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¿Por qué es importante mejorar la capacidad para prestar atención?

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La atención es la ventana al mundo. Atender es el proceso cognitivo más básico que nos permite percibir y registrar la información que captamos por los sentidos de la vista y el oído. Atender es el primer paso para el aprendizaje, porque si no atendemos, no podemos adquirir conocimientos nuevos ni generar asociaciones entre conceptos nuevos y los que ya tenemos consolidados.

Asimismo, atender es necesario para memorizar; si no prestamos atención a algo, no lo registraremos y consecuentemente no podremos recordarlo tiempo después. La atención nos permite percibir de forma consciente el mundo que nos rodea. Por todo ello, parece más que obvio que es importante que seamos capaces de prestar atención cuando lo deseemos y que resulta relevante que los niños sean capaces de regularla.

Por otro lado, la falta de autocontrol que experimentan algunos niños no solo se manifiesta en dificultades para prestar atención, sino que en algunos casos va unido a movimientos excesivos, descontrolados e impulsivos. Cuando los niños no están atentos en clase cometen errores en los ejercicios, no les da tiempo a terminar las tareas, no anotan u olvidan los deberes que les mandan para casa o no se enteran de si hay un examen al día siguiente. La consecuencia es que se pueden quedar atrás en los conceptos explicados y pueden aparecer dificultades escolares. Por tanto, es conveniente enseñarles a prestar atención porque indirectamente facilitaremos su aprendizaje en el colegio.

A nivel social, la falta de autocontrol en los niños les puede llevar a no respetar el turno de palabra en el aula, a interrumpir al profesor o a molestar a sus compañeros. Saber escuchar a sus amigos y mantener la calma en los juegos les ayudará en su relación con otros niños5. Los pequeños también pueden inquietarse a la hora de cumplir con las tareas de casa que requieren estar parados o tener paciencia, como, por ejemplo, mantenerse sentados en la mesa durante la comida o hacer los deberes. En estos casos, ayudarles a que desarrollen la capacidad de autocontrol frente a dejarse llevar por lo que les resulta atractivo, interesante o gratificante facilitará el cumplimiento de normas en casa y la adquisición de responsabilidades y autonomía6.

Por otro lado, si el niño no tiene un buen control de sus acciones, es más fácil que cuando experimente emociones intensas se deje llevar por ellas actuando de forma impulsiva e inapropiada. Por ejemplo, pegando o insultando a otros si se enfada mucho. En el capítulo «Desarrolla su Inteligencia Emocional» encontraréis juegos específicos para enseñar a canalizar y gestionar adecuadamente las emociones7.

El arte de educar jugando

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