y las noticias del propio cuerpo. En virtud de ella, los complejos perceptivos se dividen en una parte constante e incomprendida -la cosa- y una parte cambiante y comprensible: los atributos o movimientos de la cosa. Dado que el «complejo-cosa» sigue reapareciendo en combinación con múltiples «complejos-atributo», y éstos, a su vez, en combinación con múltiples «complejos-cosa», se da la posibilidad de elaborar vías de pensamiento que lleven de estos dos tipos de complejos hacia el «estado de cosa» deseado, de una manera que tenga, en cierto modo, validez general y que sea independiente de la circunstancial y momentánea percepción real . La actividad cogitativa realizada con juicios, en lugar de complejos perceptivos desordenados, significa, pues, una considerable economía. Pasamos por alto aquí la cuestión de si la unidad psicológica así alcanzada también está representada en el decurso del pensamiento por una unidad neuronal correspondiente y si ésta es otra que la unidad de la imagen verbal.
El error puede inmiscuirse ya en el establecimiento del juicio. En efecto, los complejos-cosa a los complejos-movimiento no son nunca totalmente idénticos, y entre sus elementos discrepantes puede haber algunos cuya omisión vicie el resultado en la realidad. Este defecto del pensamiento tiene su origen en la tendencia (que efectivamente estamos imitando aquí) a sustituir el complejo por una neurona única, tendencia a la que nos impele la inmensa complejidad [del material]. He aquí las equivocaciones del juicio por defectos de las premisas.
Otra fuente de error puede radicar en la circunstancia de que los objetos perceptivos de la realidad no sean percibidos completamente por hallarse fuera del campo de los sentidos. He aquí los errores por ignorancia, ineludibles para para todo ser humano. Cuando no es éste el caso, puede haber sido defectuosa la precatectización psíquica (por haber sido distraído el yo de las percepciones) llevando a percepciones imprecisas y a decursos cogitativos incompletos: he aquí los errores por atención insuficiente.
Si ahora adoptamos, como material de los procesos cogitativos, los complejos ya juzgados y ordenados, en vez de los complejos vírgenes, se nos ofrecerá la oportunidad de abreviar el propio proceso cogitativo práctico. En efecto, si se ha demostrado que el camino que lleva de la percepción a la identidad con la catexis desiderativa pasa por una imagen motriz M, será biológicamente seguro que, una vez alcanzada dicha identidad, esta M quedará totalmente inervada. La simultaneidad de la percepción con M creará una intensa facilitación entre ambas, y toda próxima percepción evocará M sin necesidad de ningún decurso asociativo. (Esto presupone, naturalmente, que sea posible establecer en cualquier momento una conexión entre dos catexis.) Lo que originalmente fue una conexión cogitativa laboriosamente establecida, conviértese ahora, merced a una catectización total simultánea, en una poderosa facilitación. Sólo cabe preguntarse acerca de ésta si sigue siempre la vía originalmente descubierta, o si puede recorrer una línea de conexión más directa. Esto último parecería ser lo más probable y al mismo tiempo lo más conveniente, pues evitaría la necesidad de fijar vías de pensamiento que deben quedar disponibles para otras conexiones de la más diversa especie. Además, si la vía cogitativa no está sujeta a la repetición, tampoco podrá esperarse en ella facilitación alguna, y el resultado se fijará mucho mejor por medio de una conexión directa. Quedaría por establecer, empero, de dónde procede la nueva vía, problema que seria simplificado si ambas catexis, W y M, tuviesen una asociación común con una tercera.
La porción del proceso cogitativo que pasa de la percepción a la identidad, a través de una imagen motriz, también podrá ser resaltada y suministrará un resultado similar si la atención fija la imagen motriz y la pone en asociación con las percepciones, que asimismo habrán vuelto a ser fijadas. También esta facilitación cogitativa se restablecerá cuando ocurra un caso real.
En este tipo de actividad cogitativa, la posibilidad de errores no es obvia a primera vista; pero no cabe duda de que se podrá adoptar una vía cogitativa inadecuada o que se podrá resaltar un movimiento antieconómico, dado que, después de todo, en el pensamiento práctico la selección depende exclusivamente de las experiencias reproducibles.
Con el creciente número de recuerdos surgen cada vez nuevas vías de desplazamiento. De ahí que se considere conveniente seguir todas las percepciones hasta el final para hallar, entre todas las vías, las más favorables. Esta es la función del pensamiento cognoscitivo, que así aparece como una preparación para el pensamiento práctico, aunque en realidad sólo se haya desarrollado tardíamente de este último. Sus resultados tienen valor para más de una especie de catexis desiderativa.
Los errores que pueden ocurrir en el pensamiento cognoscitivo son evidentes: la parcialidad, cuando no se evitan las catexis intencionales, y la falta de integridad, cuando no se han recorrido todos los caminos posibles. Claro está que en este caso es de incalculable utilidad que los signos de cualidad sean evocados simultáneamente. Cuando estos procesos cogitativos seleccionados son introducidos en el estado de expectación, es posible que todo el decurso asociativo, desde su eslabón inicial hasta el terminal, pase por los signos cualitativos, en vez de pasar por toda la extensión del pensamiento, y ni siquiera es necesario que la serie cualitativa coincida entonces totalmente con la serie cogitativa.
El displacer no desempeña ningún papel en el pensamiento teorético, de ahí que éste también sea posible en presencia de recuerdos «dominados».
Quédanos por considerar otra forma de pensamiento: el crítico o examinador. Este tipo de pensamiento es motivado cuando, a pesar de haberse obedecido todas las reglas, el estado de expectación, con su acción especifica consiguiente, no lleva a la satisfacción, sino al displacer. El pensamiento crítico, procediendo tranquilamente, sin ninguna finalidad práctica y recurriendo a todos los signos de cualidad, trata de repetir todo el decurso de cantidad (Qh) , con el fin de comprobar algún error de pensamiento o algún defecto psicológico. El pensamiento crítico es un pensamiento cognoscitivo que actúa sobre un objeto particular: precisamente sobre una serie de pensamientos [cogitativa], ya hemos visto en qué pueden consistir estos últimos [¿los defectos psicológicos? I.]; pero, ¿en qué consisten los errores lógicos?
Brevemente dicho, en la inconsideración de las reglas biológicas que gobiernan el decurso cogitativo [las series de pensamientos]. Estas reglas establecen hacia dónde debe dirigirse en cada ocasión la catexis de la atención y cuándo debe detenerse el proceso del pensamiento. Están protegidas por amenazas de displacer, han sido ganadas por la experiencia y pueden ser traducidas sin dificultad a las reglas de la lógica, lo que habrá de ser demostrado en detalle. Por consiguiente, el displacer intelectual de la contradicción, ante el que se detiene el pensamiento examinador [crítico], no es otra cosa sino el displacer acumulado para proteger las reglas biológicas, que ahora es activado por el proceso cogitativo incorrecto.
La existencia de estas reglas biológicas queda demostrada precisamente por la sensación de displacer provocada por los errores lógicos .
En cuanto a la acción, sólo podremos imaginárnosla ahora como la catectización total de aquellas imágenes motrices que hayan sido destacadas durante el proceso cogitativo, y también quizá de aquellas que hayan formado parte de la porción arbitraria [¿intencional? I.] de la acción especifica (siempre que haya existido un estado de expectación). Aquí se renuncia al estado de ligadura y se retraen las catexis atentivas. En cuanto a lo primero [el abandono del estado de ligadura], obedece sin duda a que el nivel del yo ha caído inconteniblemente ante el primer pasaje [de cantidad] desde las neuronas motrices. No se debe pensar, naturalmente, que el yo quede completamente descargado a consecuencia de actos aislados, pues ello sólo podrá suceder en los actos de satisfacción más exhaustivos. Es muy instructivo comprobar que la acción no tiene lugar por inversión de la vía recorrida por las imágenes motrices, sino a lo largo de vías motrices especiales. De ahí también que el afecto agregado al movimiento no sea necesariamente el deseado, como debería serlo si se hubiese producido una simple inversión de la vía original. Por eso es que en el curso de la acción debe efectuarse una nueva comparación entre las noticias de movimiento entrantes y los movimiento ya precatectizados, y debe producirse una excitación de las inervaciones correctoras, hasta alcanzar la identidad. Aquí nos encontramos con la misma situación que ya comprobamos en el caso de las percepciones, con la única diferencia de que aquí es menor la multiplicidad, mayor la velocidad y existe una descarga constante y total, que allí faltaba por completo. Pero la analogía es notable entre el pensamiento práctico y la acción eficiente. Esto nos demuestra que las imágenes motrices son sensibles [sensoriales. I.]. Sin embargo, el hecho peculiar de que en el caso de la acción sean adoptadas nuevas vías, en lugar de recurrir a la inversión mucho más simple de la vía original, parece demostrar que el sentido de conducción de los elementos neuronales está perfectamente fijado, al punto que el movimiento neuronal quizá tenga distinto carácter en uno y en otro caso.
Las imágenes motrices son percepciones, y en calidad de tales poseen, naturalmente, cualidad y despiertan consciencia. También es evidente que en ocasiones pueden atraer la más considerable atención. Pero sus cualidades no son muy llamativas y quizá no sean tan multiformes como las del mundo exterior; no están asociadas con imágenes verbales, sino que en parte sirven más bien a esta asociación. Es preciso recordar, sin embargo, que no proceden de órganos sensoriales altamente organizados y que su cualidad es evidentemente monótona [véase el parágrafo 9 de la primera parte].
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Publicado por primera vez, en 1950, bajo el título alemán Entwurf einer Psychologie. El manuscrito de Freud no lleva título alguno, y tanto el título alemán como el castellano han sido puestos, respectivamente, por los recopiladores y por el traductor. Los traductores ingleses optaron por nombrar este trabajo Project for a scientific psychology. En sus cartas Freud se refiere a este manuscrito como los «los cuadernos», «la psicología», «la psicología para neurólogos» y «la jyw».
En la traducción castellana todos los agregados, sean de los recopiladores de la versión alemana (principalmente de Ernst Kris), del traductor inglés (James Strachey) o del presente traductor, han sido simplemente encerrados entre corchetes […], sin notación especial, dado que su profusión haría molesta la lectura. Las indicaciones «I.» o «(Nota del T.)» sólo se emplean, en el texto, cuando el agregado no es obvio o cuando traduce una interpretación discutible. En cambio, han sido conservados en todas las notas al pie.
Sería oportuno anteponer a esta traducción múltiples aclaraciones terminológicas, pero los motivos ya expuestos en el Prólogo me inducen a diferir su consideración extensa para un comentario futuro. Además de glosas sucintas que figuran al pie de las respectivas páginas, sólo quiero advertir aquí acerca del empleo de tres términos.
Cogitativo aparece siempre como adjetivo de «pensar», o sea como lo relativo a los procesos intelectuales, ideacionales o ideativos, en su más amplio sentido (alemán, Denk- …). En el caso de psicología cogitativa (Denkpsychologie), el traductor inglés ha puesto psychology of intellectual processes, y en general ha preferido esta versión, lo que a mi juicio equivale a restringir el alcance del término, tal como Freud lo emplea.
Catexis - su adjetivo, catéctico; su verbo, catectizar - aparece como versión de Besetzung, o sea como equivalente a «carga», «ocupación», etc.
No puedo extenderme aquí sobre la acepción que para Freud tiene, en este manuscrito, la palabra cantidad. El lector atento advertirá en el contexto por qué habitualmente aparece sin artículo. [(Nota del T.)]
Las numerosas abreviaturas empleadas por Freud en su manuscrito fueron explicitadas al imprimir el mismo. Pero además de las abreviaturas usuales o fácilmente interpretables, el autor empleó también una serie de siglas: así, N aparece siempre denotando «neuronas», y con j, y y w se designan los tres sistemas de neuronas, empleándose a menudo y como adjetivo (en cuyo caso aparece la palabra «psíquico»). Además, el sistema de neuronas w también es designado con frecuencia como «sistema de neuronas perceptiva» [o «neuronas W»]. En tales casos, las abreviaturas o los signos usados por el autor han sido agregados entre paréntesis. Para representar el término «cantidad», Freud emplea dos abreviaturas: Q y Qh. Hacia el final del manuscrito indica los criterios de su distinción: Q se refiere a la cantidad «externa», y Qh, a la cantidad «psíquica». Sin embargo, esta distinción no siempre se conserva consecuentemente en el manuscrito, y en la carta núm. 39, del 1-1-1896, es abandonada explícitamente. En el presente texto ambas abreviaturas -Q y Qh- han sido sustituidas por la palabra «cantidad», pero agregando siempre, entre paréntesis, las claves de Freud. Cuando no se agregan éstas, se entiende que Freud no las empleó, sino que escribió la palabra correspondiente.
[Sin embargo, el traductor [inglés] se inclina a pensar que el empleo de las abreviaturas Q y Qh por Freud es susceptible de la siguiente distinción más precisa: Q parece haber sido empleada con carácter general para designar la cantidad -incluso la cantidad en el mundo exterior- en todos aquellos pasajes en que no se trata particularmente de caracterizarla con mayor precisión. En cuanto a Qh, parece denotar, ante todo, la cantidad tal como aparece en las neuronas; así, Qh es atribuida al sistema de neuronas j y al sistema de neuronas w, tanto como al sistema y. El traductor también se aventura a adelantar una explicación del enigmático signo Qh. Como se verá más adelante. Freud se permitió la chanza de adoptar la letra griega omega (w) para sustituir la «W» de Wahrnehmung (percepción); por tanto, no sería del todo inverosímil que también aprovechara la circunstancia de que la eta griega (h) no sea más que una «n» con una especie de cola. De tal modo, Qh sería un símbolo adecuado para designar las palabras «cantidad neuronal». I.]
No es posible decidir con certeza a qué «intentos» aludía Freud. En cuanto a las concepciones neurofisiológicas, puede remitirse, sin embargo, a las Obras completas de E. Fleischl von Marxow (1893), con un esbozo biográfico de Sigmund von Exner, y en lo que respecta a las relaciones entre fisiología y psicología, a las obras del propio Exner, en particular a su Intento de explicación fisiológica de los fenómenos psíquicos (1894). En la pág. 225 de esta última obra se lee el siguiente pasaje: «Todos los fenómenos de cualidad y cantidad en las sensaciones, percepciones y representaciones conscientes pueden reducirse a excitaciones cuantitativamente variables de diversos segmentos de esta masa de vías». En cuanto a la teoría de la memoria, Freud bien puede haber sido estimulado por la conferencia de A. Forel sobre «La memoria y sus anomalías» (1885), ya que leía asiduamente los escritos de dicho autor.
El enunciado de que la aplicación fructífera de nociones dinámicas a los problemas de la histeria habría conducido a la presente concepción, nos recuerda que los Estudios sobre la histeria habrían aparecido sólo poco tiempo antes de la redacción de este Proyecto [«todavía no habían aparecido», dice erróneamente la versión alemana. (Nota del T.)], de modo que es dable admitir que Freud intentara resolver en el mismo aquellas dificultades que Breuer no había atinado a solucionar en su contribución teórica a los Estudios. El punto de partida de Freud es, al respecto, diametralmente opuesto al de Breuer, que entre otras cosas escribió lo siguiente: «En las siguientes consideraciones, poco se dirá del cerebro y nada de las moléculas. Los procesos psíquicos habrán de ser expuestos en el lenguaje de la psicología; a decir verdad, no existe otra alternativa».
Palabras omitidas en el manuscrito.
Not des Lebens, dice el original alemán; la versión inglesa pone exigencies of life. He considerado oportuno aplicar aquí el término que empleo para traducir, en su sentido más general, el inglés stress. [(Nota del T.)]
Las ideas desarrolladas en este pasaje sirvieron más tarde de punto de arranque a las reflexiones de Freud sobre los «dos principios del suceder psíquico» [1911]. Entre ambas exposiciones se halla el desarrollo de la misma noción en el capítulo VII de La interpretación de los sueños. La distinción entre una tendencia del aparato psíquico a reducir la tensión a cero y la modificación de la misma tendencia en la forma de mantener el nivel de tensión lo más bajo posible -en otros términos, la distinción entre el «principio del Nirvana» y el «principio del placer»- fue considerada en Más allá del principio del placer [1920].
Cuatro años antes, en 1891, Waldeyer había empleado por primera vez el término «neurona», al dar su forma definitiva a la teoría correspondiente. Jones (1953) señala a Freud como uno de los precursores de la teoría neuronal, en virtud de su trabajo sobre las células ganglionares del cangrejo y de dos monografías neurohistológicas anteriores (Freud, 1878, 1879 y 1882). En cuanto al concepto y el término de «sinapsis», llamadas aquí «barreras de contacto», sólo fueron elaborados dos años más tarde, en 1897, por Foster y Sherrington. Más adelante se verá como anticipó Freud, en un plano meramente especulativo, el dinamismo de los transmisores neuronales químicos. (Gasser, Schweitzer & Gright, et al.). [(Nota del T.)]
La función de las barreras de contacto será expuesta con mayor precisión en el parágrafo [10].
Freud aplicó algunas de estas nociones en Más allá del principio del placer [1920]. En dicho lugar indica expresamente que al hacerlo se adhiere «a la anatomía cerebral localizacionista». De acuerdo con el análisis que M. Dorer (1932, págs. 128 y sig., especialmente página 151) hizo de las relaciones de Freud con las teorías de Meynert, no puede caber duda alguna de que al escribir dichas palabras se refería a este último. La influencia de Meynert se evidencia en varias partes de la argumentación del Proyecto, aunque no siempre es posible discernirla de la que ejercieron las concepciones más generalmente difundidas en la neurología de fines del siglo pasado.
De la exposición siguiente se desprenden, para ambos grupos de neuronas, estas cualidades: las neuronas j son «permeables», es decir, no están dotadas de resistencia, cumplen la función de hacer frente a los estímulos del mundo exterior y han de ser identificadas con la sustancia gris medular; las neuronas y son retentivas, sirven al propósito de dominar los estímulos internos y deben ser identificadas con la sustancia gris superpuesta (supponierten) del cerebro.
Es ésta la traducción corriente del término alemán empleado por Freud, aunque no coincide estrictamente con el concepto habitual de «facilitación» (temporal o espacial), basada en la sumación central. [(Nota del T.)]
Exactamente así dice el original alemán. Como la interpretación es discutible, agrego la de James Strachey y la mía, que, según creo, concuerda más con el sentido original. Dice el traductor inglés: «Vemos así que la cantidad (Qh) es el factor actuante, pero que la cantidad (Qh) puede ser reemplazada por cantidad más la facilitación resultante de la cantidad». A mi juicio, debe decir: «Adviértese así que la cantidad (Qh) es el factor efectivo y que la facilitación, resultado de la cantidad, es al mismo tiempo algo que puede llegar a sustituirla». En mi interpretación, simplemente, Freud habría escrito dos veces la palabra «cantidad», olvidando tachar una. [(Nota del T.)]
Véase al respecto el parágrafo [12], donde esta cuestión es resuelta. Una parte de las formulaciones expuestas en este capítulo ha sido desarrollada, con modificaciones, en las hipótesis de Freud sobre las relaciones entre memoria y consciencia; consúltese en este conexo el esquema reproducido en La interpretación de los sueños, así como la teoría de que «la memoria y la cualidad de consciencia se excluyen mutuamente en los sistemas y». Ulteriormente Freud dio una formulación aún más radical a esta idea, en la suposición de que «la consciencia surge en lugar del rastro mnemónico» [Más allá del principio del placer, 1920 (donde todas estas ideas son explícitamente atribuidas a Breuer. I.), y El «block maravilloso», 1924; véase, además, la carta núm. 52, del 6-12-1896]. Un concepto similar había sido expresado por Breuer en el capítulo teórico de los Estudios sobre la histeria (1895), donde dice así: «Este aparato perceptivo, incluyendo las esferas sensoriales de la corteza, debe ser distinto del órgano que acumula y reproduce las impresiones sensoriales en forma de imágenes mnemónicas… »
Como señala Jones (1953, pág. 424 n.), veinte años después, en 1916, Gaskell demostraría lo contrario, o sea que los ganglios simpáticos se forman a partir del neuroeje. En el parágrafo [5] se hallará otra posible verificación empírica de la teoría. [(Nota del T.)]
Textualmente «aparatos nerviosos terminales». La traducción dada aquí es anacrónica, aunque correcta, pues el término «teleneuronal» (o «telerreceptores») fue introducido por Sherrington en 1906, junto con los demás excelentes términos que el lector puede insertar mentalmente en este texto de Freud, anterior en once años: «interoceptores», «exteroceptores», «somatoceptores», «visceroceptores», «propioceptores», etc. [(Nota del T.)]
Una ampliación de las nociones aquí insinuadas se hallará en el capítulo [12], sobre «La vivencia del dolor».
La traducción de este pasaje, harto ambiguo en alemán, es discutible. El texto original dice literalmente, con sus posibles variantes puestas por mi entre corchetes: «La consciencia nos suministra lo que se llama cualidades, sensaciones que en gran multiplicidad [variedad] son distintas [son otras] y cuyo ser distintas [cuya alteridad] es diferenciado de acuerdo con las relaciones con el mundo exterior». La traducción inglesa dice, también literalmente y en versión inequívoca: «La cosciencia nos da lo que llamamos «cualidades»: sensaciones que muestran una gran variedad de «diferencias» y cuyas diferencias dependen de relaciones con el mundo exterior.» Creo que esta versión inglesa, aunque más inteligible que la mía, es infiel, entre otras cosas, precisamente por ser más inteligible. Además, es indudable que Freud se refiere, no a las diferencias entre las cualidades, sino a lo diferencial de la cualidad. [(Nota del T.)]
El papel desempeñado por las neuronas perceptivas y su relación con las neuronas j y y halla una nueva formulación en la carta núm. 39, del 1-1-1896: «En mi nuevo esquema inserto estas neuronas perceptivas (w) entre las neuronas j y las neuronas y, de modo que j transfiere su cualidad a w, mientras que w no transfiere cualidad ni cantidad a y, sino que meramente excita a y, o sea que establece las vías que habrá de seguir la energía psíquica libre».
W aparece aquí por Wahrnehmung, «percepción». En las obras ulteriores de Freud, el «sistema W» se encuentra traducido generalmente por «sistema Pcpc.». Mantenemos aquí la W porque, como se verá más adelante, Freud trocó jocosamente esta letra W por la omega griega (w), a fin de adaptar la notación a j y a y. [(Nota del T.)]
«Retorno a su estado anterior», en latín en el original. [(Nota del T.)]
monoton, en alemán. Más que en castellano, dicha palabra tiene allí el doble sentido de «monótono» y «monotónico», «monotonal»; entiéndase: «período… de frecuencia uniforme y constante, que da un tono único». [(Nota del T.)]
Este tema será considerado en detalle más adelante, en el parágrafo [9].
«wN» viene a ser la sigla del alemán Wahrnehmungsneuronen («neuronas perceptivas»), sustituyendo la «W» por una «w».
Traducción literal. Evidentemente, Freud corrigió «percepción» en «sensación» y olvidó tachar aquella palabra. El traductor inglés hace de esto una «sensación perceptiva» (?). [(Nota del T.)]
Este punto ha sido ampliado en el tercer párrafo (cap. I) de Más allá del principio del placer [1920], donde toda esta concepción es atribuida a Fechner. [I.]
En mérito a la claridad, cabe recordar aquí que ni los «procesos» en el mundo exterior, ni los «estímulos» que pasan a través del «aparato teleneuronal» hacia j, ni las catexis en j o en y, poseen cualidad alguna, sino sólo una característica -un «período»- que únicamente se convierte en cualidad cuando llega a w. [I.]
Una formulación de las relaciones entre las variaciones de intensidad de un estímulo y las variaciones de la sensación resultante. Freud parece querer sugerir que la ley de Fechner entra en juego a nivel de este punto particular del sistema neuronal. [I.]
Freud escribe, respectivamente, Mantel-Neurone («neuronas del manto») y Kern-Neurone («neuronas de los núcleos»). Strachey traduce neurones of the pallium y nuclear neurones, agregando esta aclaración: «Los histólogos de mediados del siglo XIX habían distinguido dos capas principales de células nerviosas en la corteza cerebral, dando el nombre de pallium («manto») a la capa exterior. La neuroanatomía más reciente ha revelado que la estratificación es mucho más compleja».
Ahora bien: este término, equivalente latino de «manto» («palio»), tiene dos acepciones. La primera, histológica, se refiere a la sistematización de la arquitectura cortical y designa la parte más reciente de la corteza, diferenciándola del rinencéfalo (Koelliker); corresponde aproximadamente a lo que Vogt denominó, respectivamente, «isocortex» y «alocortex». El segundo concepto de pallium pertenece a la embriología y a la anatomía comparada y corresponde al telencéfalo, en oposición al diencéfalo (Hirnmantel e Hirnstamm, o «tronco cerebral», en alemán). Del presente contexto, de la evidente influencia de Meynert y del hecho de que Freud usa el término alemán Mantel, y no el latino (pallium), se desprende sin lugar a dudas que Freud ha querido denotar este segundo concepto, o sea que la aclaración insertada en la traducción inglesa induce a error, además de ser errónea en sí.
Insisto en esta disquisición porque la interpretación inglesa del término usado por Freud excluiría el cerebro olfatorio del sistema de neuronas «psi», lo que, a mi juicio, llevaría a una revisión total de los conceptos psicoanalíticos básicos, como el de instinto y el del yo; pero no es ésta la oportunidad para exponer tal punto de vista particular. [(Nota del T.)]
Jones (1953, págs. 303-304, 417, 424) ha señalado con todo acierto la acepción particular que Freud da al concepto de sumación. Merecería la pena cotejarla con el estado que los conocimientos sobre el funcionalismo reflejo habían alcanzado hacia 1895.
Según Strachey ésta es una de las primeras ocasiones en que Freud usa el término «instinto» (‘Trieb’).
En ninguna de las formulaciones ulteriores que Freud dio a esta idea, llegó a ser igualada o superada la presente: ésta indica con toda claridad donde interviene la relación objetal en la transición del principio del placer al principio de realidad.
Homburger Erikson (1955, pág. 7) destaca este párrafo entre los más importantes de este manuscrito, tan abundante en prefiguraciones de los más modernos conceptos de la psicología interpersonal. En efecto, hállase implícita aquí la noción del desarrollo anaclítico del lenguaje, y uno estaría tentado de traducir todo este párrafo en la terminología y en los conceptos de la actual teoría de la información. [(Nota del T.)]
Acerca de la acepción que debe darse aquí a este término, véase la segunda nota del final del parágrafo [9].
El manuscrito dice «motrices», lo que es un evidente error de escritura. Véase, en cambio, el parágrafo [18], donde también las neuronas motrices son calificadas como «neuronas-llave».
Hoy convendría más llamarlas «neuronas-gatillo» o «percutoras» (uso este segundo término para designar en castellano los mecanismos de triggering), a fin de resaltar el vínculo que estas formulaciones de Freud tienen con los actuales conceptos sobre neuronas internunciales y reverberadoras, y sobre la sumación central [(Nota del T.)].
Estos estados serán considerados más ampliamente en la tercera parte. La dificultad de traducir el alemán Abwehr = «defensa», me ha obligado a poner también «rechazo» entre corchetes. Léase mentalmente esta doble traducción en todo el resto del trabajo y consúltense las consideraciones respectivas en la cuarta nota al pie del manuscrito H.
Aun en el presente trabajo, Freud distingue ya entre la defensa primaria y la represión, y más tarde separó también la reacción al dolor de la represión. [Véase La represión, 1915].
El tema del «aprendizaje por la experiencia biológica» reaparece con frecuencia en la tercera parte.
Este tema es considerado más ampliamente en la tercera parte.
La catexis constante de energía, la función de inhibir o diferir ciertas descargas y la conexión con el proceso secundario, son también otros tantos atributos de la «organización yoica», tal como Freud aplica este término en su teoría estructural. Véase El «yo» y el «ello» (1923), y otras obras ulteriores.
[TRADUCTOR]: Homburger Erikson (1955, pág. 7) dice respecto de este pasaje: «Freud no es, ciertamente, el primero que se refirió a un yo. Pero lo que asombra es encontrar en medio de esta exposición mecanicista una referencia al yo como ‘una organización’, ‘un grupo de neuronas que retiene una catexis constante’ y que así ‘forman parte del dominio del yo’. Es evidente que el concepto de vías de facilitación es sustituido y superado aquí por un concepto de campo».
A mi juicio, todo este capítulo -y en particular su primer párrafo- es el pilar más sólido en todo este trabajo, tan pletórico de proyecciones al futuro, para tender un puente hacia la más reciente psicología dinámica. En lo que se refiere particularmente a este párrafo, no pienso tanto en el concepto de campo de la psicología de la forma (K. Lewin), sino más bien en las propiedades cámpicas de los circuitos de realimentación en el esquema neuronal de Lorente de Nó, desarrolladas por McCulloch y otros.
La función de la atención será considerada más detalladamente en la tercera parte.
En las líneas que siguen se encuentra la primerísima formulación de una idea a la que Freud dio múltiples versiones, siendo la última la de que la «prueba de realidad» es una función del «yo». Otras formulaciones anteriores, que siguen inmediatamente a la asentada en este Proyecto, se hallan en La interpretación de los sueños y en Formulaciones sobre los dos principios del suceder psíquico.
A fin de compararla con los pasajes precedentes, cabe insertar aquí la siguiente cita de La interpretación de los sueños: «Una corriente de esta especie en el aparato [psíquico], que parte del displacer y tiende hacia el placer, constituye lo que denominamos un «deseo»… El primer deseo bien puede haber consistido en la catectización alucinatoria del recuerdo de la satisfacción… Unicamente insisto en la noción de que la actividad del primero de los sistemas y está orientada hacia la libre derivación de las cantidades de excitación, mientras que el segundo sistema, por medio de las catexis que de él emanan, logra inhibir esa derivación y llevar la catexis a un estado quiescente, elevando al mismo tiempo su nivel. Admito, pues, que la descarga de excitación es gobernada, bajo el dominio del segundo sistema, por condiciones mecánicas totalmente distintas a las que actúan bajo el dominio del primer sistema. Una vez que el segundo sistema ha concluido su actividad cogitativa exploradora levanta también la inhibición y la acumulación de las excitaciones, permitiendo su derivación hacia la motilidad».
Los temas tratados en este capítulo y en los dos siguientes se hallarán expuestos con mayor amplitud en la tercera parte. [I.]
Con respecto al presente pasaje y al que le sigue, consúltese una de las formulaciones ulteriores que Freud dio a este extenso grupo de problemas: «Así, el primero y más inmediato fin de la prueba de realidad no es el de descubrir en la percepción real un objeto correspondiente a lo imaginado, sino el de redescubrir tal objeto, el de convencerse de que todavía subsiste. La diferenciación entre lo subjetivo y lo objetivo es aún exacerbada por otra facultad del pensamiento. La reproducción de la percepción en la imaginación no es siempre su repetición fiel, sino que puede ser modificada por omisiones o por la fusión de distintos elementos. La prueba de realidad ha de verificar entonces el alcance de esas deformaciones. Es evidente, empero, que una condición esencial para el establecimiento de la prueba de realidad es la de que se hayan perdido objetos que procuraron otrora satisfacciones reales». [La negación, 1925]. La conexión con una relación objetal pretérita y precoz, establecida en la última sentencia de esta cita, a menudo sólo aparece implícita en las formulaciones del Proyecto; pero el ejemplo empleado por Freud para exponer el establecimiento de una identidad entre la representación [la imagen] y lo representado [lo imaginado] es la representación que el lactante tiene del pecho paterno.
Consúltense formulaciones muy similares sobre la adjudicación en el trabajo de Freud sobre La negación [1925].
En la versión inglesa dice: (Q). [(Nota del T.)].
La palabra alemana erkennen puede corresponder a la castellana «reconocer» o a las dos primeras acepciones de «conocer» en el diccionario de Lalande, es decir, al acto cogitativo que pone un objeto y al que penetra en él, pero no al resultado de dicho acto ni a su concreción en un estado. La traducción que aquí he dado obedece a la subsistencia de una duda apenas disipada por mi opinión de que la voz alemana se refiere a la aprehensión cognoscitiva de la imagen mnemónica, más su individualización entre muchas cosas. Es significativo que el traductor inglés no haya puesto know ni recognize, sino cognize, aclarando, entre paréntesis: to get to know. [(Nota del T.)]
Estas reflexiones sobre las raíces de nuestra comprensión de los actos expresivos ajenos nunca fueron adecuadamente proseguidas en las obras ulteriores de Freud. Un pasaje de su libro sobre el chiste [1905] aplica la hipótesis de que el recuerdo del propio gasto de inervación es el que permite comprender la mímica y los ademanes del prójimo. Las investigaciones más recientes sobre el «esquema corporal» arrojan nueva luz sobre las ideas de Freud formuladas en este Proyecto. Consúltese, al respecto, Schilder [1942]. [En cuanto a la relación entre los primeros contactos corporales y la identificación, véase Kris, 1951. I.].
Así en el manuscrito original. Erróneamente impreso verarbeitende («elaboradora») en la edición alemana de 1950. [I.]
Mitleidswert, en alemán. James Strachey pone sympathetic value en la versión inglesa, a mi juicio equivocadamente. Max Scheler, que ha descripto mejor la fenoménica del syn-pathos, divide los Mitgefühle (simpatías, en el sentido griego del prefijo; es decir, con-patías, compasiones) en Mitfreude y Mitleid, que prefiero traducir por «congratulación» y «conmiseración». [(Nota del T.)]
Este término es explicado en la tercera parte, donde se prosigue la consideración de todo este tema. [I.]
Este problema será considerado más ampliamente en la tercera parte.
Lo que Freud describe aquí como «interés cogitativo» parece ser lo mismo que en la próxima sentencia se denomina «atención», así como en la tercera parte donde este tema se halla expuesto con mayor detenimiento.
Respecto de lo que sigue, consúltese La interpretación de los sueños. Parecería que Freud hubiese olvidado el descubrimiento, expuesto aquí, de la «analogía» entre los procesos oníricos y los mecanismos psiconeuróticos, y que no la redescubrió sino a comienzos de 1899 [en la carta núm. 105, del 19-2-99].
Así en el manuscrito, pero erróneamente impreso como «cantidad» en la edición alemana de 1950. [I.]
El siguiente primer intento de exponer una teoría de los sueños es fragmentario en tantos puntos esenciales, que difícilmente merece la pena compararlo detalladamente con las hipótesis desarrolladas en La interpretación de los sueños. Advertimos que Freud abordó el estudio de los sueños desde dos direcciones: sus intentos de dilucidar la índole del aparato psíquico le facultan para comprender los mecanismos generales de la formación onírica; pero fue sólo el análisis de sus propios sueños -y la experiencia concreta de su autoanálisis-lo que le permitió dar el paso adelante que había de conducirle desde la concepción expresada en este Proyecto a la que anima la obra arriba citada.
Este punto fue recalcado por Freud en el curso de una larga nota al pie de la historia clínica de Emmy von N., fechada en mayo 15 e incluida en los Estudios sobre la histeria [1895]. Se refiere al mismo tema en La interpretación de los sueños, cap. V, a) [1900].
Freud recurrió a estos ejemplos en La interpretación de los sueños, donde los explica atribuyéndolos al esfuerzo «de reunir en un conjunto comprensible las impresiones sensoriales que se nos ofrecen».
«Del soñar», dice la versión inglesa, corrigiendo (?) a Freud. [(Nota del T.)]
Véase La interpretación de los sueños.
Esta explicación de la regresión en los sueños es considerada y criticada en La interpretación de los sueños.
Freud llegó a esta conclusión después de haber interpretado su «sueño de la inyección de Irma» en julio de 1895 (véase la carta núm. 137). Parecería que no hubiese vinculado todavía el análisis de este sueño con su propio análisis. En aquél se traduce la orientación dinámica, pero todavía no la genética.
Véase el desarrollo de este pasaje en el «sueño de la inyección de Irma», en La interpretación de los sueños [1900], (en estas Obras Completas).
Ideas, representaciones o pensamientos hiperintensos o sobrevalorados: su definición y denominación fueron precisadas por Freud en 1905 en la historia clínica de «Dora», cuyo material data de 1900. En el citado pasaje se hallarán denominaciones como «ideas prepotentes», «reforzadas» o «preponderantes», que no pertenecen a la terminología psiquiátrica castellana. [(Nota del T.)]
Después de Estudios sobre la histeria, Freud sólo excepcionalmente volvió a usar el término «símbolo» en este sentido.
Proton Pseudos, cita en el Organon de Aristóteles, usado por Freud en este capítulo que trata de falsas premisas y falsas conclusiones, según Strachey. (Nota del T.)
En lo que se refiere al proceso primario, consúltese el parágrafo 15.
Este ejemplo no fue reproducido en ninguna obra publicada de Freud.
El ulterior descubrimiento de la importancia de la sexualidad infantil por Freud no invalidó del todo este concepto, que señala la catectización regresiva del material infantil en el curso de la pubertad.
Este proceso se describirá con mayor detalle en la tercera parte.
Considerado con mayor detalle en la tercera parte.
El sistema W.
Así en el manuscrito original; la impresión alemana de 1950 dice erróneamente «cantidad». [I.]
El papel que la atención desempeña en las consideraciones siguientes explica por que se encuentran en ellas tan escasos puntos de contacto con las obras ulteriores de Freud. Ya en La interpretación de los sueños [1900] insiste en que «las más complicadas funciones del pensamiento son posibles sin intervención alguna de la consciencia», y que «la conscienciación depende de la aplicación de una función psíquica particular: la atención». Véase también, más adelante, parágrafo 2.
Consúltese al respecto un pasaje de La interpretación de los sueños donde, después de discutir la relación entre la percepción y realización del deseo, Freud prosigue así: «Esta primera actividad psíquica tiende, por tanto, a producir una identidad de percepción, o sea una repetición de aquella percepción que estuvo vinculada con la satisfacción de la necesidad». El presente texto del Proyecto entra en mayores detalles: Freud trata de reducir aquí el pensamiento y la prueba de realidad a la tensión a la cual el niño se halla sometido mientras aguarda la satisfacción. Véase también el parágrafo 16 de la primera parte.
Lo que sigue contradice la ulterior concepción de Freud (desarrollada ya en La interpretación de los sueños) acerca de la importancia de los procesos psíquicos preconscientes. Véase, por otra parte, el parágrafo 2 de esta tercera parte.
En esta oración nueve palabras fueron accidentalmente omitidas en la edición alemana de 1950, desvirtuando su sentido. [I.]
Sprachassoziationen = «Asociaciones del lenguaje». La traducción es ambigua, como el texto alemán. No atino a decidir si se refiere a «verbales» o «vocales». En lo que sigue usaré indistintamente «verbales» o «del lenguaje». [T.]
Klangvorstellungen = «representaciones tonales». La versión inglesa dice equivocadamente «imágenes auditivas». [T.]
En La interpretación de los sueños dice así: «A fin de que los procesos cogitativos puedan adquirir cualidad, se encuentran asociados en el ser humano con recuerdos verbales». En sus trabajos ulteriores Freud adoptó la siguiente formulación: «… la idea consciente está integrada por una idea concreta más la idea verbal que le corresponde, mientras que la idea inconsciente equivale únicamente a una idea concreta». [Lo inconsciente, 1915. La traducción de este pasaje en dicho lugar es totalmente errónea. T.]
Véase la nota 2, al pie del parágrafo 4 de esta tercera parte.
Expresado en la terminología ulterior de Freud, esto quedaría así: las situaciones frustradoras de la primera infancia rinden, en general, una importante contribución al desarrollo del sentido de realidad y, en particular, proveen la motivación para reconocer e identificar a la persona que asiste al niño y de la cual emana tanto la satisfacción como la frustración.
El pensamiento «es esencialmente un tipo experimental de acción, con desplazamiento de menores cantidades de catexis y con escasa derivación (descarga) de las mismas». [Los dos principios del funcionamiento mental, 1911]. Este pasaje falta en la traducción castellana de López Ballesteros, y su omisión torna ininteligible el párrafo respectivo. (L. Rosenthal)
Así en el manuscrito original. La edición alemana de 1950 dice erróneamente: «Por lo tanto». [I.]
La distinción entre energía psíquica «ligada» o «quiescente», por un lado, y energía psíquica «libre» o «móvil», por el otro, es uno de los conceptos más fundamentales de Freud, que reaparece en casi todas sus obras ulteriores. Así, por ejemplo, se encuentra en el capítulo VII, e) de La interpretación de los sueños [1900]. Freud atribuye esta distinción a Breuer, quien la consideró en la segunda parte de su contribución teórica a Estudios sobre la histeria (1895), publicados pocos meses antes de la redacción del presente Proyecto. [I.]
Respecto de lo que sigue, consúltese el parágrafo 14 de la primera parte de este Proyecto.
Véase la prosecución de estos conceptos en Formulaciones sobre los dos principios del suceder psíquico (1911), donde se asigna a la atención la tarea de «explorar periódicamente el mundo exterior a fin de que los datos del mismo sean ya previamente conocidos en caso de surgir una necesidad interior no aplazable…».
Esta diferenciación aparece destacada a menudo en los trabajos posteriores de Freud; así, por ejemplo, en las últimas páginas de La interpretación de los sueños (1900). [I.]
Freud emplea aquí la palabra Einfall, que en alemán significa, a la vez, «asociación» e «irrupción» o «intrusión». De tal modo, combina esta voz de doble sentido la designación dinámica y la descriptiva del proceso en cuestión. James Strachey agrega aquí una nota en la que califica el término «asociación» de «sumamente ambiguo». [T.]
He aquí la primera descripción de los procesos preconscientes de pensamiento hecha por Freud.
Zielbesetzungen = «catexis dirigidas a un fin» (purposive cathexes puso el traductor inglés). Mi traducción -«intencional»- podría inducir a error si se profundizara la distinción entre la prospección de un fin (instintual) y la impulsión por una «facultad» intencional (tendencia hórmica). Véase parágrafo 3 de esta tercera parte.
Ablaufsquantität en alemán. [T.]
Así en el original alemán; «signos de pensamiento» («cogitativos») dice la versión inglesa, sin duda con acierto. [T.]
Vorstellung = «representación» («idea») y Wahrnehmung = «percepción», en alemán. [T.]
Este tema ya fue tratado anteriormente en el parágrafo 19 de la primera parte.
Ungeb. (ungebunden) en el manuscrito. Esta abreviatura fue erróneamente explicitada en la edición alemana de 1950: umgebenden («circundante»). [I.]
Consúltese al respecto La interpretación de los sueños, donde dice: «Tampoco es difícil advertir que el principio del displacer, que en otros respectos ofrece al proceso cogitativo sus más importantes asideros, también le pone obstáculos en su camino hacia el establecimiento de la ‘identidad del pensamiento’. La tendencia del pensamiento debe estar dirigida, pues, a librarse cada vez más de la regulación exclusiva por el principio del displacer y a restringir el desarrollo de afectos por la actividad cogitativa, a un mínimo imprescindible para que puedan seguir actuando como señales».
En este párrafo -como en las anteriores menciones de la «cosa»- podría leerse «objeto» («complejo objetivo», en oposición al «complejo atributivo» o, mejor, «complejo predicativo»). Aunque esta terminología es más corriente y correcta en filosofía, la he evitado para no incurrir en confusión con el sentido analítico de «objeto», no empleado todavía por Freud en 1895. En cuanto a la distinción entre objeto y cosa -más complicada en alemán: Gegenstand, Ding, Sache-, no pone aquí diferencia alguna. [T.]
Así en el manuscrito; la edición alemana de 1950 dice erróneamente «cualidad». [I.]
Una aproximación a esta idea -aunque no, por cierto, muy amplia- se hallará, entre las obras publicadas de Freud, en su hipótesis de la función sintética del yo, que incluye la necesidad de eliminar las contradicciones. Este problema sólo fue tocado de pasada en La interpretación de los sueños: «Nuestro pensamiento vigil (preconsciente) se conduce ante cualquier material perceptivo con el que se encuentre, exactamente de la misma manera que la función que estamos considerando [es decir, la función secundaria] se conduce frente al contenido del sueño. Es inherente a su naturaleza ordenar semejante material, establecer relaciones en él y someterlo a nuestra expectación de un todo inteligible».