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Capítulo 2 CONSIGUE QUE PRESTEN ATENCIÓN Tatiana Fernández Marcos ¿Qué es prestar atención?

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Los padres deseamos que nuestros hijos sean capaces de prestar atención a lo que les pedimos y también que atiendan a aquello que consideramos importante para ellos. También queremos que en el futuro sean capaces de plantearse sus propias metas y de alcanzarlas. Esto implica que los niños a lo largo de su desarrollo vayan adquiriendo control sobre su propio comportamiento para seleccionar los objetivos que quieren alcanzar, poner en marcha las acciones que les permitan conseguir dichos objetivos y supervisar durante el proceso si lo están haciendo bien. Todo ello requiere que el niño desarrolle una adecuada capacidad para prestar atención y controlar su propio comportamiento.

Prestar atención implica pararse, observar y reflexionar antes de actuar, y para ello es necesario tener autocontrol. En definitiva, para alcanzar cualquier meta o desempeñar cualquier acción con éxito, ya sea tener un buen rendimiento académico o aprovechar las actividades deportivas, es necesario que los niños presten atención y tengan autocontrol. Los niños deben aprender a controlar su comportamiento y pararse para tomar decisiones premeditadas, menos impulsivas y más acertadas en sus acciones del día a día. Adquirir control del cuerpo y de las acciones también contribuirá a que logren un buen control emocional1.

Prestar atención implica pararse, observar y reflexionar antes de actuar.

En este capítulo hablaremos de la capacidad para prestar atención, pero es importante entender previamente qué es la atención. La atención es la respuesta o reacción a los estímulos del entorno, entendiendo por estímulo cualquier sonido o imagen que captamos por los sentidos del oído o la vista. La atención durante el primer año de vida es una respuesta innata que garantiza la supervivencia del niño. Los estímulos, como la cara de la madre, las luces brillantes o los sonidos llamativos, son los que captan la atención del bebé. Hasta los 7 años predominará la atención involuntaria, es decir, la atención del niño estará guiada por los estímulos que sean más llamativos.

El niño, además de las reacciones innatas, pronto pasará a reaccionar a otros estímulos que le resultan interesantes, como juguetes, alimentos, el habla de los adultos o las pantallas. La televisión o las tabletas son estímulos muy potentes que tienen una gran capacidad para captar su atención debido a que presentan sonidos e imágenes coloridas y que cambian con rapidez, como los dibujos animados. Por ello se recomienda que, al menos hasta los 3 años de edad no estén expuestos a pantallas. La televisión y las pantallas sobreestimulan el sistema nervioso central impidiendo que los pequeños estén en calma2. Es importante que la atención de los niños sea captada por otros estímulos visuales, auditivos y táctiles que les guíen a la exploración del entorno, la comunicación con los adultos y que, en definitiva, favorezcan un desarrollo equilibrado3.

A partir de los 4 años empieza a madurar el lóbulo frontal, que permitirá que adquiera un control sobre su atención. A partir de los 7 ya podrá sobreponerse la atención voluntaria del niño sobre la involuntaria; es decir, ya puede guiar su atención hacia aquello que desea atender, por ejemplo, las indicaciones de los padres, las instrucciones de un juego o las explicaciones del profesor. La atención voluntaria es una acción que exige un esfuerzo por parte del niño, es decir, que tenga control sobre sus actos. Así, cuando hablamos de prestar atención nos referimos a la atención voluntaria, y esta exige autocontrol. A lo largo de este capítulo hablaremos de cómo conseguir mejorar la capacidad para prestar atención en los niños.

De los 4 a los 12 años mejora la capacidad para prestar atención.

La atención se desarrolla en todos los niños; es un proceso adaptativo para el ser humano. Los contextos formales ayudan a desarrollar la capacidad para prestar atención. Por ejemplo, la escuela, que nos obliga a pararnos, sentarnos, escuchar más que hablar, respetar el turno y seguir unas instrucciones concretas para hacer un ejercicio. También algunas actividades extraescolares, juegos de mesa o juegos de patio de colegio que siguen reglas, favorecen el desarrollo del autocontrol y de la atención.

La capacidad para prestar atención puede no haberse desarrollado lo suficiente debido a que no se le ha pedido que se pare a observar y a pensar antes de actuar. La práctica del niño en tareas que exigen autocontrol es el camino para que vaya interiorizando el control de su atención y de su comportamiento. Por ello proponemos a las familias juegos infantiles con los que podrán favorecer el desarrollo de esta habilidad.

Cabe destacar que la atención se ve afectada por factores ambientales que conviene tener en cuenta. No en todos los momentos se atiende igual. La atención puede variar en un mismo niño de un momento a otro dependiendo de:

Lo motivadora que le resulte la actividad que está haciendo. Si al niño le gusta hacer construcciones, cuando utilicemos este juego estará más concentrado.

Su nivel de activación fisiológica. Esta es la activación cerebral o nivel de alerta, y depende del sistema nervioso autónomo y del endocrino. Cuando la activación fisiológica del niño es baja, observaremos que se muestra cansado, fatigado y que se dispersa con facilidad. Esto ocurre si ha dormido mal4; inmediatamente después de las comidas o después de una actividad física o mental intensa.

La hora del día. En las primeras horas del día la capacidad para prestar atención es mayor. Por tanto, si queremos insistir en que hagan una tarea que les resulta poco interesante, será importante elegir bien la hora del día para conseguir que se concentren mejor.

A pesar de que la atención puede variar de un momento a otro, esta oscilación se produce dentro de unos límites propios para cada niño.

Algunos tendrán tendencia a atender mejor que otros y a ejercer un mejor autocontrol, pese a ligeras variaciones concretas, debido a factores biológicos y ambientales. En este sentido, niveles muy bajos de atención en niños pueden ir asociados a dificultades emocionales, trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad/impulsividad (TDAH) o retraso madurativo en el desarrollo. Se sabe que el lóbulo frontal del cerebro de los niños con TDAH es diferente funcionalmente al de otros que no tienen este problema.

La atención se ha clasificado en tres tipos: atención selectiva, atención sostenida y control atencional.

La atención selectiva es la capacidad para discriminar y seleccionar lo que es útil e importante. Se pone en marcha cuando el niño trata de encontrar un libro concreto en una estantería llena de libros o un producto en las baldas del supermercado.

La atención sostenida es la capacidad para mantener la atención durante un periodo de tiempo largo y estar alerta. Esto es lo que se les exige cuando se encuentran en clase. Dicha atención está implicada en la perseverancia en las tareas.

El control atencional es la capacidad para cambiar la atención de una cosa a otra (atender a varias cosas a la vez). Este tipo de atención se pone en marcha cuando el niño deja de prestar atención al compañero o de mirar por la ventana para volver a centrarse en la explicación del profesor. Cada uno de los tres tipos de atención se puede desarrollar propiciando actividades cotidianas y juegos.

La buena noticia, ahora que sabemos lo que es la atención y la capacidad para prestar atención, es que es posible ayudar a los niños a adquirir autocontrol y a prestar atención.

El arte de educar jugando

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